Comienza la cuenta atrás para que el ciclista Toño Stihl afronte el reto que se ha propuesto, el Ibiza Everesting Challenge, que consistirá en subir sa Cala de Sant Vicent en 37 ocasiones, completando 300 kilómetros y un desnivel positivo de 8.848 metros. Será este próximo sábado y la iniciativa tiene un carácter solidario (recaudar fondos para la ONG Proyecto Juntos) y otro de superación, ya que Stihl tuvo que combatir a un cáncer y el deporte, en concreto el ciclismo, fue su válvula de escape.

La enfermedad golpeó con fuerza a la familia Stihl, ya que se vio afectado su padre, una tía suya y luego le llegó a él. «Cuando te dicen que tienes metástasis, y que hay un cáncer, se te viene el mundo abajo. Pero bueno, sacamos fuerzas y empezamos a luchar», explica Toño, que quiere que su ejemplo sirva «para demostrar a los niños que están malitos o a la gente que esté pasando por un mal momento» que no hay que rendirse. «Siempre que hay una esperanza hay una salida», dice.

Él practicaba deporte de forma «esporádica», a diferencia de su hermano Germán, que hacía triatlones, pero poco a poco se fue enganchando. Se hizo con una bicicleta de carretera y empezó a pedalear, ya que el ciclismo es la disciplina que le gusta más. «En cada sesión de radioterapia pensaba en los retos que podía hacer», explica.

Un día se le pasó por la cabeza el que tiene entre manos este sábado, en el que todo está calculado. «La altura del Everest son 8.848 metros. La rampa de Sant Vicent [sa Cala] tiene 240 metros de desnivel acumulado. Si divides 8.848 entre 240, salen 36,5 subidas, que redondeamos a 37», comenta el ciclista.

«La rampa son 4,4 kilómetros de subida, que es lo que cuenta para mí. Serían unos 300 y algo kilómetros en total», añade.

El deportista se ha estado preparando a conciencia en los últimos meses para llegar en el mejor estado de forma posible y no desfallecer en el intento. Por ejemplo, compitió semanas atrás en un triatlón en Andorra y ha estado a las órdenes de Juanjo Serra, que ha ejercido de entrenador supervisor de sus diferentes sesiones de trabajo. «No he parado mucho, lo que me viene bien para todo este reto», indica el ciclista.

Fortaleza mental

Toño reconoce que va a ser «difícil» y «duro» pero confía en su fortaleza mental para salir adelante. «A ver, si no entrenas no puedes hacerlo. Pero lo que mejor me va es la cabeza. Me ayudó a salir de la radioterapia en los momentos duros. Sé que psicológicamente estoy perfecto, en mejor estado que nunca».

Se decantó por la ONG Proyecto Juntos porque le dieron muy buenas referencias de Carlos Ramón, su fundador. «He hecho varias entrevistas con él y la verdad es que estoy muy contento e ilusionado. Es otra de las partes que me ayuda a hacer todo esto, el saber que es para algo que merece la pena», indica.

Aquellas personas que lo deseen pueden hacer sus aportaciones en el portal migranitodearena.org/retos, donde aparece el de Toño. También está recaudando fondos de «empresas colaboradoras» para ver si pueden «hacer algo bueno» por los niños que se encuentran hospitalizados en Eivissa, añade el deportista, que no descarta llevar a cabo nuevos retos en el futuro.

Este sábado estará entre «dieciocho y veinte horas» para completar el reto. «Algunos me dicen que más, pero acabarlo seguro que lo acabo», indica optimista. Quiere empezar a pedalear al amanecer [sobre las «siete o siete y algo», cuenta] y de ahí seguir hasta que termine los 300 kilómetros fijados.

Probablemente cuente con el apoyo de amigos y familiares, que no lo dejarán solo en esta experiencia, para la que ya cuenta los días. El reto ya está aquí.