Andrés Vilariño, indiscutible dominador de la Pujada a sa Cala 2018, renovó por segundo año consecutivo el antorchado de la prueba de montaña, alzándose como gran vencedor de la última carrera en la que ha tomado parte antes de retirarse tras una prolífica y dilatada trayectoria como piloto profesional. El experimentado piloto guipuzcoano, que comenzó a competir a los 17 años, se despidió ayer en Ibiza del mundo activo del motor, después de haber sumado a su extenso palmarés cuatro campeonatos de España (1979, 1980, 1984 y 1999); cuatro campeonatos de Europa de Montaña; un campeonato turístico español; un título de campeón del rally de los navarros, y tras haber logrado también una meritoria cuarta posición en las 24 horas de Le Mans en la categoría GT2.
Ayer, al término de la carrera en la Pujada a sa Cala, Vilariño se mostró feliz y muy satisfecho por su triunfo en la cita ibicenca, aunque lamentó marcharse con la espinita clavada de no haber logrado batir el récord de la prueba que él mismo registró en la edición del pasado año. Una pequeña fuga de líquido refrigerante en su motor le privó de ir a por esa nueva hazaña.
«Me retiro con una victoria, que es con lo que me quedo. Seguiría, pero creo que ya lo he estirado demasiado en el tiempo. A partir de este momento quiero dedicarme a ayudar más a mi hijo Ander y a mi hija Ángela. Ahora lo que me toca es estar detrás de la barrera, controlando y asesorándoles en todo lo que pueda. Me retiro feliz en Ibiza y en Balears. Sé que me va a costar, pero es lo que tengo decidido y ya no hay marcha atrás», declaró el laureado piloto vasco.
José J. Fernández repite éxito
El ibicenco José J. Fernández Alcázar, que el pasado año ya obtuvo la segunda posición en la general, revalidó con éxito dicho puesto en esta edición, gracias a un pilotaje de alto voltaje.
«Teniendo en cuenta el coche que lleva Vilariño, a lo máximo que podía optar era a ser segundo, aunque en la carrera creo que lo hemos asustado mucho porque nos hemos acercado bastante a él», indicó el piloto local.
