El Kia Gasifred se despidió ayer prácticamente de cualquier posibilidad de renovar su título de campeón de la Liga de Tercera División balear, después de sucumbir con toda justicia por 2-5 ante el ETB Calvià, que depende de sí mismo para ser campeón. El conjunto mallorquín fue muy superior de principio a fin. Si juega los cuatro partidos que le quedan como lo hizo ayer en Ibiza, será muy difícil que no cante el alirón y dispute la fase de ascenso a Segunda División B.

Los ibicencos no tuvieron opción de ganar el choque en ningún momento. Primero porque fueron claramente inferiores a sus rivales y segundo porque ayer todo les salió mal. Desde el principio. Así, en la primera llegada a la portería de Iván, los de Calvià ya se adelantaron en el marcador (0-1) , provocando que los ibicencos fueran a remolque desde los primeros compases de un partido en el que había mucho en juego.

El Gasifred, inicialmente, no se amilanó y presionó para que su rival perdiera el esférico en su campo, pero nadie tuvo su día y el meta visitante fue un mero espectador. Fue un quiero y no puedo y así transcurrió casi toda la primera mitad. La cosa empeoró cuando el visitante Joaquín subió el doloroso 0-2 al marcador, aunque Clayton dio moral a los suyos marcando el 1-2 a falta de cuatro minutos para el descanso.

Se abría la posibilidad de que el Gasifred diera la vuelta al marcador en la reanudación, pero no fue así. Ayer no era el día de los futbolistas del equipo pitiuso y cuando se llevaban disputados solo dos minutos llegó otro mazazo: el 1-3, también obra del incombustible capitán Joaquín. Pero como lo que empieza mal puede empeorar, Tarek perdió un balón en medio del campo y, cómo no, Joaquín se aprovechó para meter el 1-4 y al mismo tiempo finiquitar el encuentro, a pesar de que restaba por jugarse casi toda la segunda parte.

A falta de diez minutos para el final, el Gasifred recurrió a la estrategia de jugar con un portero-jugador, pero ni por esas. Es cierto que puso cerco a la portería visitante, pero los remates se marcharon fuera, a córner, a la madera o al cuerpo del meta visitante, pero la cuestión es que esta lógica y desesperada táctica solo le sirvió para encajar desde lejos el 1-5. El 2-5 no sirvió para nada. El partido se había perdido hacía ya muchísimo rato.