Lanzado por su versión más imparable de la temporada, trepidante, preciso, desbordante e incontestable, el Atlético de Madrid se reafirmó con un formidable partido contra el Valencia, al que arrolló desde el primer segundo, muy por encima de su oponente, y al que noqueó con los goles de Griezmann, Carrasco y Lemar para consolidar la tercera plaza, ya a cinco puntos de la segunda posición del Real Madrid, a la espera del clásico de este domingo contra el Barcelona.

Cierto que necesitó del VAR en un momento dado, a la media hora, cuando ganaba por 1-0, tan cierto como que la falta en el otro lado del campo que originó el contragolpe del Valencia y que provocó la anulación del 1-1 de Hugo Duro fue evidente o como que el duelo fue una expresión absoluta de superioridad del Atlético a la que jamás fue capaz de oponerse el bloque dirigido por Rubén Baraja, todavía fuera del descenso, a la espera del marcador del Getafe.

El Atlético ha llegado tarde a la Liga. Cuatro meses después. Demasiado tiempo. Demasiadas concesiones. No supo convivir, como dice Simeone, con los momentos más bajos del curso, que ahora le pasan factura cuando se encuentra mejor que nunca desde que fue campeón de Liga en 2020-21. Se quedó tan lejos de la cabeza, que hoy parece inabordable, sin ningún motivo que le haga creer que aún es posible, ni siquiera un partido como el de este sábado.

Es la decepción de la montaña rusa que atravesó en los cuatro meses precedentes. Sin identidad ni calma, devorado por la presión y el conflicto. Por la pérdida de una esencia. O por la incapacidad para reinventarse como hizo otras tantas veces en el pasado y como ha hecho desde el Mundial 2022 en adelante. Los números son la mejor expresión: diez jornadas consecutivas invicto, ganador de cinco de sus últimos seis duelos, en el podio...

Y con un partido espléndido ante el Valencia. Reactivado con una personalidad diferente, consciente en cualquier caso de que no es -ni lo será- una temporada tan satisfactoria como muchas otras anteriores, el Atlético más ofensivo, más concluyente, reencontrado con su gente y consigo mismo en el Metropolitano, refuerza en su presente que es un equipo para más que conformarse con la undécima clasificación consecutiva para la Liga de Campeones.

El ejemplo contra el Valencia lo hace incuestionable. No especula. Ni contempla. Ni espera a su rival. Lo aborda, lo desborda y lo derrota. No hubo matices en su propuesta. Le añade una confianza que antes no tenía, adaptado el equipo a los parámetros en los que mejor se sienten sus futbolistas, lanzados desde el Mundial 2022 en adelante.

Su adversario resistió hasta el minuto 23. Hasta entonces se movió en el alambre, al filo de la caída, devorado por cualquiera de las cualidades de un partido de fútbol. Por posición, por posesión, por fútbol, por ocasiones, por intensidad, por ambición, por tensión... El Atlético fue vertiginoso, pero también de precisión milimétrica, al primer toque, inalcanzable para su rival, que corrió detrás de sombras hasta el gol en contra y más allá.

Lo anotó Griezmann. Aparece en todas partes cuando ataca, en todos los lados cuando defiende. Es un futbolista incalculable para este Atlético. Incluso de un mal pase, que le rebotó en el tacón, sacó oro dentro del área, capaz de rehacerlo en el gol del 1-0 cuando armó su tiro ya inapelable con el pie izquierdo, fuera del alcance de Mamardashvill.

No marcó antes el voraz grupo de Simeone porque le faltó pegada. Su salida magnífica de balón, su trepidante transición, su estupendo despliegue y su desborde en ataque se había quedado en nada en el marcador hasta entonces. Incluso, la fantástica jugada de catorce pases que aplacó el guardameta cuando Memphis, rematador final, pasador antes, como un pivote de fútbol sala, conectó el tiro a servicio de Mario Hermoso, a un nivel increíble.

En este aspecto, el Atlético es imparable... O casi. Necesitó la intervención del VAR para sostener la ventaja a la media hora. La revisión de Munuera Montero en el monitor a pie de campo invalidó la jugada que, instantes después, desembocó en el 1-1 de Hugo Duro, entre la bronca estruendosa de las más de 58.000 gargantas del Metropolitano, por una falta que vio todo el mundo menos el colegiado, por un pisotón de Foulquier a Memphis cerca del otro área. El VAR lo avisó, él lo comprobó en la televisión y señaló la infracción.

Una ilusión fugaz para el Valencia, sobrepasado antes y después por el Atlético. Lo soportó con un mínimo daño hasta entonces, cuando apareció el descanso como un alivio para el conjunto que dirige Rubén Baraja, cuyas opciones ofensivas fueran limitadas. Porque el conjunto rojiblanco no sólo ataca ya con una determinación expresiva, sino que, sobre todo, acosa al rival con una presión tremenda a la pérdida de la pelota para armar su siguiente ofensiva. No para.

Ni se conforma. Su salida en el segundo tiempo terminó definitivamente con el Valencia, que había sobrevivido por las paradas de su portero, el mejor de todos los visitantes, el responsable de que el partido hubiera reanudado la acción con tan solo un 1-0. Fue nada más cuestión de unos minutos, cuatro en concreto, con otra intervención de Mamardashvill, que no pudo ya alcanzar todo: Carrasco conectó con una pared con De Paul y culminó el 2-0. Un triunfo indudable.

Aún más después. Al Atlético le sale casi todo. Cinco minutos después de la entrada en el campo de Morata y Lemar, el delantero -el único internacional español en la primera convocatoria de Luis de la Fuente- sirvió el 3-0 al futbolista francés, que remató de cabeza el partido. El conjunto rojiblanco está lanzado. El Valencia, con la reaparición de Cavani un mes después (entró para jugar los últimos 20 minutos), mantiene su sufrimiento. El descenso lo acecha.

- Ficha técnica:

3 - Atlético de Madrid: Oblak; Nahuel, Savic, Giménez, Hermoso, Carrasco (Correa, m. 70); Llorente (Barrios, m. 70), Koke (Witsel, m. 76), De Paul (Lemar, m. 62); Griezmann, Memphis (Morata, m. 62).

0 - Valencia: Mamardashvili; Foulquier, Comert, Cenk, Gayá; Thierry Correia (Lino, m. 62), Hugo Guillamón, Nico González (Almeida, m. 70), Yunus Musah (Ilaix, m. 62); Hugo Duro (Cavani, m. 70) y Kluivert (Castillejo, m. 76).

Goles: 1-0, m. 23: Griezmann. 2-0, m. 49: Carrasco. 3-0, m. 67: Lemar.

Árbitro: Munuera Montero (C. Andaluz). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Griezmann (m. 4) y Llorente (m. 42).

Incidencias: partido correspondiente a la vigésima sexta jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio Cívitas Metropolitano ante 58.317 espectadores.