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VACACIONES HASTA FEBRERO

Cheste arranca el Mundial-2023 con Honda en la cola de MotoGP

Marc Márquez, que probó el primer prototipo de la Honda RC213V, sigue muy descontento de las prestaciones de la moto y espera que el departamento de competición de la firma alada dé un salto grande en invierno | Mir y Rins empezaron a sufrir el mal momento de Honda, Àlex Márquez disfrutó con la Ducati, Pol Espargaró sonrió al volver a KTM (GasGas) y los novatos Raúl y Augusto Fernández se estrenaron con gran precaución

Àlex Rins explica sus sensaciones con la Honda a los técnicos de LCR. Emilio Pérez de Rozas

El Mundial de motociclismo es la competición que se come las uvas antes que nadie. Las campanadas del viejo año y la llegada del nuevo suele producirse tras el primer fin de semana de noviembre, nada que ver con el tradicional 31 de diciembre. El día antes hay cava para todos, se vive una noche de desenfreno total, tanto que el campeonato deja un día de respiro, de resaca, el lunes, y ayer, ya a primera hora, empiezan a rugir y a correr, más de la cuenta, porque son nuevas motos, nuevos motores y nuevos-viejos pilotos en sus nuevas monturas.

Y así nace, cada otoño, el año siguiente. Todo en el Mundial de las dos ruedas arranca con el test de Valencia y, esta vez, bajo un sol primaveral que hizo que los pilotos se pasasen horas y horas en la pista, probando sus nuevas motos, las piezas que las fábricas empiezan a idear para el 2023 y, sobre todo, la anotación de sus sensaciones para, ya en invierno fabricar y evolucionar las motos que, en el test de la primera semana de febrero, en Sepang (Malasia), empezarán a demostrar quién tiene la mejor arma para ganar.

Joan Mir, en el boxe de su nuevo equipo, Repsol Honda. Emilio Pérez de Rozas

Lo de este domingo en Cheste fue un ir y venir, con seis estrellas españolas cambiando de rumbo, de traje, de moto, de equipo, mientras los favoritos siguen en el mismo sitio. El nuevo campeón ‘Pecco’ Bagnaia lució de rojo Ducati, Fabio Quartararo ama a Yamaha, Marc Márquez continúa fiándose de Honda, aunque este domingo se llevó una pequeña decepción (“el prototipo que he probado no nos sirve para competir, Honda deberá dar este invierno uno o dos saltos enormes para poder aspirar al título en el 2023”) y Aleix Espargaró, pese al enfado de final de temporada, abrazó su nueva Aprilia con cariño y determinación.

Mientras papá Márquez corría de un lado a otro, pues sus hijos se han separado en el ‘pit lane’ al cambiar Àlex Honda por Ducati y alejarse del boxe de Marc, Àlex Rins cambiaba su ganadora y desaparecida Suzuki por una Honda negra, negra, de la que lo desconoce todo; su compañero Joan Mir, campeón de MotoGP en el 2020, hacía el mismo viaje pero como compañero de Márquez; el pequeño de los Márquez disfrutaba de la moto campeona, la ‘Desmosedici’, en el boxe del desaparecido Fausto Gresini; Pol Espargaró sonreía de lo lindo en el boxe de GasGas, que es una KTM disfrazada; Augusto Fernández, el flamante nuevo campeón de Moto2, probaba esa GasGas y el jovencito Raúl Fernández sufría más de un susto “pues estas motos acelera una barbaridad y frena otra barbaridad”.

Àlex Márquez se vistió para pasarlo bien con su nueva Ducati. Emilio Pérez de Rozas

Y todo ello lo hacían al más puro ritmo del ‘rock and roll’, pues todos quieren demostrar, en el primer día del futuro año, que han acertado. Todos decían que no importaba el crono (el mejor fue el joven italiano Luca Marini, el hermano de Valentino Rossi), pero retorcieron el puño del gas al máximo. Todos rozaron el asfalto con su mono, con la rodilla, el codo y hasta el culo, aunque no hubiese público. Todos querían irse a descansar habiendo causado buena impresión.

No todo el mundo tuvo un final feliz en su última andadura. Los chicos a los que Suzuki dejó plantados vivieron experiencias muy diversas. Rins, ganador de dos carreras este año, dio el salto a la peor moto del año, la Honda RC213V, en el equipo ‘satélite’ LCR pero con garantías de que tendrá material ‘pata negra’. Y Mir vive una nueva ilusión junto a Márquez, que ya le ha anunciado que deberá “acostumbrarse a caerse mucho para saber encontrar el límite de un potro difícil difícil de domesticar”.

Raúl Fernández cuenta a los técnicos de Aprilia lo espectacular que es pilotarla. Emilio Pérez de Rozas

En ese sentido, es evidente que los dos más felices y este domingo se les notaba en el rostro son el pequeño de los Márquez (“acabé harto de la Honda”) y ‘Polyccio’, que regresa “tras los dos años más difíciles de mi vida” (en Honda) a la que fuese su casa, KTM, vestida ahora de GasGas. Tanto Àlex como Pol están convencidísimos que no les puede ir tan mal con la Ducati y la GasGas como les ha ido pilotando la moto alada.

Y, por descontado, los que estaban como niños con juguetes nuevos, aunque no fuesen ‘pata negra’ (ya se la ganarán) son los Fernández. Augusto, flamante campeón del mundo de Moto2, da el salto a GasGas “para aprender e ir mejorando carrera a carrera” y Raúl, que viene de la tortura de la peor KTM, debuta en el equipo joven de la firma de Noale para echarles, si puede, una mano a Aleix Espargaró y Maverick Viñales a volver a pelear por el título grande.

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