La tarea era titánica y bien que lo intentaron hasta el último momento. España cayó ante Dinamarca (23-26) en la semifinal del Mundial de balonmano y se verá obligada a luchar el domingo por el bronce. Fue una derrota en Gdansk (Polonia) con todo el honor porque la victoria pareció muy lejos en la primera parte, pero no así en la segunda cuando los Hispanos sacaron todo el carácter para intimidar a su rival.

El final fue concluyente. Los daneses, alborozados, fueron a por el portero Niklas Landin, el artífice sin duda de su clasificación. Levantó un muro para los atacantes españoles y lo certificó al detener en el último minuto un penalti a Ferran Solé con 23-25 en el marcador. En el otro bando, los españoles se quedaron cabizbajos, probablemente por la sensación de que se les había escapado la oportunidad de disputar una nueva final.

Dinamarca fue un rival poderoso, cierto, como responde a su etiqueta de campeón de los dos últimos Mundiales. Siempre mandó en el marcador, un empate (2-2) resultó el mejor marcador para España, pero contó con el desacierto de su rival en la primera parte. Salió el siete de Jordi Ribera a jugar agarrotado, como si acusara el cansancio de la descomunal victoria ante Noruega en el partido de cuartos. El técnico no puso de salida a los hermanos Dujshebaev y el equipo mostró una preocupante ofuscación ofensiva, con lanzamientos precipitados y demasiado blandos, ante una defensa que nunca dio un metro y un portero de la enorme talla de Landin. Parada tras parada, fue minando la confianza de los Hispanos.

El 10-15 del descanso convertía el acceso a la final de Estocolmo en una hazaña del calibre de la conseguida ante Noruega. Y más ante un rival tan experimentado y tan talentoso como Dinamarca. No por ello dejaron de intentarlo los hombres de Ribera. La imagen de la segunda parte fue muy diferente con una mayor actividad en ataque y una defensa con Odriozola adelantado que resultó mucho más efectiva. Gonzalo Pérez de Vargas, mientras, fue a lo suyo. El portero del Barça volvió a jugar otro enorme partido y hasta marcó un gol de portería a portería cuando Dinamarca había quitado a Landin del campo para atacar con seis por una expulsión.

Lo que parecía imposible dejó de serlo cuando España se situó a un solo tanto (20-21), tras un gol de Abel Serdio. El segundo milagro del Mundial, tras el de Noruega, ya no parecía tan lejos. Quedaban 11 minutos y flotaba la sensación de que la todopoderosa Dinamarca también tenía dudas. No así su defensa que siguió martilleando a los jugadores españoles. La consecuencia fue que los Hispanos estuvieron casi ocho minutos sin marcar, hasta que lo hizo Joan Cañellas, y los nórdicos entraron en los últimos cinco minutos con un 20-25 que parecía definitivo. Pero no. España aún volvió a una última carga, gracias al inmenso Pérez de Vargas, hasta ese penalti final que le paró Landin a Ferran Solé.

"Para ganar a este tipo de rivales no nos podemos permitir estos fallos". La frase del portero español fue un perfecto reflejo del encuentro. España, pese a su briosa reacción tras el descanso, nadó siempre contracorriente y con el lastre de esa primera parte en la que se le apagaron las luces.

Ficha técnica:

23 - España: Pérez de Vargas (1); Solé (4, 3p), Maqueda (-), Gedeón Guardiola (-), Peciña (-), Cañellas (2) y Ángel Fernández (3) -equipo inicial- Corrales (ps), Alex Dujshebaev (5), Figueras (1), Serdio (3), Casado (-), Valera (1), Sánchez-Migallón (1), Dani Dujshebaev (1) y Odriozola (1)

26 - Dinamarca: Niklas Landin; Kirkelokke (1), Gidsel (3), Mikkel Hansen (4, 2p), Pytlick (6), Magnus Landin (2) y Saugstrup (5) -equipo inicial- Moller (ps), Jakobsen (3), Lauge (-), Mollgaard (-), Mensah (-), Jorgensen (1), Johan Hansen (-), Holm (-) y Hald (1)

Marcador cada cinco minutos: 3-3, 4-7, 5-9, 7-10, 10-12 y 10-15 (Descanso) 13-17, 15-20, 17-20, 20-21, 20-23 y 23-26 (Final)

Árbitros: Schulze y Tonnies (GER). Excluyeron por dos minutos a Maqueda (2) y Odriozola por España; y a Saugstrup, Magnus Landin y Kirkelokke por Dinamarca.

Incidencias: Encuentro de semifinales del Mundial de Polonia y Suecia disputado en el ERGO Arena de Gdansk (Polonia) ante unos 6.500 espectadores.