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Dominical | Imaginario de Ibiza

La irresistible trinchera de es Bol Nou

Un tajo en la cumbre del acantilado de la península de sa Caleta, en realidad boca de una zanja, ejerce como privilegiado mirador de esta atractiva ribera y del Puig des Jondal

La incisión en la pared terrosa. x.p.. x.p.

La madriguera se prolongaba primero en línea recta, como un túnel, y luego se hundía de pronto, tan de pronto que Alicia no había tenido siquiera tiempo de empezar a pensar en detenerse cuando ya se encontró cayendo en lo que parecía ser un pozo muy profundo. (Lewis Carrol, ‘Alicia en el país de las maravillas’).

Bañistas en sa Caleta. x.p.

En la cúspide del precipicio almazarrón que envuelve la playa de es Bol Nou, allá donde la península de sa Caleta se arranca a pegarle una dentellada al mar, se abre una incisión en la pared terrosa que inevitablemente atrae la mirada del bañista. Alguno, mientra se tuesta al sol o atraviesa la interminable orilla tras zambullirse, quizás se pregunte por el origen y significado del orificio de zócalo rectilíneo y paredes verticales, allá arriba. Por su tamaño podría ser la madriguera de un grifo, aquel ser mitológico originario de Oriente Medio, con cabeza y alas de águila y cuerpo y garras de león; la esfinge pájaro.

El inquieto turista permanece en ascuas hasta que observa una cabeza humana, prudentemente seguida del cuerpo al que se halla aferrada, asomarse por la hendidura. Descubre así que no es guarida de quiméricas alimañas, sino ajimez de exploradores fisgones, y muy probablemente acabe intercambiándose la posición por el extraño al que observa en lo alto. Cuestión de tiempo.

Una vez se bordea el acantilado y asciende por su retaguardia, a través del camino abollado que parte junto al chiringuito, aún hay que localizar el umbral del pasaje, disimulado tras un rústico edificio, antaño ruina y hoy proyecto de museo congelado en el tiempo. Formaba parte de las instalaciones militares y el campamento que proporcionaban soporte e intendencia a las baterías antiaéreas que aún se conservan en los alrededores y que eran parte de la defensa del aeropuerto y la costa sur de la isla, planeada al término de la Guerra Civil española.

Con la perspectiva del grifo que sobrevuela su gazapera, o recurriendo a Google Maps, si se quiere, se descubre que la apertura en el acantilado no es más que la boca de una trinchera excavada y descubierta en la mayor parte de su extensión, de poco más de veinte metros de largo. Probablemente fue desmontada a pico y pala por la soldadesca, con el objetivo de crear un punto de vigilancia sobre la orilla que cierra el acantonamiento por el oeste.

La sensación al atravesar la zanja, con sus paredes terrosas y los rayos de luz que se filtran entre los hoyos del techo y las ramas de los pinos altos, tiene que ser parecida a la de Alicia en la madriguera del conejo blanco. Sobre todo porque al final del pasillo, en la luz cegadora, el paisaje se abre al paraíso de es Bol Nou, aún más glorioso desde esta perspectiva cenital.

Una bandera tricolor que conforman el turquesa de la lámina de agua, inmóvil en los días apacibles, el polvo de ladrillo de la pared natural que la rodea y el cetrino de los pinos que cubren la estructura cónica del Puig des Jondal. Quienes que no adolecen de vértigo incluso incorporan el albero de la orilla en la base. A algunas madrigueras solo cabe asomarse.

Xescu Prats es cofundador de www.ibiza5sentidos.es, portal que recopila los rincones de la isla más auténticos, vinculados al pasado y la tradición de Ibiza

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