Atletismo

Veto al pasaporte biológico y tímida condena social: ¿sale barato doparse en España?

El atletismo español alza la voz y pide a las autoridades abandonar la "dejadez administrativa" y endurecer las sanciones a los "tramposos" | "Los medios que tenemos no se usan bien y no se está trabajando en la línea que se debería", subraya Víctor García, atleta olímpico y campeón nacional

Atletas cruzan la línea de meta en una competición internacional.

Atletas cruzan la línea de meta en una competición internacional. / EFE

El pasado domingo, Adrián Ben entraba primero en la meta de la final de los 800 metros en el Campeonato de Europa de pista cubierta que se celebró en Estambul. Minutos después, Quique Llopis sufría una brutal caída que le dejaba inconsciente en el suelo y hacía que su familia y todos los aficionados al atletismo contuvieran la respiración. Parte de la tensión se liberó cuando el doctor de la Federación levantó el pulgar. Ambas imágenes, tan distintas entre sí, tuvieron un hueco en todos los telediarios, las dos caras de un deporte poco acostumbrado a copar portadas. Pero eso no significa que no tenga que superar obstáculos, más bien todo lo contrario. Uno de los más importantes desde hace ya demasiados años es el dopaje. Los “tramposos”, como dicen los propios atletas, que no ven cercana una solución a esta lacra. No es el único deporte, ni de lejos, que lo sufre pero puede que, junto al ciclismo, sea el más asociado socialmente a estas prácticas ilegales. Aunque no existe una fórmula mágica para solucionarlo, los deportistas limpios, los grandes afectados, creen que hay muchas cosas que se pueden hacer mejor. Mucho mejor. La gran pregunta es: ¿sale barato doparse en España?

Aunque son muchos los factores que planean sobre esta problemática, dos sobresalen por encima del resto: el funcionamiento del pasaporte biológico (y, por supuesto, los controles) y la condena social. Y España no aprueba ninguna de estas materias. Pero vayamos por partes.

El pasaporte biológico recopila los parámetros fisiológicos de los atletas, unos valores que se obtienen a partir de análisis periódicos de sangre y orina. De hecho, deben estar disponibles siempre para someterse a ellos, tanto que tres ausencias significan años de sanción. Existen unos valores preestablecidos en cada parámetro y, si los resultados se ubican fuera de ellos, salta la alarma. Se trata de un método de lucha contra el dopaje reconocido por la totalidad de los organismos internacionales. De hecho, la propia Agencia Estatal Antidopaje le otorga una eficacia superior al 99 por ciento. Es decir, su valor no está cuestionado por los organismos competentes. Pero la realidad es que, en España, los positivos no se traducen en sanciones.

“La sensación que tenemos es que hay una dejadez administrativa. Aquí no se acepta lo que es válido en todos los sitios. Hay un positivo de un ciclista que los tribunales han echado para atrás”, explica el atleta Miguel Sola Breto, conocido en las redes como ‘El Trinkel’. Se refiere a una sentencia reciente de la Audiencia Nacional en relación a las infracciones presuntamente cometidas por Ibai Salas, que declaró ilegal la sanción de cuatro años que debía cumplir por irregularidades en su pasaporte biológico. Esta fue impuesta por el Tribunal Internacional de Arbitraje Deportivo (TAS). El magistrado considera que no basta con determinar que se ha producido una infracción, sino que hay que saber el método. “El derecho sancionador no puede operar sobre el terreno de las probabilidades, sino sobre el plano de las certezas (…). El pasaporte biológico es un eficaz instrumento para la lucha contra el consumo de sustancias dopantes (…). Para que su sola alteración sea reputada una infracción, per se, es preciso su expresa previsión legal o el desarrollo reglamentario”, cita la sentencia.

Esto choca frontalmente con la Agencia Mundial Antidopaje, que tiene como premisa que si los científicos aseguran que la única alteración a unos resultados anómalos es el uso de sustancias dopantes, el pasaporte biológico se convierte en una prueba de cargo en sí misma.

“Es muy curioso que España sea de los pocos países en los que no está habiendo positivos, salvo casos muy concretos. No está habiendo sancionados. Y, como en todos los países del mundo, hay trampas. Es sorprendente, y puede que a la larga tenga consecuencias”, añade Sola Breto. A la hora de señalar un culpable, todos lo tienen claro. “El mes de diciembre se aprobó una nueva modificación de la ley antidopaje que recoge que el pasaporte biológico sí es concluyente. Pero no han cambiado el real decreto que regula esa ley. Estamos en la mismas”, explica Gerardo Cebrián, que fue jefe de prensa de la Real Federación Española de Atletismo durante 35 años.

