Los alumnos de la clase de 1ºA del colegio Sant Antoni conocen muy bien cómo cuidar de los erizos. Una de sus compañeras, Lía Barrena Ortín, les ha enseñado lo importante que es protegerles, ya que «están en peligro de extinción» porque «a muchos los atropellan en las carreteras», recuerda Miquel, un compañero de seis años.

Hace algunas semanas, la profesora encargó a los alumnos que buscaran un tema que les apasionara para compartirlo con sus compañeros durante una clase. Lía, de seis años, se declara una cuidadora nata de los animales y de los muñecos «bebés reborn», como ella misma confiesa. Por eso, junto a su madre, Lucía Ortín, decidieron acudir a Can Hog, el centro de recuperación de erizos que desde hace algo más de un año gestiona Adila en Port des Torrent.

«Una amiga se encontró un erizo que estaba enfermo y la acompañamos a Can Hog», informa Lucía. «A Lía le encantó y decidimos volver a que Adila, la encargada del centro, nos contara más sobre su cuidado». En las instalaciones, más de 40 de estos puntiagudos animales aguardaban la llegada de la primavera para volver al campo, mientras se recuperaban de sus dolencias. «Algunos están resfriados por las bajas temperaturas, a otros les ha atropellado un coche y otros están enfermos. Adila es una experta cuidándoles», destaca.

Una ayuda extra

Fue entonces cuando madre e hija decidieron pasar a la acción. «Queríamos ayudar y creamos el proyecto», continúa la progenitora. Lo primero de todo: dar visibilidad a Can Hog. Para ello, Lía, cámara en mano, grabó durante sus visitas al centro los cuidados que requieren estos pequeños mamíferos. Con un guión técnico y otro con la información que deseaban compartir, comenzaron a montar un pequeño vídeo, que más tarde enseñarían en clase.

«Lía grababa los audios en casa y luego montábamos las imágenes juntas», relata Lucía. El segundo paso fue adoptar a tres de los animales y llevarlos a casa para «quitarle un poco de carga a Adila, que no cuenta con ningún apoyo ni subvención». Así que Harry, Oliver y Pinchitos se mudaron a casa de Lía y permanecerán allí hasta que «estén rehabilitados». «Para cuidar de los erizos necesitas tener un recipiente para el agua, una caja grande con periódicos -para que hagan sus necesidades- y paja para resguardarles del frío», informa Lía, que ya es toda una experta.

«Además, hay que darles comida de gatos», añade mientras confiesa que le dará pena despedirse de estos nuevos amigos cuando llegue la hora de soltarlos de nuevo en el campo, aunque sabe que «es lo que hay que hacer».

Con los erizos en casa, llegó el momento de involucrar a los compañeros de clase. «Llevamos el vídeo al colegio y les contamos todo lo que habíamos aprendido sobre los erizos», cuenta Lucía. Y no es poco. «Hay que protegerles porque les atropellan los coches y están en peligro de extinción», apunta uno de los niños. «Es que tienen las patitas muy pequeñas y no pueden escapar», opina David.

Una lección aprendida

«Muy bien chicos. El 20% muere en las carreteras y por eso hay que ayudarles», prosigue la madre de Lía. «La comida de gato es su favorita», recuerda una de las pequeñas. «Y también los insectos», añade su compañero. «Y cuando tienen miedo sacan sus pinchos para defenderse de otros animales», señala una sonriente Laura. «Como de mi perro», añade entre risas Jimi, que confiesa que su perro Bono siempre que los ve «intenta comérselos» pero «no puede» porque «pinchan».

Actos heroicos

El mensaje cala entre los pequeños que, desde entonces, se declaran «protectores» de estos animales. «Cuando estaba en el coche con mi padre había uno en la carretera y le dije que parase para ayudarle. Mi padre lo cogió, lo soltó en el campo y el ericito se fue corriendo», cuenta uno de los niños. «Yo también vi uno, lo metimos en una caja y lo llevamos al bosque», comenta otra pequeña.

Para continuar con su misión, Lía y Lucía les animaron a colaborar con Can Hog con algo de comida. Y así fue. Más de 20 paquetes de comida de gatos de entre dos y cinco kilos llenaron la clase de Primaria con destino Can Hog.

Y para terminar, una sesión de manualidades para elaborar señales con dibujos y avisar de la presencia de estos animales a los conductores, para que reduzcan la velocidad. «Hicimos diez señales y ahora tenemos que colocarlas en los caminos secundarios para alertar a los coches», comenta Lía motivada. «Sí, tenemos que salvar a todos los erizos», responde uno de los comprometidos niños. Así que, erizos de Ibiza, no teman, los alumnos de 1ºA están aquí para salvarles.