De familia de agricultores, Neus Costa nunca pensó que se encontraría en un futuro arando la tierra. Su vida iba por otro sitio. Cuando se marchó a estudiar Empresariales a la Universidad Autónoma de Barcelona, estaba decidida a encaminar su vida hacia el mundo de la economía. Así fue. Volvió a Ibiza con su título y comenzó a trabajar en la Banca March. «Empecé desde abajo y llegué a ser directora de dos oficinas pequeñas, en Sant Miquel y en Sant Antoni», recuerda.

En los 11 años que estuvo dedicada a lidiar con cuentas corrientes y fondos de pensiones, tuvo a su segundo hijo, momento que coincidió con la jubilación de su padre. El dilema estaba en volver al banco o dejar su carrera profesional para hacerse cargo de las tierras. El periodo de baja maternal fue el detonante que le animó a abandonar su trabajo de despacho y cambiarlo por la tierra. «En el banco tenía un buen empleo, pero muy estresante, cada vez me aumentaban los objetivos y el horario se alargaba mucho por la tardes, así que decidí trabajar para mí y no echar a perder la tradición iniciada por mis abuelos», cuenta Neus Costa. Una decisión de la que no se arrepiente: «A veces trabajo muchas horas, llego a casa agotada y con las manos manchadas. Pero creo que el banco es más sucio que el campo».

Desde entonces, en 2017, esta nueva payesa hace de todo en sus fincas de Can Soldat, en Buscastell, y en Santa Gertrudis. Lejos de la presión de la oficina, Neus confiesa que del campo le gusta todo porque «es relajante y no existen los problemas ni se siente presión alguna».

Con la gran ayuda de su padre, Vicente, que le guía y aconseja en cómo cultivar la gran variedad de productos que cosecha, Neus ha descubierto que una de las grandes satisfacciones es contemplar como crecen las frutas y verduras. «Me resulta muy curioso ver que de algo tan pequeño como una uña puede surgir una sandía de varios kilos. Es muy agradable recoger una fruta lista para comer». Lo que menos le apasiona es recoger tomates, quizá porque de pequeña ayudó a colocar muchos. A pesar de ello, asegura que «salen muy ricos». Excepto ésta, el resto de las labores agrícolas le gustan, aunque confiesa que todavía le cuesta detectar las plagas.

Para Neus, su trabajo en plena naturaleza es un privilegio, a pesar de estar poco valorado. Tanto que hubo quien no entendió que cambiara el banco por el campo.

En su opinión, la mayoría de la gente no sabe lo que hay detrás de la agricultura, ni siquiera de dónde sale una berenjena, y eso que algunos programas de televisión están haciendo una gran labor.

Con aires nuevos, amplios conocimientos en gestión empresarial y la ayuda de su familia, desde que se puso al frente de Can Soldat ha renovado el invernadero e introducido cultivos nuevos. Algo que ya inició Vicente, hace unos 50 años, cuando transformó la finca de sus padres, dedicada a alimentar a las vacas, en un terreno con una gran variedad de verduras y hortalizas. Comenzaba a llegar el turismo y vio la oportunidad de vender a los restaurantes, en una época en la que no existían las fruterías, por lo que también montó un puesto en el mercado payés de Sant Antoni.

Ideas tampoco le faltan a Neus. A la reciente puesta en marcha de la página web para vender sus productos, se unirán las plantaciones de árboles frutales.