Jordi Villacampa Amorós (11 de octubre de 1963, Reus) logró con el Juventut de Badalona el sueño de todo canterano enamorado de unos colores, triunfar durante la etapa como jugador y llegar a convertirse en presidente. El segundo máximo anotador de la historia de la ACB, por detrás de Alberto Herreros, y el jugador que ostenta el récord de anotación en un partido con la selección española (48 puntos frente a Venezuela en 1990) ofrece su penúltima clase magistral fuera ya de las pistas.

¿Qué le parece apadrinar una fase final de baloncesto

Estoy encantado de estar aquí en Ibiza, una tierra fantástica. Mañana vamos a potenciar el baloncesto con este torneo que está muy bien, vamos a estar con los chicos y a pasar un buen rato. Tengo dos anécdotas aquí porque estuve hace muchos años jugando en Palma un Mundial, en 1982, y estuvimos en Ibiza jugando algún partido preparatorio. Luego estuve también con la selección, creo que en el año 91 o 92.

¿No le tienta participar en el concurso de triples?

Creo que Lucio [Angulo] va participar, yo como mucho puedo hacer de jurado para el de mates [risas].

Esta isla vivió una época dorada con el PDV

Entiendo lo que pasó con el PDV porque lo he sufrido. Yo vengo de un club que es espejo de todo lo que se tiene que hacer con la formación, que para mí es súper importante. Cuando en un sitio cala el hacer este deporte, con el tiempo recoges los frutos. Es mucho mejor inculcar este aspecto para que al final salga una base que sea como una pirámide: una base muy fuerte y muy sólida para poder crecer y luego que haya jugadores que si se pueden retener en la isla, fantástico, y si no hacer mucha base y mucha formación.

Debutó con 16 años en la ACB, algo impensable hoy en día. ¿Qué ha cambiado en el baloncesto actual respecto al de su época?

En aquella época no había todavía ACB, se inauguró en el 83 y yo debuté con el primer equipo en el 80, pero era la primera división. Sobre todo ha cambiado la globalización. Antes era una liga casi cerrada para jugadores nacionales y había dos o tres extranjeros, mientras que la globalización permite a los jugadores que puedan ir y venir. Hay mucha gente de fuera y por eso es más difícil.

¿Cómo puede describir sus sentimientos hacia la Penya tras pasar 40 años en el club como jugador y presidente?

La Penya ha sido mi club. Hay pocos jugadores que hayan empezado en las categorías inferiores, hayan jugado de manera profesional sin irse a otro sitio y luego hayan tenido el orgullo y la suerte de estar 18 años de presidente en el mismo club. He vivido el baloncesto desde dos visiones distintas, primero como jugador y luego como presidente, pero ha sido muy enriquecedor, con momentos muy buenos y con otros no tan buenos, como en la vida.

En 2017 dejó la presidencia después de 18 años al frente, ¿con qué cubre ese vacío?

No lo he dejado del todo, soy socio desde hace mucho tiempo y aprovecho para ir a los partidos, a mi sitio tranquilamente. No hay ningún problema, mi vida ha sido mucho de abrir y cerrar etapas y cuando eres jugador eso te ayuda mucho. Me retiré con 34 años y tenía que reinventarme, luego estuve 18 años haciendo otra cosa y ahora haré lo mismo.

Usted encarna más que nadie el amor por unos colores. A lo largo de su carrera, ¿recibió alguna oferta realmente tentadora como para marcharse?

Tuve distintas opciones de irme pero la relación era mutua. Yo estaba bien, económicamente estaba bien remunerado y contento. No quiere decir que en otro sitio no me pagaran más, pero no tuve la oportunidad ni de decidirlo. Cuando era joven sí que pude irme a Estados Unidos a una universidad, pero me acobardé un poco. En aquella época era distinto. No sé qué hubiera pasado si me hubiera ido, quizás hubiera sido el camino para llegar después a la NBA, no lo sé. Eran otros tiempos, pero ahora si un hijo mío tuviera la ocasión le diría que se fuera.

Si hubiera jugado al baloncesto en la actualidad, ¿cree que habría dado el salto a la NBA?

El baloncesto ha cambiado mucho, sobre todo físicamente; no de talento, pero ahora son más altos, corren más y saltan mucho más. Pero dentro de que era otra época, yo creo que físicamente estaba muy bien y quizás sí podría haber jugado ahora en la NBA.

¿La Copa de Europa

No fue nuestro mejor partido pero sí el partido más importante de nuestras vidas. Ganar la Copa de Europa fue el título más importante y lo que tiene mucho mérito es que no lo ganara ni Barcelona ni Madrid, sino un club que era alternativa; el único club que no es una sección de un equipo de fútbol. Eso sí que tiene mérito para un club con muchos altibajos y al que le cuesta retener el talento. Dos años antes habíamos perdido una, la historia nos debía esa copa.

¿Ha sufrido más como jugador o como presidente?

Sin duda como presidente. Porque el éxito básicamente no depende de ti, sino de lo que hagan los jugadores en la pista. Ellos son las estrellas y desde arriba lo que tienes que hacer es gestionar y buscar recursos para que estén en la pista lo mejor posible, pero si entra el balón o no ya no depende tanto de ti para tener éxito.

¿Qué le pareció la final de la Copa del Rey entre Real Madrid

Estaba en Madrid viéndolo en directo y quedé un poco atónito con todo lo que pasó, sobre todo porque fue un buen arbitraje hasta el último minuto y medio, pero después fue un desastre total. Quisieron arreglar un error cometiendo otro y, al final, es peor.

Como presidente que fue durante 18 años, ¿qué opina de que un club como el Madrid amenace con abandonar la ACB?

Eso creo que no se puede hacer. En caliente todo el mundo dice cosas que no tiene que decir, pero lo que pasa es que ellos se plantean realmente dejar la ACB. Pero no solo ellos, el Barcelona, el Baskonia? Habrá una problemática de futuro en el baloncesto, con un choque de intereses grande entre la Euroliga y las ligas nacionales. Ahora son 16 y quieren pasar a 18, 20, 24? Y habrá un calendario que es incompatible porque ya juegan demasiados partidos.