El Mundial de Atletismo de 1999 justificó la construcción de la Cartuja, estadio que este sábado acoge la final de Copa del Rey entre el Valencia y el Betis (22 horas). Fue olímpico para unos juegos que nunca llegaron. Pudo ser el San Siro de Sevilla. Acogió finales de la Copa Davis. La música fue su gran sustento durante años. La pandemia lo cerró… 

Hasta que Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), lo recuperó para la Eurocopa 2020, convirtiéndolo en sede principal de la selección masculina y femenina hasta 2024. Precisamente, hasta ese año quiere la Federación que La Cartuja acoja la final de Copa, como en las ediciones de 2020 y 2021. La de este año será la primera con público. 

Y el plan va más allá: Rubiales aseguró que Sevilla será una de las ciudades del Mundial España-Portugal 2030 en caso de que sea la candidatura elegida. Es lo más parecido a una sede nacional, una tradición histórica en Inglaterra con Wembley, en Argentina con el Monumental o en México con el Azteca. Aunque para que esto suceda, el presidente de la RFEF considera fundamental retirar las pistas de atletismo para mejorar las condiciones. Supondría el final de su motivo original.

Partido de clasificación para el Mundial 2023 de la selección femenina española en la Cartuja.

Mundiales de atletismo

El Estadio de la Cartuja fue construido junto a los terrenos que albergaron la Expo 1992, inaugurado el 5 de mayo de 1999 con un amistoso que enfrentó a las selecciones de España y Croacia, con 60.000 espectadores en las gradas y los reyes en el palco. 

Justo antes de que se disputara el Mundial de Atletismo, albergó la final de la Copa del Rey entre, precisamente, el Valencia y el Atlético que se llevó el conjunto valencianista (3-0). Acogería también la final de 2001, de la que salió triunfador el Zaragoza ante el Celta (3-1); y las de 2020 y 2021, ambas disputadas el año pasado sin público por la pandemia (Real Sociedad 1-0 Athletic y Barcelona 4 - 0 Athletic).

Pero el gran recuerdo está en sus pistas, donde se produjeron momentos icónicos como el récord mundial de Michael Johnson en los 400 metros (43.18) que se mantuvo vigente durante 20 años. 

“Fueron unos mundiales mágicos, en los que se registraron llenos diarios. Aquello para el atletismo español fue heroico”, recuerda para este diario Carlos Melchor, entrenador nacional de atletismo durante años y presente en la cita de La Cartuja, “que recibió con un estruendo a Abel Antón cuando entró en el estadio para ganar el Oro. Lo mismo con Niurka Montalvo, Yago Lamela, Reyes Estevez… Aquel fue el ejemplo de una España moderna y exitosa, continuadora de la senda de Barcelona 92”.

Bono durante el concierto de U2 en la Cartuja, en 2010. MARCELO DEL POZO / REUTERS

De U2 a una beatificación

Y ese era el verdadero objetivo, escribir una página más en el olimpismo español. Sevilla se postuló sin éxito en 2004 y 2008. “Fue una instalación majestuosa con la que el país demostró que podía seguir organizando citas de esta altura. La ciudad se paralizó por un deporte con poco gancho”, concluye Melchor. 

La Cartuja fue el escenario de otros eventos internacionales como la final de la UEFA de 2003 que disputaron el Celtic y el Oporto. Se convirtió en la sede de las finales de la Copa Davis de 2004 y 2011, construyendo un estadio dentro de otro con una cubierta especial. Ya en 2019, el Gobierno bipartito de Sevilla tuvo que sustituir parte de los daños, deformados por la lluvia, y que daban al estadio un aire de abandono en el que acabó sumiéndose.

Antes, en 2010, se batieron los récords del recinto con un concierto de U2 que congregó a 80.000 personas. Otros grupos míticos como AC/DC, Bruce Springsteen o Madonna actuaron asimismo en el feudo sevillano. Tal era su polivalencia que el mismo año que Bono causó la locura, se produjo en La Cartuja la beatificación de la religiosa Madre María Purísima.

Bono durante el concierto de U2 en la Cartuja, en 2010. MARCELO DEL POZO / REUTERS

Más de 800 días cerrado

Pero aquellos tiempos terminaron de cuajo. A finales de 2018 y tras un silencio prolongado en sus gradas, el estadio echó el cierre. Hasta que surgió de nuevo el plan fútbol, Eurocopa y selección española.

El 23 de octubre de 2020, 840 días y 250 millones de euros después, la selección femenina disputó un partido clasificatorio para la Eurocopa. Por el camino quedó la idea frustrada de convertir a La Cartuja en el San Siro / Giuseppe Meazza hispalense, donde el Sevilla y el Betis pudieran jugar sus partidos de modo alternativo, como sucede como el Milan y el Inter de Milan.

Después de reanudar la actividad vino una Supercopa, torneo tan comentado estos días. La Cartuja fue en 2021 sede de una final cuyas semifinales se jugaron en Málaga y Córdoba, siguiendo el formato actual. Fue el retorno puntual del torneo a España, que no pudo disputarse en Arabia por la pandemia.

Césped nuevo

El feudo sevillano también fue una de las 11 sedes de la Eurocopa 2020 que se disputó el año pasado. Lo fue, también, ‘gracias’ al covid, porque inicialmente la sede iba a ser San Mamés. España empató ante Suecia y Polonia (0-0 y 1-1) y venció a Eslovaquia en un escenario que fue polémico por el estado del césped. 

No era el verde impecable que se requería para una cita así, a pesar de la renovación exprés que se realizó en 45 días y tras la inversión de tres millones.

Pero aquello no frenó la intención de la Federación por convertir el campo en sede principal de España y de la Copa del Rey. 

Desde entonces, el escenario se ha reforzado en imagen y discurso para asumir la imagen de estadio nacional. De hecho, Valencia y Betis estrenarán un nuevo césped. Los jardineros vigilan cada día la hierba para que el sábado solo se hable de lo que pasó  entre las briznas y el balón.