Cristóbal Colón de Ibiza llega a Asturias con 'El último viaje'

"Mar, mar. ¿Qué ven vuestras mercedes? Horizonte, cielo y mar. Mas yo os digo que más allá hay caminos, hay islas. Está la Verdad. Y no solo lo digo, sino que yo lo demostré".

Así empieza el one man show sobre Cristóbal Colón, protagonizado por el actor Iván Ros, en el que el famoso aventurero español relata su naufrago en el periplo tormentoso de su última expedición. Esta lectura dramatizada realizada por Produccions Aïllades, con texto de Carlos Garrido y dirigida por Ramon Mayol, se representará el sábado 19 de julio a las 17 horas en la localidad de La Caridad, en la parroquia del concejo de El Franco (Asturias), donde el párroco ibicenco Pedro Miguel López ejerce en la actualidad. El activista Pep Ribas promueve el evento, que incluye también una demostración de tiro con honda.

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La obra se basa en la teoría de Nito Verdera sobre el origen ibicenco de Colón. Recientemente, la ciencia ha dado razón a la teoría del investigador: Cristóbal Colón era judío. Así lo ha certificado el estudio genético del gran navegante a través del documental ‘Colón ADN, su verdadero origen’ de RTVE, que descarta la teoría más extendida de que Colón era genovés y sitúa su nacimiento en el Mediterráneo occidental, en los territorios de la Corona de Aragón: las zonas de Valencia o de las Islas Baleares (aunque la teoría mallorquina también se descartó).

Un relato en circunstancias peculiares

En su primer y más famoso viaje a las Indias, el del Descubrimiento (1492-1493), Cristóbal Colón no llegó más allá de las islas del Caribe. Tampoco en el segundo (1493-1496) y sólo en el tercero (1498-1500) tocó tierra continental americana, en el norte de Venezuela. Pero sería realmente en su cuarto y último viaje, que partió de Cádiz el 9 de mayo de 1502 y regresó a Sanlúcar de Barrameda dos años y medio después, el 7 de noviembre de 1504, cuando Colón recorriera a fondo una parte del continente americano: en concreto, la costa donde actualmente se encuentran Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá.

Tenía 51 años, una edad avanzada por la época, sufría de gota y artritis y, lo que era peor en sus ojos, había caído en desgracia ante los Reyes Católicos; de hecho, su mala gestión como gobernador en territorio americano le costó los privilegios que le habían sido concedidos a las Capitulaciones de Santa Fe. Tuvo que encarar de nuevo la larga travesía, esta vez a bordo de dos carabelas y dos naves y con una tripulación de 144 personas. A su regreso, ya no era el hombre que había estado.