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La otra Ibiza

Vegana por necesidad

cristina franco decidió hace 13 años emprender una vida nueva en Ibiza tras cerrar su tienda

de moda en san sebastián. Sus problemas digestivos le han llevado a cultivar xeixa y a reiventarse

en torno a la comida vegana

La cocinera, con Perico Delgado y La Terremoto de Alcorcón. raíces de ibiza

Como buena vasca, a Cristina Franco la cultura de la buena mesa le encanta. Le gusta tanto comer que ha buscado una forma alternativa para disfrutar de la comida y esquivar sus problemas digestivos.

En 2009, con la crisis económica que azotaba la Península, Cristina se vio a abocada a cerrar su tienda de moda en el casco viejo de San Sebastián y a dejar a un lado sus colaboraciones como estilista para algunas cadenas de televisión.

Sin las ataduras de la tienda y con escasos ahorros se lanzó en 2009 a viajar a una isla que ya conocía tras varios veranos de vacaciones. Pronto encontró trabajo en uno de los beach clubs más de moda. Un trabajo en lo que describe como «la Ibiza que no es real y adonde iba gente muy adinerada». Este sustento se le acabó complicando al empezar a tener problemas en las manos. Por aquel entonces ya había empezado a cambiar su alimentación, y a su pesar dejó de comer muchas cosas como el pan, que le sentaba fatal.

Aunque ahora es vegana, asegura que no es «extremista ni una friki». Se califica como «alguien que da herramientas para comer mejor y ser más sostenible»

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Emprendedora, con el apoyo de un novio cocinero comenzó a elaborar sus propios panes. Probó a hacerlos con algarroba, «un alimento que ayuda a regular la digestión», asegura. Además, la naturaleza es sabia y si en Ibiza hay tantas algarrobas, hay que utilizarlas», dice esta vegana por necesidad.

Con muchas pruebas y errores, estudios sobre alimentación y sus manos algo dañadas, se propuso hacer panes, galletas y postres variados sin gluten, muchos de ellos con la vaina marrón. Al principio solo cocinaba para ella, pero un día vio la oportunidad de vender sus productos en el mercadillo de Sant Joan. El éxito fue casi inmediato. «Monté un puesto muy colorido, con muchos productos como si fuera una barra de pinchos de San Sebastián pero con empanadas, panes, galletas, rollitos veganos...», recuerda. Allí conoció a muchas personas que como ella sufrían intolerancias alimentarias y se fue animando a girar su vida en torno a la alimentación. Eso sí, aunque ahora es vegana, asegura que no es «extremista ni una friki». Se califica como «alguien que da herramientas para comer mejor y ser más sostenible».

Cristina Franco, en el mercadillo de Sant Joan. raíces de ibiza

De vender productos para celiacos pasó a cocinar platos veganos con recetas que le sentaban bien. Gracias al mercadillo conocía a mucha gente y puntualmente cocinaba en algunas casas. Uno de sus clientes, que le ayudó mucho en aquellos inicios, fue Guy Laliberté, el fundador del Circo del Sol.

En paralelo, conoció a otra persona fundamental en su vida, el biólogo Cristòfol Guerau de Arellano. «Él fue uno de los primeros en cultivar cereal xeixa y quien me enseñó», aunque los inicios no fueron fáciles y tuvo que recoger su primera cosecha a mano ella sola. Tras haber conseguido perfeccionar su cultivo de xeixa, ahora está enfrascada en recuperar el trigo tradicional, el mollar roig, mientras su huerto crece con plantas aromáticas y árboles frutales.

Cuando su vida en torno a la comida vegana empezaba a despegar con mucho éxito llegó el covid y tuvo que volver a reinventarse. Su salvación fueron los talleres de cocina, porque según dice le gusta mucho enseñar. Con poco trabajo, en pleno confinamiento le llamó TVE para participar en el programa ‘Dos parejas y un destino’, donde dio una clase de cocina a Perico Delgado y a La Terremoto de Alcorcón.

Sin parar, ha escrito dos libros, se ha comprado una pequeña food truck y está orgullosa porque ha contratado a una persona.

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