Fútbol
El Girona también cae en Las Palmas
Marcos López
Tenía el encuentro controlado. Ni un remate a puerta había firmado el Las Palmas en la primera mitad. Parecía que no había peligro hasta que el Girona entró en unos minutos terroríficos, que le condenaron a la derrota. Minutos llenos de problemas en ese tramo final del primer episodio de un partido que creía y sentía suyo.
Pero se lesionó Francés, otro problema muscular más, el equipo se quedó con 10 y entonces, aprovechándose de un desajuste defensivo al estar en inferioridad, apareció Álex Muñoz por el flanco izquierdo del ataque –allí tenía que estar Francés o su sustituto- para marcar el primer gol del equipo canario. Primer disparo a puerta, primer gol. Y único completando un inicio perfecto para Diego Martínez, el nuevo entrenador del Las Palmas: dos encuentros, dos victorias, seis puntos de seis. Y lo saca del descenso, mientras el Girona tropieza de nuevo, pagando, otra vez, su poco gol.
Entró bien el Girona en el partido, pero no le sirvió de nada. Entró con convicción y, sobre todo, con el dominio casi absoluto del balón. Llegados los 10 primeros minutos, incluido el gol anulado a Van de Beek (m. 5), los ordenadores que controlan la posesión echaban humo, con un aplastante 76% para el equipo de Míchel, quien introdujo novedades en el once. Aunque todo eso acabó siendo un espejismo porque se fue diluyendo con el paso de los minutos.
Debutó Selvi de titular
Hubo también novedades también en la pizarra. En el once porque necesitaba dar descanso a Yangel Herrera, que había jugado nueve partidos en 31 días, abriendo así la puerta de la titularidad para Selvi, un joven e interesante medio centro. Tiene 19 años y ya había jugado –apenas un minuto- en Primera cuando se estrenó ante el Getafe en agosto de 2023.
Y ahí estaba Selvi, en ese enrevesado cruce de caminos que confluyen en el centro del campo formando una inusual pareja con Donny van de Beek, mientras Arnau, el chico para todo de Míchel, se iba al flanco derecho. Ejercía de doble lateral, volante y hasta de extremo diestro, prueba de su extraordinaria polivalencia.
Cambios en el once para preservar la integridad física de Yangel Herrera y novedades tácticas como la inclusión de Misehouy, que se estrenaba como titular, ubicado por detrás de Miovski. Ese buen arranque del Girona con el balón quedó luego equilibrado cuando el conjunto canario, que tenía el debut en casa de Diego Martínez, su nuevo entrenador, se desperezó sacándose de encima el dominio adversario. Poco a poco, el partido se iba equilibrando.
Doble ocasión salvada por Cillessen
Hasta que apareció Danjuma, cada vez más entonado por la banda izquierda, para generar peligro en una doble ocasión. Y no por los delanteros sino por laterales ‘postizos’, tipo Arnau, cuyo disparo fue felinamente repelido por Cillessen. La jugada continúo en el área canaria. Apareció otro lateral ‘postizo’ porque nunca Miguel se sabe lo que es para obligar al exportero del Barça a sacar una providencial mano para evitar el primer gol del Girona. Dos remates a puerta en una misma acción. Ese fue el momento de mayor amenaza del equipo de Míchel.
Pero antes de que acabara la primera mitad llegó otra lesión. Una más de carácter muscular. Es Alejandro Francés, quien tuvo que pedir el cambio cuando quedaban cinco minutos para terminar la primera mitad ya que notó unas molestias en la pierna izquierda. ¿Y qué hizo Míchel? Pues quería retrasar a Arnau a la defensa y colocar a Papa en el campo.
Aunque llegó tarde porque el colegiado no autorizó el cambio. Y cuando lo ordenó ya era demasiado tarde porque llegó el gol de Álex Muñoz aprovechando que no había nadie aún en esa zona derecha de la defensa del Girona.
El 1-0 llegó jugando con 10 el Girona
Fue una sucesión de malas noticias. Primero, la lesión de Francés; luego, el gol del Las Palmas y después el enfado monumental de Míchel, irritado porque el cuarto árbitro no autorizó el cambio que había pedido un par de minutos antes. O sea, el desastre para el Girona, que tuvo un fatídico desenlace de la primera parte.
Tanto le costó recuperarse de ese catálogo del horror que apareció en la segunda mitad desprovisto de fútbol. Y, especialmente, de carácter. Se le iba escapando el partido, con el 1-0 ejerciendo de condena desde el marcador del Estadio Gran Canaria.
Cambios sin éxito
Por eso, Míchel tomó decisiones con los cambios quitando a Selvi –correcto debut el suyo- para que la veteranía de Blind, y ejerciendo de medio centro- despertara a su equipo.
Ni así. Estaba plano, insípido, sin energía, como si le hubieran quitado una de las dos pilas que le debían suministrar la electricidad necesaria para iluminar a un equipo que se quedó a oscuras. Todo fue tan extraño que hasta Juan Carlos, el portero suplente, recibió la tarjeta roja sin salir siquiera del banquillo. Y el Girona, acostumbrado a mirar la pasada temporada hacia arriba, ahora tiene la vista girada hacia abajo.
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