El keniano Eliud Kipchoge cruzó la línea de meta en el Maratón de Berlín, como de costumbre, en soledad. Dejó atrás a otras de versiones anteriores de sí mismo, su principal rival en una prueba que ha hecho suya. 2h01:09. Un nuevo récord mundial hecho a conciencia, que le sitúa más cerca de bajar oficialmente de la frontera sobrehumana de las dos horas. Dejando por el camino a 'liebres' exhaustas y afrontando sin nadie a su estela muchos kilómetros.

Como cuando era niño, uno más de una familia humilde en el Valle del Rift. Corriendo siempre hacia la escuela, con la difícil tarea de dejar atrás el recuerdo de su padre, que murió cuando él era un crío y que obligó a su madre, maestra en un jardín de infancia, a hacer múltiples funciones. Pero Kipchoge acabó encontrando la figura del progenitor en Patrick Sang, exatelta y, para siempre, su entrenador. Él le empujó en los últimos metros y le ayudó a romper la cinta.

"Berlín fue un órdago"

Al igual que el resto de miembros del NN Running Team, su familia oficiosa, en la que confía tanto como en sí mismo. De ella forma parte un español: Marc Roig (Sant Pol de Mar, 1984), quien se define como “el farolillo rojo” del equipo, “el más lento, aunque una pieza fundamental y un compañero de entrenamiento de Eliud Kipchoge y de Geoffrey Kamworor -especialista en los 10.000-”. Alguien que entró como fisioterapeuta en el conjunto, pero que se ha convertido en un profesional 360º que ejerce en Kenia de eslabón en todos los procesos con los mejores fondistas del mundo.

A Roig todavía se le sale el corazón por la boca cuando recuerda la hazaña del pasado fin de semana. “Disfruté muchísimo la carrera. Fue un órdago. Yo no me esperaba que saliera tan rápido. Tanto que llegué a preocuparme en algunos momentos. Por experiencia sabemos que en el maratón, si te pasas, puedes sufrir mucho. Aunque no Eliud (Kipchoge), que domina tanto la distancia… El paso del medio maratón a 59 minutos fue una burrada. Solo se le escaparon unos segundos en la parte final. Retuvo el colchón suficiente para hacer el récord del mundo”, cuenta para EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica, alguien que siente haber estado siempre en el lugar y en el momento adecuados.

Para que eso suceda hay que estar corriendo constantemente, como ha hecho él siempre, un futbolista al que su madre convirtió al atletismo. Fue séptimo de Europa de 10.000 en sub-23 y cuarto del mundo en duatlón en la misma categoría, pero su mantenimiento en el atletismo de élite, donde también ejerce como seleccionador del maratón y medio maratón de Valencia, vino por su formación universitaria. Creció y estudió en los ‘felices años’ previos a la crisis del 2008. Tras terminar todas las becas, decidió irse un mes de voluntario a Eldoret, el distrito de Kenia que recibe a los visitantes con un: “Bienvenidos al hogar de campeones”.

Instalaciones sencillas

De esta zona han salido los mejores especialistas de fondo del mundo, incluido Kipchoge. Roig conoció allí a la que posteriormente sería su mujer y la madre de sus hijos. El vínculo definitivo con Kenia. Tras el enlace, el matrimonio vivió tres años en España hasta que surgió una de esas casualidades que no llegan por simple petición, sino que son fruto del don de la idoneidad que tiene este profesional.

“Decidimos establecernos en Kenia para ver si, de una carambola, conseguíamos algo mejor… Entonces, ¡me ofrecen ser el fisioterapeuta de Bekele! (tres veces campeón olímpico de los 10.000 y una de 5.000, además de miembro del NN Running Team). Teníamos que desplazarnos a Etiopía, algo que era fácil desde nuestra posición”, relata sobre el gran giro de su vida. No era el más experimentado, pero ningún otro fisio podría haberse plantado en tan poco tiempo en Addis Abeba con la vinculación al atletismo y con África requeridas.

Marc Roig, comiendo con los miembros del 'training camp' de Kaptagat.

A los pocos meses, Roig solicitó el cambio de país para trabajar en Kenia. Aquello también fue fácil, porque prestaba servicio a una agencia de representación de atletas que tenía redes en varios estados. Así empezó a desempeñar sus funciones en el ‘training camp’ de Kaptagat, donde se entrenan Kipchoge y otros aletas de talla mundial. Unas instalaciones sencillas, no mejores en apariencia o dotaciones a las que podría tener un equipo de Primera RFEF, aunque esto se debe a una razón del propio desarrollo de la disciplina. “No está concebido desde la visión occidental. Aquí el grupo tiene lo que necesita: comida, un servicio de fisioterapia y cama”.

Respeto por el equipo

El marco donde se moldean los deportistas que rompen las barreras está muy lejos de ser una concepción extraterrestre o histriónica como sucede en otras disciplinas. Aquí todo va mucho más acorde a la vida de la zona, donde pertenecer al pueblo ‘kalenjin’ ya aporta una ventaja competitiva sobre el resto. “Son una de las 42 tribus de Kenia. Tradicionalmente personas muy espigadas y con características fisiológicas que les favorecen al correr. Es decir, un tronco pequeño con una gran longitud de piernas. Una característica identitaria que les hace muy buenos”, explica Roig.

