Fue una tremenda injusticia y este miércoles, sin querer y sobre todo sin estar en carrera, Biniam Girmay siguió siendo el protagonista de un Giro que voló a 47 kilómetros por hora para acabar con un esprint anunciado y la primera victoria italiana gracias a Alberto Dainese, compañero de Romain Bardet en el DSM alemán.

El esprint era la única opción en una jornada llana como la mano, con 203 kilómetros que no invitaban a ninguna emoción pero al menos con el viento a favor para evitar un retraso considerable y con un atento Richard Carapaz que restó tres segundos en una meta volante y empató a tiempos con Joâo Almeida, ambos, ahora, a 12 segundos de la ‘maglia rosa’ que Juanpe López sigue paseando con gallardía por las carreteras italianas.

Ha tenido que producirse un accidente grave con un tapón de vino espumoso para que la dirección del Giro hiciera algo tan sencillo como dar las botellas abiertas a los ciclistas. Ellos son deportistas y difícilmente expertos en el arte vinícola. Pero es que resulta imposible por el peso abrir sin estar en el suelo una botella de vino de tres litros. Con el líquido caliente el gas actúa con mayor rapidez por lo que no resultó extraño que el tapón de corcho impactase en el ojo izquierdo de Gimay, que acabó en el hospital y quien no pudo tomar la salida en la 11ª etapa del Giro.

Y hubo que esperar a que el vino espumoso, Prosseco por más señas, dañase a un corredor para entregar las botellas abiertas, tal como han hecho otras organizaciones de otras carreras. Porque Mathieu van der Poel ya recibió un golpe con el corcho en su cara y Juanpe (el líder también dispone de botellón) tuvo que apartarse para esquivar el golpe. Hace unos años Superman sufrió igualmente los efectos del tapón en la ronda italiana.

En San Marino

Gimay, primer ciclista de raza negra en ganar una etapa en una gran vuelta, ya se fue este miércoles a su casa de San Marino, país donde reside, sin un objetivo todavía claro en lo que queda de temporada, en un 2022 en el que había centrado todas sus ilusiones en destacar, como ciertamente ha hecho, en el Giro de su debut.

El corredor eritreo ya ha entrado en las páginas de la historia ciclista, la que buena parte del siglo XX solo estaba reservada a corredores franceses, italianos, belgas, españoles, neerlandeses y luxemburgueses. Hasta 1971, con la victoria en el Giro del olvidado Gösta Pettersson, un sueco que se movía a las mil maravillas en las contrarrelojes, no se contabilizó ningún triunfo que no fuera de corredores de las nacionalidades tradicionales. Y en el Tour la hegemonía europea la rompió en Greg Lemond en 1986, un año antes de la victoria de Lucho Herrera, en el nombre de Colombia, y en la Vuelta.

Gimay ya es una realidad, aunque por el accidente se haya perdido la posibilidad de seguir sumando algún otro triunfo en la ronda italiana, con varias opciones por el camino antes de que lleguen los Dolomitas.