Con tres no basta. Se acaba el mercado invernal y Xavi quiere más, consciente de que el Barça está desequilibrado, necesitado, por ejemplo, de un delantero cuya relación con el gol sea provechosa e inmediata y de un lateral zurdo que le de minutos de descanso a Jordi Alba, además de inyectarle competencia.

Tiene tres refuerzos invernales (Alves, Ferran Torres y Adama Traoré, que ya se hizo oficial), pero al técnico le encantaría contar con ese goleador que palie la sequía ofensiva que sacude a su Barcelona: apenas 19 goles marcados en los 14 partidos oficiales (1, 3 por encuentro).

La cuenta atrás agota sus horas finales y el Barça, al igual que el 1 de enero, cuando se abrió este mercado, sigue pendiente de Ousmane Dembélé, el factor desequilibrante y distorsionador. Desequilibrante porque en el plan inicial, tejido por Mateu Alemany, el director de fútbol, y consensuado con el entrenador, la continuidad del francés era un factor clave.

Los regates de Ousmane

Pero Ousmane no ha parado de regatear, una y otra vez, en la mesa de negociación hasta que el club, harto y desquiciado por el doble lenguaje (el jugador le decía a Xavi que quería seguir y sus agentes, en cambio, no paraban de aumentar sus peticiones a Alemany hasta hacerlas inasumibles) se plantó.

Lo dejó en casa ante Athletic y Alavés, creyendo así que el delantero claudicaría ante la intransigencia del club. De momento, no lo ha hecho. Y el lunes 31, con la hora límite de las 23.59 de la noche, está ya a la vuelta de la esquina.

La Juventus ha tenido músculo financiero para pagar 81.6 millones de euros por Vlahovic, uno de los delanteros que manejaba el Barça

Desequilibrante ha sido Dembélé y distorsionador porque ha obligado al Barça a encontrar primero fórmulas tan imaginativas como extrañas (la renovación de Umtiti hasta el 2026 encaja en esa vía) para hacer hueco salarial que permitiera la inscripción de Ferran Torres. Pero si el francés no se va en las próximas horas, Xavi se quedará sin el delantero que pedía, quería y, sobre todo, necesitaba.

La Juventus, por ejemplo, ha tenido músculo financiero para asumir la contratación de Dusan Vlahovic, el goleador serbio (22 años), por quien ha pagado 81,6 millones al Fiorentina en una costosa operación en la que incluyendo el salario (siete millones netos anuales) unido a las comisiones de sus agentes (ocho millones) se eleva hasta los 154 millones.

El Barça destinó el dinero que tenía a Ferran Torres (55 millones más 11 en variables abonó al City), además de perder en el camino a Vlahovic, un nueve que estaba en la lista si el club no puede pelear este verano por Haaland. Y Morata, que tanto quería Xavi ver en el Camp Nou, sigue en Turín porque el Atlético, que lo tiene cedido a la Juve, no es tan generoso como fueron los azulgranas con Suárez primero y Griezmann después. Aubameyang, el delantero gabonés del Arsenal (32 años), enfrentado con su entrenador Mikel Arteta, quien hasta le retiró la capitanía, es la última opción que maneja el club para complacer a Xavi.

Tagliafico presiona

Pero nada se puede hacer hasta que Dembélé diga lo que quiere hacer sobre su futuro. Si lo hace antes de la medianoche del lunes al martes, el Barça, como ya ocurrió en el mercado veraniego donde al límite del tiempo fijado cedió a Griezmann al Atlético y arrancó también al Sevilla la cesión de Luuk de Jong, podría repetir idéntica fórmula en el invierno. O eso aguarda, casi de forma desesperada el técnico, porque no tiene aún el lateral zurdo que pedía, a pesar de que Tagliafico, el defensa argentino del Ajax, está forzando para salir de Ámsterdam. 

Lo mismo que le gustaría a Aubameyang (14 partidos con el Arsenal, cuatro goles en este curso), necesitado de salir de Londres lo antes posible porque no juega allí desde diciembre y se ha perdido también la Copa África con Gabón, primero porque tenía coronavirus y después porque padecía algunos problemas cardíacos. Pero todos (Xavi, Alemany, Laporta, Tagliafico, Aubameyang...) dependen de él. Dependen de Ousmane.