Javier Lliso, 24 años, un madrileño de Colmenar, al pie de la famosa sierra, luchará este miércoles por las medallas en el Big Air de Pekín, entre fábricas y templos, sobre la nieve artificial. Con su larga melena, tapada por el casco de seguridad, quiso dar la gran sorpresa y provocó la primera alegría a la delegación española para convertirse en el primer deportista del sur de los Pirineos que se cuela en una final olímpica de esquí acrobático.

Era la primera ocasión en la que España participaba en la modalidad de esquí acrobático en unos Juegos. Y no solo con un participante, si no con dos; Lillo y Thibault Magnin, quien había despertado grandes expectativas y que entraba en la lista de favoritos para obtener una plaza para la gran final de la modalidad. Sin embargo, el esquiador español de padre suizo tuvo un día aciago en el Big Air de Pekín.

Él, como el resto de participantes. debía realizar tres saltos, encandilar al jurado con el mejor de los trucos, y, sobre todo, evitar caerse o tocar la nieve con las manos tras el aterrizaje después de la acrobacia. Él, como todos, tenía el colchón de anular el peor de los tres saltos. Pero solo valía un fallo; no dos. Magnin, en su primera actuación, tocó la nieve con la mano y en el segundo salto se dio un trompazo en el aterrizaje. La tercera ronda no le servía más que para esquiar y disfrutar, porque ya sabía que estaba eliminado.

Sin presión

Lillo, sin embargo, se presentó sin presión y sabiendo que la puerta de entrada a la final estaba abierta, como le ocurría al resto de participantes. El primer saltó lo lleno de moral. Y más aún cuando se vio que se situaba en tercera plaza, camino del podio. Acabó la serie en cuarta posición. Tranquilo, no tenía necesidad de arriesgar en la segunda y tercera ronda. Por eso, fue a asegurar. No era necesario realizar trucos que podían precipitarlo al desastre. Con la novena plaza estará la madrugada del miércoles entre los 12 escogidos para pelear por las medallas.

Difícil. Seguro que sí. ¿Imposible? Todos parten de cero y todos tienen las mismas posibilidades. Saben que no les vale ni la mejor ni la peor puntuación de un jurado que, pese al avance de las técnicas informáticas, apunta sus impresiones a papel. Ellos son los que decidirán el miércoles el metal de las medallas y los diplomas olímpicos. No vale caerse, ni tampoco confiar en un inexistente jurado popular. Esto es deporte y no un festival.

Lliso, 25 años en agosto, se formó en el Club Esquí Colmenar y es un enamorado del surf y el skate cuando no hay nieve en las montañas y hay que buscar una alternativa con olas o patinete. Su mejor especialidad es el slopestyle, modalidad que se disputará la próxima semana en Pekín (también con la participación de Magnin) y donde hay que realizar diversos trucos sobre obstáculos variados, no solo en el Big Air donde solo se efectúa un único salto.

Etxezarreta, 17º en el descenso

El esquiador navarro Adur Etxezarreta ha completado esta madrugada la mejor actuación de un esquiador alpino español en la modalidad de descenso al concluir la carrera, que fue suspendida el domingo a causa del fuerte viento, en 17ª posición, con lo que superó la clasificación realizada por el histórico Paquito Fernández Ochoa en los Juegos de Lake Placid de 1980. Por su parte, la catalana Núria Pau no pudo completar la segunda manga del gigante. En el descenso la medalla de oro la consiguió el suizo Beat Feuz, campeón de las últimas cuatro ediciones de la Copa del Mundo. La campeona olímpica de gigante ha sido la sueca Sara Hector.