Diario de Ibiza

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Sa Cova de ses Dones y el astillero del holandés

La playa escondida de Can Toni Fita, con su gigantesca plataforma de hormigón junto al mar, constituye un enigma

Orilla de la playa de Can Toni Fita.

Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos (Jorge Luis Borges).

Entre las múltiples visiones de la isla que coexisten también figura la de Ibiza como amalgama de sueños rotos que han acabado sembrando el paisaje de cicatrices. Encontramos estructuras inacabadas, como el hotel de Cala d'en Serra o la sucesión de esqueletos de hormigón que se alinean en Cala de Bou, y también ruinas entre las figuran el Festival Club o el delfinario de ses Salines. La fotogenia que proporciona el aura decadente que envuelve algunos de estos espacios ha hecho de ellos enclaves de peregrinación. Otros, al contrario, pasan absolutamente desapercibidos y su origen acaba engordando el catálogo ibicenco de misterios e imprecisiones.

La playa escondida de Can Toni Fita, con su gigantesca plataforma de hormigón junto al mar, constituye uno de estos enigmas. Sin embargo, aún no ha sido engullido del todo por el olvido y, con cierta indagación, la intriga se desvela. Constituye uno de esos escondrijos que se descubren sin querer, al explorar la costa sin prisas y curiosear en las bifurcaciones. Dicho rincón aguarda a mitad de camino entre sa Caleta y es Codolar, tras un desvío brusco que parte de la carretera y desciende hacia el mar. El camino, minado de baches, cae medio centenar de metros hasta desembocar en la orilla. Allá donde concluye aún existen las ruinas de una rampa que permitía acceder al mar con remolque. Está protegida por un grueso dique que las olas también han logrado derribar. A continuación, una extensa plataforma de hormigón a modo de muelle, de unos veinticinco metros de largo por doce de ancho.

Elevada sobre este inesperado malecón, una casa de extraña estructura y aspecto industrial en origen, pero a la que se ha dotado de lujosos materiales en una remodelación que parece reciente. Sorprende hallar una vivienda particular tan pegada al agua y al final de tan ruinoso sendero, impracticable para un utilitario normal.

A continuación del atracadero, tres grutas horadas en la roca a modo de varaderos, que aprovechan el hueco del acantilado. Se dice que el nombre del propietario de una de ellas, la más antigua y anterior a la reconversión de la cala, también sirvió para bautizar la orilla de cantos menudos y arena que aguarda después. En verano la frecuentan cuatro bañistas que la conocen y aquellos que la encuentran por casualidad. Su orilla esmeralda resulta cristalina incluso agitada.

Un holandés y un ibicenco

La playa de Can Toni Fita antaño tenía otro nombre. Los payeses conducían a sus rebaños hasta s'Arrentador de es Codolar para lavarlos con agua de mar. Mientras tanto, las mujeres se zambullían con los refajos, siguiendo el imprescindible protocolo de bañarse alejadas de la mirada de los hombres. Esta era la orilla elegida y por eso todo el mundo la conocía como sa Cova de ses Dones, topónimo que se repite a lo largo y ancho de la costa pitiusa por idénticas razones.

A finales de los años 60 un holandés y un ibicenco -entonces las leyes vigentes impedían a los extranjeros adquirir parcelas en solitario-, compraron la finca que incluía este trozo de playa, con el objetivo de construir un astillero y un taller anexo. A pocos kilómetros, hacia sa Cova Santa, erigieron también una nave donde se ubicaría una fábrica pionera de barcas de fibra. El proyecto fue bautizado como Puerto Solaris, aunque quedó paralizado antes de arrancar, con el muelle y los edificios ya terminados, a consecuencia del fallecimiento del holandés. La huella de su sueño, sin embargo, se mantiene como una cicatriz sobre la superficie de Ibiza.

De taller náutico a villa

Tras el fallecimiento del impulsor del proyecto, la finca pasó por varias manos hasta ampliar el inventario de propiedades de la polémica empresaria de Casa Lola, que incluso ha sido condenada judicialmente. Ésta convirtió el viejo taller del holandés en una villa de alquiler, pese a estar dentro de la zona marítimo-terrestre, pues se halla a diez pasos del mar. Arriba, al otro lado de la carretera, dentro de esta misma finca, se yergue otra de sus casas de lujo, también ampliada ilegalmente al estilo de la Casa Lola de es Cubells.

Xescu Prats es cofundador de www.ibiza5sentidos.es, portal que recopila los rincones de la isla más auténticos, vinculados al pasado y la tradición de Ibiza.

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