Concretamente, esa modificación de la ley antidopaje a la que se refiere Gerardo Cebrián se publicó en el Boletín Oficial del Estado el pasado mes de enero. Y dice así: “Un resultado adverso en el pasaporte biológico constituirá una prueba pericial con validez científica (…). En tales casos de eventuales infracciones de las normas antidopaje derivadas del pasaporte biológico, se respetarán y tomarán en consideración las normas internacionales sobre gestión de resultados, sobre controles e investigaciones y sobre laboratorio de la Agencia Mundial Antidopaje”. Contra este texto no ponen ninguna pega: “Es correctísimo, igual que el de cualquier otro país”, dice Cebrián. Falta que los tribunales lo apliquen.

“No se nos ha protegido”

Pese a ello, y aunque por momentos pierdan la esperanza, los atletas siguen dando la batalla. “El doping siempre va por delante del antidoping y no se lucha de manera efectiva contra esta lacra. No se ponen los medios necesarios. Hay muchos intereses detrás del dopaje y por ello es difícil atajarlo. Desde las altas esferas no se ponen medios para ello”, subraya Víctor García, atleta olímpico, bronce europeo en 2012 y campeón de España absoluto de 3.000 obstáculos, entre otros muchos logros. Actualmente dirige una escuela de running con la que sigue mostrando su compromiso con los valores del deporte y la vida sana. Pero, pese a que han pasado varios años de su retirada del deporte de élite, las heridas que le causó el dopaje (de otros) no han cicatrizado del todo: “Como atleta profesional siempre he jugado en desventaja. Nunca se nos ha protegido. Los medios que tenemos no se usan bien y no se está trabajando en la línea que se debería”.

Para Víctor García es inevitable pensar cómo habría sido su carrera si el atletismo fuera un deporte completamente limpio. “Siempre me he planteado que cuando te pones en una línea de salida de un gran campeonato al menos un 30 por ciento de los participantes han dado positivo por dopaje o en ese momento emplean prácticas dopantes. Es decir, van con ventaja”, afirma. Y se muestra aún más duro: “Igual no es que haya atletas tan buenos o tan malos, es que se produce una separación brutal que hace que el que va limpio tenga a veces imposible competir para alcanzar ciertas medallas o ciertas marcas. Eso se traduce en un tema emocional y también económico, porque no deja de ser tu trabajo”.

En este sentido hay otra relacionada igual de sangrante: las becas, visibilidad y oportunidades perdidas. Y esas no se recuperan si los positivos se descubren una década después, una circunstancia habitual debido a los reanálisis, que se realizan cuando han pasado años desde la prueba para comprobar que no se hayan empleado sustancias prohibidas que en ese momento se escapaban de los controles. Sin ir más lejos, Manolo Martínez recibió su medalla de bronce en lanzamiento de peso en los JJOO de Atenas nueve años después por la descalificación de Yuriy Bilonoh, que había logrado el oro.

"Está claro que afecta a los resultados y al rendimiento económico", indica Álvaro Rodríguez, atleta olímpico, especialista en 1.500 metros, campeón de España y de Europa en categorías inferiores. “Hablando con una atleta muy conocida me contó que había hecho un balance de lo que había perdido en un año por atletas que después fueron sancionadas. Lo cifró en 30.000 euros”, cuenta Miguel Sola Breto, que lamenta que a los atletas que se han visto perjudicados por las trampas de otros “no se les da todos los derechos que se debería”.

"El sistema antidopaje es muy imperfecto. Muchos atletas caen por operativos policiales en los que no se busca a quién se dopa, sino quién dopa a otros. En ellos se veía qué deportistas se beneficiaban de estas redes. Algunos nunca habían dado positivo en un control, lo que deja claro que fallan más que una escopeta de feria", recuerda Álvaro Rodríguez, que, pese a estar apartado de la alta competición, como aficionado continúa sintiendo la misma frustración: "Quiero creer en las marcas que veo y cuando se demuestra que se han logrado de forma adulterada me da mucha rabia".

¿De puertas para dentro?

Pese a que el atletismo solo es uno más entre todos los deportes afectados por las prácticas dopantes, entre los profesionales que más ruido hacen en redes sociales están alguno de los grandes nombres de todas las disciplinas que engloba el rey de los juegos olímpicos. “Es muy crítico con el dopaje. Cuando hay un caso en otro deporte, muchas veces los propios deportistas excusan al tramposo. Aquí, cada vez que hay un positivo, el resto se tira al cuello. Siempre estamos dando la cara”, indica Cebrián, que quiere dejar muy claros los valores del atletismo. “Los profesionales tienen mucha conciencia. Y si en el resto de deportes se hicieran los mismos controles, muchas competiciones no podrían celebrarse. Este fue el primero que se puso a luchar contra el dopaje. Es la grandeza del atletismo”, asevera.

