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Coses nostres

Aves anónimas de ses Salines

El archibebe claro, ‘camaverda’ en su nombre popular catalán, es una de las especies de aves limícolas que escogen las islas en sus migraciones y que, aunque no son tan abundantes ni llaman tanto la atención como los flamencos, contribuyen a conformar la rica biodiversidad del parque natural 

Camaverda fotografiado en el camino al sur de los estanques de es Codolar.

Los tonos grises variables con muescas oscuras y los detalles color siena de sus plumas jaspeadas, el contraste del blanco perfecto y su fino pico como florete de esgrima contribuyen a convertir a los archibebes en unas aves de una elegante y al mismo tiempo delicada belleza. Se suma a tal efecto la forma en la que deambulan por las orillas inspeccionando el fango, con su andares pacientes y el rápido movimiento, hacia adelante, de su cabeza. Y, sin embargo, los archibebes –con tan curioso nombre de probable origen árabe– son aves prácticamente desconocidas, discretas entre las más de 30 especies que constituyen la avifauna de ses Salines de Ibiza y Formentera.

El ornitólogo Oliver Martínez, miembro del Grup d’Estudis de la Naturalesa (GEN), explica que en las Pitiusas pueden verse hasta cinco especies distintas de archibebes (el género Tringa) y que sólo uno de ellos, el archibebe común (T. totanus), nidifica en Ibiza. Además es un grupo «de nueva incorporación» a las listas de aves nidificadoras, porque hace pocos años que su cría se ha constatado. El más frecuente, el más grande y el que más fácilmente puede observarse en las orillas de los estanques es el archibebe claro –camaverda es su nombre popular y Tringa nebularia en su denominación científica–, que jamás ha criado en la isla ni en el resto del país. «Es, en términos generales, la especie más abundante y la que con más regularidad se presenta», añade el ornitólogo. Aunque para el común de la población los archibebes sean unos desconocidos a los que se presta poca atención porque los grandes, numerosos y rosados flamencos –y algunas rapaces– parecen acaparar casi todo el protagonismo en los estanques, los expertos saben bien de su importancia para garantizar la próspera biodiversidad del parque de ses Salines. Es en sus zonas húmedas donde se concentran los ejemplares que llegan a la isla. En los recuentos de aves que se realizan cada mes de enero, la cifra de archibebe claro se eleva a doce o quince ejemplares, y Oliver Martínez indica que hay alguna cita histórica de treinta ejemplares, pero se trata de un hecho muy puntual.

Recorriendo las orillas

Los meses de invierno son los más adecuados para observar archibebes en los estanques de ses Salines, ejemplares procedentes de las colonias de Europa central y atlántica, aunque incluso en verano pueden verse individuos aún no reproductores que han decidido quedarse en el Mediterráneo. También conocidos con el genérico de andarríos, suelen encontrarse recorriendo las orillas, hundiendo sus largas patas –de color verde amarillento en el caso de Tringa nebularia– en el fango en busca de alimento, principalmente insectos y otros pequeños invertebrados. De ahí, claro está, proviene el término limícola con el que se agrupa a todas las aves que tienen su hábitat en el cieno, el limo, de las riberas, un entorno poblado por miles de organismos, a pesar de que a muchos pueda parecer solo barro.

El archibebe recorre la zona menos profunda con su andar lento, alzando las patas sobre la superficie del agua en cada paso, adelantando la cabeza en movimientos rápidos –de tal forma que en la mitad de las fotos que le hagas saldrá esa parte de su cuerpo algo movida– y hundiendo su pico de grises marengo en el agua. El pico, por cierto es una de las características por las que puede diferenciarse al archibebe claro de otros miembros de su familia, ya que lo tiene ligeramente curvado hacia arriba. Si se acerca algún posible depredador, el animal se mantendrá alerta hasta que considere que la cercanía es ya una amenaza real. Entonces, saldrá volando hacia el interior de los estanques emitiendo un sonido como un tiu tiu. Al fondo de las lagunas observarás siempre a los grandes flamencos, pero si te fijas en la vida en la orilla podrás contemplar y conocer a toda una serie de aves, más anónimas, que son también piezas fundamentales de la magia del parque natural. 

Cambio climático

Cada mes de enero, Medio Ambiente realiza un recuento de aves invernantes en todos los espacios naturales de las islas. Y más allá de las cifras concretas de cada especie, lo más relevante que los números y las diferencias que se detectan año tras año constatan es que el cambio climático está afectando a las migraciones de aves de una forma cuyas graves consecuencias aún no somos capaces de calcular. 

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