Es uno de esos elementos de Dalt Vila que, a pesar de encontrarse a plena vista y en lugar opulentamente concurrido, pasa siempre desapercibido. A fin de cuentas, es el simple remate de un muro en forma de columna y bola de piedra, el pilón que separa el patio de armas de la subida hacia la plaça dels Desamparats (la de la estatua de Isidor Macabich). Y, sin embargo, si en los años 80 y 90 los chavales de Vila convirtieron en punto de encuentro el reloj de s'Alamera (cuando el reloj no tenía aspecto de árbol de hojalata), mucho antes, en tiempos en los que Dalt Vila y su plaza tras el patio de armas podían considerarse céntrico enclave de la vida pública ibicenca, es Piló fue un recurrido lugar de encuentro.

«En algún otro punto de la ciudad, donde se impone una vuelta, hay esas esferas de piedra. La de la Plaça de Vila recibió las manos de veinte generaciones, casi como reliquia. No suelen, sin embargo, llegarle manos blancas. Pero es lugar de encuentros, saludos y charlas. En él se cruzan los que suben a la ciudad alta con los que bajan de ella. Els vaig trobar girant es Piló... ¿Cuántas veces hemos dicho esta frase los ibicencos?». El párrafo está extraído del libro 'Lo que Ibiza me inspiró', de Enrique Fajarnés Cardona, todo un recurrido (también) compendio de recuerdos.

De manera algo más enrevesada y jocosa se describía este modesto elemento en un destacado de la edición del 26 de abril de 1980 de Diario de Ibiza titulado 'Piló magne de Dalt Vila'. «Es Piló, remate del muro que media la Plaza Luis Tur y Palau y la Calle Ignacio Riquer, muñón cilíndrico de piedra gris, término de la zanca de piedra y argamasa que prolonga la muralla de la parte sur del patio de armas, hacia poniente, es piló, o pila, en su parte superior llombrigolat, centinela mudo de la balconada de la Plaça de Vila, torniquete taciturno de la entrada principal de la vieja Dalt vila, crujía del ir venir de generaciones, testimonio silencioso de conversaciones afectuosas y discordias, báculo pétreo inmoble, espectador apagado, invidente, de hileras religiosas y formaciones militares, acompañamientos fúnebres, manifestaciones populares, itinerario de grandes personalidades, vecino inseparable del magistrado romano que preside el comercial de la ciudad alta, juguete inmóvil de gente menuda, engrasado del sobar, sin intermisión, mutilado por su duradera misión urbana de tantos años de servicio público».

Sobrenombres

La plaza Lluís Tur Palau es, evidentemente, la plaça de Vila, que, justo un año después de este texto, cambiaba de nombre haciendo oficial el que ya se usara popularmente desde hacía muchos años, incluso siglos. Y a tal relación de sustantivos adjetivados podría sumarse la de testigo de un crimen, el de un zapatero conocido como Pepet de sa Jaia. Es otra de las historias que cuenta Fajarnés Cardona en su libro, una historia fragmentada por la subjetividad de la memoria y sin fecha. El tal Pepet era portero del Teatro Serra (conocido en sus inicios, en los años 20, como sa Barraca) y una noche discutió con un joven que, al finalizar la función, lo siguió hasta Dalt Vila. Pepet vivía en la calle Pere Tur y el joven lo siguió hasta la Plaça de Vila, donde le aplastó la cabeza con un mazo de pescador.

A toda la historia que ya acumula es Piló, añade quien firma el citado destacado de Diario de Ibiza -un tal A. Tur (Fornet)- que ha dado también origen a sobrenombres como Joanet des Piló, Marieta des Piló y sa botiga des Piló. Y ha dado lugar, asimismo, al topónimo de sa pujada des Piló.

Entre es Piló y el muro del Museo de Arte Contemporáneo de Ibiza que hace esquina con el portal que cierra el patio de armas (la puerta sobre la que descuella una cruz), el Ayuntamiento ha instalado unas enormes y modernas jardineras que rompen por completo la estética renacentista, el encanto de ciudad antigua, de este rincón de Dalt Vila. Y, por ende, malogran prácticamente cualquier fotografía en la que se quiera incluir parte del patio de armas y sa pujada des Piló. Cuestión de detalles.

El crimen de un zapatero

La historia de este crimen la cuenta Enrique Fajarnés Cardona en 'Lo que Ibiza me inspiró'. Ocurrió cuando, tras una discusión en sa Barraca, un joven siguió al portero del cine mientras este se encaminaba a su residencia en la calle Pere Tur, y, alcanzándolo en la plaça de Vila, le golpeó en la cabeza con un mazo de pescador.