No pudo ser. El español Alejandro Davidovich no pudo sorprender al defensor del título en Montecarlo, el griego Stefanos Tsitsipas, y cayó con honores y golpes que quedarán imborrables en la historia del torneo monegasco: 3-6 y 6-7(3). Hacía 20 años que un español no debutaba en una final de ATP con todo un Masters 1000 y la falta de experiencia jugó en contra. No obstante, el malagueño estará hoy, por primera vez, entre las 30 mejores raquetas del mundo.

El duelo había comenzado muy bien para el tenista rinconero, porque en el tercer juego del primer set le rompió el saque al defensor del título y sacó para haber podido situarse con 3-1 en el parcial. Sin embargo, Stefanos Tsitsipas logró un juego en blanco al resto para recuperar la igualdad. 

E impuso jerarquía y experiencia no sólo para equilibrar el marcador, sino que puso además velocidad de crucero y, con un nueva nueva ruptura en el octavo juego, se adjudicó la primera manga por 6-3. El rodillo continuó en funcionamiento y al parcial de 5-1 para remontar el primer set le siguieron dos nuevos juegos en el inicio del segundo

Pero Alejandro Davidovich, espoleado por los gritos de "Foki, Foki" desde una grada en Mónaco que estaba de su parte, cortó la sangría y empezó a tirar de casta para mantenerse muy vivo en el partido. Se adjudicó con golpes magistrales un 3-0, con break incluido, para levantar de sus asientos a muchos aficionados. 

El malagueño entró en una espiral de intercambio de golpes y de juegos al servicio hasta el 4-4 que mantenía en todo lo alto la emoción. Sin embargo, el griego cortó también esa racha y, con bastante sufrimiento y teniendo que sacar sus mejor tenis, volvió a romper el servicio para poder sacar para adjudicarse el torneo.

Justo en ese momento volvió el vértigo de anteriores finales para Tsitsipas. Davidovich era consciente de que tenía a su mejor aliado, un público entregado que recordaba al de las mejores tardes en París con Nadal como protagonista. El rinconero se situó con 15-40 y, pese a dejar escapar la primera bola de rotura, terminó por encarar la recta final de esta segunda manga con la moral por las nubes.

De nuevo se escuchaba el grito de guerra, "Foki, Foki", al consolidar el break y asegurarse la muerte súbita. Con esa inercia de los juegos anteriores, el griego tuvo que reponerse ante los primeros puntos favorables a su rival y conseguir forzar el desempate. En el mismo, la igualdad se mantuvo de inicio. Davidovich peleó hasta no poder más, hasta tirarse en la última bola del torneo y demostrar que, sin lugar a dudas, ha venido para quedarse. En la elite del tenis mundial.