Esto genera una enorme base de competidores que se retroalimenta para estrechar el margen de las marcas, hasta el punto de que un maratoniano en Kenia con un 2:06 -marca del récord de España de Ayad Lamdassem- puede ser uno más. Detrás hay un sinfín de historias por contar. “Ellos se toman el atletismo como una oportunidad de vida, donde el retorno que tienen es mucho más favorable que en otros negocios o empresas. Si el atleta es bueno, puede ganar bastante más dinero que muchos otros profesionales, pero para ello se necesita talento y mucha dedicación”, algo de lo que Eliud Kipchoge, a sus casi 38 años, puede seguir presumiendo.

Aunque alardear sea, precisamente, un vicio en el que el 'recordman' mundial no emplea un segundo. “Él es una persona muy normal. Está por debajo de ti en lo que tiene que estar. Piensa: ‘Si Marc me dice que hay que hacer esto, seguro que es lo mejor’. No gasta energías en lo que su equipo ya tiene controlado. La mejor muestra es la plena confianza que tiene en su entrenador, Patrick Sang (plata en Barcelona 92 en los 3.000 obstáculos). Es muy buen alumno”, especifica Roig, haciendo hincapié en la singularidad de los maratonianos de alto nivel, que estructuran su temporada con dos cartas. Un par de carreras en las que se lo juegan todo, pero detrás de las que hay un trabajo inmenso.

Esto obliga también a los equipos a crear una historia para que se hable de los atletas más allá. “El NN Running Team ha conseguido generar ‘engagement’ fuera de las pruebas. Construye un relato para los corredores que ayuda con el tema de los patrocinadores.-apunta Roig- Se incide en redes sociales y se han grabado varios documentales”. Precisamente, fruto de esta estrategia surgieron dos retos concebidos con Kipchoge como protagonista y pensados para demostrar al mundo que es posible bajar de las dos horas en el maratón.

Ineos 1:59

El primero tuvo lugar en el circuito de Monza en 2017. Fue el ‘Breaking2’ de Nike, donde se quedó a apenas 25 segundos de bajar de las 2 horas en la distancia de los 42.195 metros. “Todo el mundo se quedó contento, porque había demostrado que era posible. Lo hizo gracias a su inquebrantable fe. Para el resto era una opción que ni siquiera estaba ahí y que él dibujó con esta prueba”, recuerda Roig, quien le ayudó a preparar este intento: “Como sabía que iba a correr con un coche marcándole la velocidad constante, entrenábamos cada domingo a las 6 de la mañana. Yo conducía y él venía detrás corriendo 20 kilómetros. Lo hicimos muchas veces, quería tener todo controlado”.

La segunda tentativa se denominó Ineos 1:59 Challenge y tuvo lugar el 12 de octubre de 2019 en Viena (donde se celebra uno de los grandes maratones). Dejó el crono en 1:59:40. “Ese día él sabía que podía hacerlo. En la previa lo anunció. Dijo que era como un boxeador que conocía lo que se iba a encontrar al subir al 'ring'. No como en el ‘Breaking2’, donde fue a ciegas. Y lo demostró”, rememora el profesional español. De ahí que cuando se le pregunta si considera que Kipchoge será capaz de bajar de las dos horas en competición oficial, él insiste: “Es que él ya demostrado que se puede. Además, ¡quién sabe los años que le quedan! Si acaba de hacer su marca personal. Lo hará en alguna carrera. Solo es cuestión de esperar”.

Los años no cuentan

Porque el 'recordman' mundial de maratón tiene “una fortaleza mental tremenda”, una fe absoluta en el trabajo realizado y “sabe que debe centrarse en lo que llegará, puesto que todo lo que vaya a depender de él lo va a cumplir. No le entra en la cabeza escaquearse. Al final, esto es deporte, pero su parte va a estar cubierta a la perfección”.

Y la edad nunca va a ser un obstáculo para el keniano, al revés, porque como afirma Marc Roig, “el deporte aeróbico de resistencia tiene una ventaja: el beneficio de una planificación ideal de entrenamiento va a ser siempre mayor de lo que le puedan restar los años. Como el vino, mientras no te pases, todo va a ser beneficioso. Un año suma muy poco en comparación con una buena rutina”.

Para saber el momento exacto en el que Kipchoge destruirá la barrera de las dos horas, habrá que fijarse en su cara. Cuanto mayor sea su sonrisa durante la prueba, más porcentaje de éxito habrá, “porque Eliud sabe que el cuerpo es sabio y tiene memoria. Cuando ejercita los músculos faciales genera una satisfacción en todo el cuerpo”. La vitamina final para desafiar la evolución humana y el límite que solo él ha sabido fijar. Acompañado de un equipo de profesionales que sí competirán ese día con él, pero por ver quién tiene la sonrisa más grande tras la meta conseguida.