Por el contrario, Miguel Sola Breto no es tan optimista. “Tampoco son tantos los que públicamente se mojan. En privado sí que todos tienden a ser bastante críticos. Incluso abogarían por las sanciones de por vida”, dice. Él mismo defiende estos castigos tan duros para los casos más graves (por anabolizantes, EPO o tráfico de sustancias prohibidas, por ejemplo). “Está demostrado que las mejoras que se obtienen con productos dopantes son de por vida”. Y, para él, esto debería extenderse a todo lo relativo al deporte, no solo la propia competición: “No puedes estar implicado en esto y luego hacer negocio. Sea con una licencia de entrenador, organizando eventos… ¿Qué valores puede inculcar una persona que se ha valido de trampas?”, concluye.

En la misma línea se posiciona Álvaro Rodríguez, que considera que la solución pasa por endurecer las sanciones. "Por una falta grave puedes estar apartado dos o tres años, el mismo tiempo que te puede llevar recuperarte de una lesión importante", dice. Y, como 'El Trinkel', menciona las sanciones de por vida: "En algo como el deporte no valen las segundas oportunidades, lo que no significa que esa persona esté proscrita en otros ámbitos de su vida. Pero creo que los que se hayan dopado no deberían volver al atletismo en ninguna de sus formas, ni como atletas ni como entrenadores".

El caso de Ilias Fifa

Este es un asunto espinoso. Y también de actualidad. Hace unas semanas, Ilias Fifa, atleta español de fondo y medio fondo que fue condenado a cuatro años de sanción por dopaje en 2018, subía una publicación a sus redes que incendiaba a todos los amantes del deporte limpio. En ella aparece dando una charla en una escuela infantil de Barcelona sobre “los valores del atletismo”, en sus propias palabras.

"Es de una hipocresía absoluta. Si alguien reconoce su error y no se agarra a un clavo ardiendo, como en el caso de Fifa, puede ser ejemplo de reeducación. Pueden contar su experiencia a otras personas para que no caigan en el error en el que ellos han caído. Pero eso nunca ocurre, al menos yo no recuerdo ningún caso", subraya Álvaro Rodríguez. “Esto forma parte de la moralidad de cada uno y de hasta dónde llega la cara dura. Ningún deportista que haya sido sancionado por dopaje debería prestarse a dar lecciones de comportamiento en su deporte, a no ser que sea para reconocer su culpa. No pueden enseñar los valores del atletismo, y menos a niños”, sentencia Gerardo Cebrián.

Pero, ¿por qué se permite? ‘El Trinkel’ lo achaca a la tímida condena social que existe en España en relación al dopaje. “Socialmente, es un país en el que el dopaje no está mal visto, y los mayores ejemplos se ven en el ciclismo. A Alejandro Valverde, sancionado, se le han hecho mil homenajes. Alberto Contador, sancionado, es comentarista en televisión, lo mismo que Samuel Sánchez”, recuerda.

Un problema general

Por eso, Miguel Sola Breto, Gerardo Cebrián y Víctor García coinciden en la misma conclusión: esto no es un problema del atletismo, es de todo el deporte español. “Esto mancha la imagen de todos, nos afecta a todos”, afirma Cebrián. “España puede ser sancionada por el Comité Olímpico Internacional y la Agencia Mundial Antidopaje porque no está actuando de una manera correcta en lo relativo al pasaporte biológico”, recuerda ‘El Trinkel’, que deja una reflexión dura: “La imagen del deporte español está dañada”.

Este hecho no es baladí, ya que la Agencia Mundial Antidopaje, la que se encargó de llevar el caso de Ibai Salas a la Audiencia Nacional, contempla como posibles sanciones ante comportamientos que considere permisivos con las prácticas dopantes la inhabilitación para celebrar campeonatos mundiales, incluso para participar en juegos olímpicos. Es lo que le ocurrió a Rusia en 2020, cuando se probó existía un programa estatal para dopar a sus deportistas. Por eso no se vio su bandera en los JJOO de Tokio.

Este periódico ha querido recoger la postura de la Real Federación Española de Atletismo sobre la lucha contra el dopaje, pero el máximo responsable de este deporte en el país ha rechazado participar en este reportaje.