Diario de Ibiza

Diario de Ibiza

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entender + con la historia

Mercados, alma y despensa

Sin turistas, la Boqueria se ha reencontrado con los vecinos. En el barrio de Gràcia se debate el futuro de la Abaceria. ¿Qué tienen los mercados de Barcelona que despiertan tanto interés?

Ambiente al mediodíaen el mercado de la Boquería. Jordi Cotrina

Por razones de sobra conocidas por todos, en Catalunya hay un puñado de cosas que llevan asociada una dosis extra de simbolismo. El Barça es más un equipo de fútbol, la Sagrada Família no es una basílica como las otras, la trascendencia de los Juegos Olímpicos del 92 fue mucho más allá del hecho puramente deportivo y el Palau de la Música nunca ha sido una simple sala de conciertos.

Y los mercados son mucho más que un espacio donde ir a comprar. Cualquiera que vaya regularmente se dará cuenta. Paradistas y clientela tejen una telaraña de complicidades que difícilmente se encuentra en ningún otro punto donde se practique el comercio. Esto, que más o menos pasa en cada localidad, todavía es más evidente en Barcelona, donde los mercados han desempeñado y desempeñan un rol fundamental en los barrios. Y la actualidad así lo demuestra, ya que un par de ellos han sido noticia.

El primero, la Boqueria, porque con la ciudad sin turistas ha reencontrado su alma. Aquello para lo que fue creado: alimentar a los vecinos. Cuando se construyó en 1836, aprovechando el espacio dejado por el convento de Sant Josep, que los manifestantes de las bullangas habían incendiado el año antes (entonces no había contenedores para quemar), no se hizo pensando en convertirlo en una atracción más del parque temático para turistas en que se ha convertido la Rambla del siglo XXI. El reto será saber qué harán los comerciantes cuando la turistada vuelva, porque volverá.

El segundo, en Gràcia, donde el debate es otro. Allí se está reformando el mercado de la Abaceria y, provisionalmente, las paradas se han trasladado al paseo de Sant Joan. Algunos querrían que ya no se movieran de allí, porque ahora que se ha derribado el antiguo y solo queda en pie la vieja estructura de hierro forjado, el vecindario ha descubierto que, en su lugar, quedaría muy bien una plaza para dar aire a la apretada trama de calles del corazón de la vila. De hecho la presión vecinal ha conseguido que se rediseñe el proyecto para recortar metros cuadrados del edificio en favor del espacio público.

Mientras, el viejo esqueleto, que está allí desde 1892, espera que de una vez por todas se decidan a arreglarlo. Forma parte de la vieja estirpe de edificios construidos entre 1875 y 1900 en diferentes puntos de la ciudad. Procede del mismo linaje que los del Born, la Llibertat, Sant Antoni, Barceloneta, Concepció, Hostafrancs, Clot y Poblenou. Comparten estilo arquitectónico, caracterizado por las columnas de hierro y las grandes aberturas que dan permeabilidad al edificio. Además, encajan perfectamente en su entorno.

Desde su creación se convirtieron en el centro neurálgico de una sociedad que todavía iba a comprar cada día, porque no existían los modernos sistemas de conservación de alimentos ni los supermercados.

Ellos fueron los pioneros. Después vinieron otros que florecieron allí donde la ciudad los necesitaba, hasta el punto de que ahora hay 39 mercados distribuidos por el municipio. Algunos son del tal belleza que te hacen sentir orgulloso de ir a comprar y la vianda parece que por fuerza tiene que ser más sabrosa cobijada bajo sus tejados.

Cómo salvar barrios

Durante los años 90 la ciudad apostó por modernizarlos y evitar que la voracidad de las grandes superficies y los centros comerciales se los tragara para siempre. Protegiendo, renovando y haciendo atractivos los mercados se salvan los barrios, porque donde hay un mercado hay vida. Y negocio. Antes de la pandemia, el sector generaba unos 1.000 millones de euros anuales y empleaba a unas 8.000 personas, muchas de las cuales han casi aprendido a andar entre el pescado, la carne y las verduras, porque el 40% de las paradas tienen más de medio siglo. Son negocios que pasan de generación en generación con tanto orgullo como esfuerzo para poder levantar la persiana cada día.

Se ve que este año Barcelona es la Capital Mundial de la Alimentación Sostenible. Pocas cosas hay tan sostenibles como ir al mercado y comprar productos de temporada. Esto salva el planeta pero también la identidad y la manera de hacer de este rincón del Mediterráneo.

Mercabarna, mercado de mercados

Mercabarna es el centro mayorista donde se proveen todos los vendedores desde que abrió sus puertas hace 50 años, en 1971, en sustitución del Born, que hacía aquella función desde 1921. Actualmente Mercabarna tiene el objetivo de convertir la capital de Cataluña en la ciudad europea más importante en el comercio internacional de alimentos frescos.

Compartir el artículo

stats