Coses nostres

El anticrepúsculo sobre el Mediterráneo

En amaneceres y atardeceres despejados, en las costas de Ibiza y Formentera y en el horizonte opuesto a aquel por donde sale y se pone el sol, el cielo se tiñe de tonos rosados y violetas en lo que se denomina el cinturón de Venus

En la imagen, el cinturón de Venus se observa en rosa sobre la sombra  de  la Tierra (la franja azul sobre el mar).

En la imagen, el cinturón de Venus se observa en rosa sobre la sombra de la Tierra (la franja azul sobre el mar). / CAT

Ibiza

Mientras por el oeste el sol colorea el cielo de tonos calientes tras desaparecer por el horizonte, en el lado opuesto, al este, el cielo se tiñe de rosa. Rosa y violeta. Es el cinturón de Venus -también llamado arco anticrepuscular o faja de Venus- y requiere unas condiciones atmosféricas adecuadas que no son raras en los horizontes de cielos despejados del Mediterráneo; de hecho, ocurre casi todos los días. Desde es Figueral, Cala Boix, Santa Eulària, o más al norte, desde ses Eres Roges, el cinturón de Venus ofrece, algunos días, espectáculos impresionantes.

Pero no dura mucho. Cuestión de minutos. El atardecer y el crepúsculo dan pronto paso a la noche. Antes de la negra oscuridad, el azul se traga al rosa y lo hace como si avanzara desde debajo del horizonte. Porque bajo la franja rosada, que no suele sobrepasar los 20 grados sobre el horizonte, se dibuja -cuando el tiempo lo permite- una nueva banda de color, asociada a la primera y que esta vez es de un color azul intenso que se torna grisáceo. Y aparece de tal modo que, en ocasiones, parece que el azul profundo, la hora azul, que precede a la noche, no caiga del cielo sino que se levante como un muro desde esa banda azul pizarra gris que no es otra cosa que la sombra de la Tierra. A menudo se cree que la sombra del planeta sólo puede verse cuando se produce un eclipse de luna, cuando la Tierra se interpone entre nuestra estrella y nuestro satélite, pero la verdad es que vemos nuestra sombra casi todos los días, dos veces al día, al amanecer y al atardecer, cuando la sombra se proyecta sobre el cielo. A veces, la sombra y el cinturón de Venus están perfectamente delimitados, como un nuevo horizonte trazado sobre el horizonte, y otras veces la línea divisoria se difumina y se producen degradados de tonos azules, violetas y rosas.

El fenómeno descrito se explica por la dispersión de los tonos rojos de los últimos rayos de sol y la mezcla con el azul del cielo. Y se produce tanto al atardecer como al amanecer, en el crepúsculo matutino y en el crepúsculo vespertino. Sin embargo, si se quiere observar al amanecer, la operación tiene que ser al contrario de lo ya explicado; es decir, para contemplar el cinturón de Venus, el arco anticrepuscular, en todo su esplendor, antes de salir el sol, al alba, hay que buscarlo mirando hacia el oeste. Y, por supuesto, no sólo puede presenciarse sobre el mar, pero la línea recta de su horizonte suele contribuir a que destaquen mejor las franjas de color y se reconozca mejor el segmento oscuro, que es como se denomina a la sombra de la Tierra. Son fenómenos atmosféricos de los que se disfruta con frecuencia sin saber que tienen un nombre y tal vez desconociendo su causa.

Respecto al exótico nombre de la franja rosada, hay que decir que esta peculiaridad de la atmósfera lo comparte con una especie de ctenóforo (animales marinos similares a las medusas), y en los dos casos es una referencia mitológica por la forma de lo nombrado que no guarda relación con el planeta Venus.

La sombra del planeta

Asociado al cinturón de Venus podemos contemplar otro fenómeno atmosférico, el llamado segmento oscuro. Aunque suele pensarse que sólo vemos la sombra de la Tierra cuando se cruza entre el Sol y la Luna, o sea, durante un eclipse, lo cierto es que vemos esa sombra prácticamente a diario. Es la franja azul que se forma bajo la banda rosada del cinturón de Venus. Es la Tierra reflejándose en el cielo.

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