Habrá quien conozca Vega porque Carl Sagan la eligió como el punto concreto del firmamento desde el que se recibía una señal de vida extraterrestre codificada con imágenes del discurso de Hitler en los Juegos Olímpicos de Berlín. Habrá quien crea que el prolífico astrofísico se inventó la estrella como se inventó que esas imágenes de Hitler en el 36 fueron las primeras señales que lanzamos al espacio. Lo cierto es que Vega no sólo existe sino que fue la estrella polar unos 12.000 años antes de Cristo y volverá a serlo en un futuro lejano. Nunca se han recibido señales extraterrestres desde sus confines, pero es la estrella que se usa de referencia para fijar la magnitud, el brillo, de todas las estrellas del firmamento.

Y Vega es también el punto superior del triángulo de verano, el asterismo celeste más notable de los meses de julio y agosto. «Está formado por las tres estrellas principales de tres constelaciones distintas y es muy fácil de encontrar en el cielo, atravesado por la Vía Láctea», explica el presidente de la asociación astronómica Club Newton, Pep Marcús. «Puede verse claramente a Levante, al este, ya a primera hora de la noche», continúa, «y aunque en realidad es visible desde febrero hasta diciembre, sólo en verano, sobre todo en julio y agosto, puede verse tan bien y tan completo poco después de anochecer». Especialmente espectacular es contemplarlo -por aportar una posición del triángulo desde Ibiza - cuando Vega alcanza la vertical del faro de es Moscarter, en Portinatx.

Los otros dos vértices de este triángulo son las estrellas Deneb y Altair. Y las tres, aunque desde la Tierra pueden verse como si estuvieran en un mismo plano, se encuentran a distancias distintas. Vega se halla a 25 años luz en la constelación de Lira, mientras que Altair, la más débil, en el Águila, está a 16 años luz. Deneb, por su parte, es una rara supergigante blanca muy lejana, cuya distancia se calcula en unos 1.425 años luz. Se encuentra en la constelación del Cisne.

Cada una de las estrellas con sus correspondientes constelaciones tiene su historia mitológica. Lira, por ejemplo, forma parte del mito de Orfeo, el que amansaba a las fieras con su música. La constelación del Cisne (sa Creu del Cel en las islas) hace referencia a un ave amiga del hijo de Helios a la que, cuando él murió, los dioses situaron en el cielo para consolarla. La brillante Deneb es la cola del cisne y la constelación destaca, astronómicamente, por los agujeros negros que se han descubierto en ella. La del Águila alude, entre otros, al mito de Prometeo, el que robó el fuego a los dioses. Un mundo fantástico y complejo del que debe destacarse un mito de la cultura japonesa. «No podemos olvidarnos del Tanabata, una fiesta de las estrellas que se celebra en Japón rindiendo homenaje a una leyenda oriental que habla de la princesa del cielo, Orihime, que se enamoró del pastor de las estrellas, Hikoboshi. El año pasado el Club Newton, para dar a conocer esta cultura, celebró su propio Tanabata en un yacimiento arqueológico de Mallorca. La intención era hacerlo cada año», explica el presidente del Club Newton, que considera la festividad «un sant Joan a la japonesa». Y la relación del cuento de la princesa y el pastor con el triángulo de verano es que ella está representada por la estrella Vega y él es Altair, separados por la Vía Láctea y por una maldición. Y cuenta la leyenda, con algunas variaciones según la fuente, que una sóla vez al año, el 7 de julio, los dos amantes pueden reunirse, con la ayuda de una bandada de grullas que con sus alas conforman un puente sobre la Vía Láctea.

Y más allá de la mitología, el triángulo guarda lo que Marcús denomina «tesoros ocultos», que otorgan al conjunto ya fantástico un aura de misterio esotérico. En el interior del triángulo puede encontrarse «un asterismo curioso que forma una percha invertida (cúmulo de Brocchi), entre Vulpecula y Sagitta». También 'nada' dentro de la Vía Láctea y del triángulo la constelación del Delfín, Delphinus, una de las más antiguas que se conocen y que en Ibiza era antaño conocida como sa Dofinera.

El descubridor de mundos

Una región comprendida entre Deneb y Vega fue el campo de trabajo del observatorio espacial Kepler, lanzado en 2009 para buscar exoplanetas (planetas extrasolares que orbitan otras estrellas). El resultado fueron más de 2.000 exoplanetas localizados, la revelación de que los planetas rocosos como la Tierra y situados en zonas habitables son abundantes y la acumulación de un sinfín de datos que, a sólo año y medio del fin de la misión, aún se están analizando.