Entrevista
Juan Diego Botto, actor: "No podíamos calcular que nuestra obra estaría hoy mismo en el centro del debate político"
"Nadie se ha detenido a buscar dónde está el problema, quiénes son estos niños emigrantes; nadie se ha detenido a mirarlos, a hablar con ellos"

Juan Diego Botto, en el Festival de Málaga.
Saúl Fernández
¿Puede ser que "14.4" sea la tercera parte de una trilogía sobre la emigración y sobre la violencia oficial?
Pues nunca lo había pensado así, la verdad. Sí es cierto que la emigración y cómo es tratada por las instituciones es un tema que me obsesiona. La emigración, el exilio, los movimientos de personas cuando tienen que salir, que huir, que buscar un futuro distinto y mejor... es verdad que todo eso siempre me ha interesado. La primera vez que lo traté fue en mi primera obra de teatro, que se llamaba "El privilegio de ser perro". Después escribí "Un trozo invisible de este mundo", que dirigió el propio Sergio Peris-Mencheta y ahora, es verdad, que "14.4" es mi tercera incursión en el tema, pero nunca lo había pensado como una trilogía.
Hoy mismo [por ayer] se han repartido las comunidades autónomas los niños emigrantes.
Sí, es algo que no podíamos saber cuando empezamos a hacer esta obra. Esta obra surge hace muchos años, cuando Peris-Mencheta conoce a Ahmed Younoussi haciendo un cortometraje. Conoce a Ahmed, conoce su historia y dice: "Algún día tenemos que contar tu historia". Ya cuando hicimos "Un trozo invisible", en 2012, Sergio me contó su historia, me dijo algún día tenemos que escribir esto. Bueno, fueron pasando los años y es una cosa que íbamos postergando y finalmente hace dos años dijimos: "Venga, va, vamos a sentarnos a escribir". No podíamos calcular que dos años después, cuando estrenamos la función, nuestra obra iba a estar hoy en el centro del debate político:esta cosa que llaman menores no acompañados, que son niños; niños y niñas. Una instrumentalización política a costa del dolor de unos menores como si estuviéramos hablando de monstruos.
No deja de sorprender que este reparto de los niños haya sido como un puñado de gominolas o algo parecido.
Sí, la verdad es que todo en este debate ha resultado grotesco o por lo menos a mí me da la sensación de que es grotesco. Hay una parte que tiene que ver con una instrumentalización política, o sea, nada de lo que se está hablando tiene que ver con la realidad. Son tergiversaciones malintencionadas, exageraciones. Nadie se ha detenido a buscar dónde está el problema, quiénes son estos niños. Nadie se ha detenido a mirarlos, a hablar con ellos, a buscar soluciones reales para el problema real, sino que es un mecanismo que cumple un fin, que es asustar para ganar votos o para acercar a la gente al miedo contra la inmigración, pero nadie se ha parado a hablar de estos niños, a mirarles… Evidentemente, el lenguaje del teatro no es el lenguaje de la prensa o el lenguaje político. Nosotros nos acercamos a la realidad desde lo personal, desde las emociones, hablamos de seres humanos y yo creo que a veces ver el rostro que se oculta detrás de las estadísticas, de los números, de los titulares, pues te da una perspectiva distinta. ¿Quién es esta gente de la que se habla? Gente como Ahmed. Ve la obra de teatro, conócelo y después fórmate una opinión, pero conócelo.
Sergio Peris-Mencheta me contó que quería contar la historia de Ahmed, pero que él llegó hasta un punto en que necesitó echar mano de usted para que terminara de redondear la idea que él tenía.
-Sí, él había escrito como un primer acercamiento, porque ya le digo, esto nace de una obsesión de Sergio. Había escrito un primer acercamiento que era muy más abstracto, muy poético y bueno, él tenía la sensación de... sé que aquí está el germen de lo que quiero contar, sé que aquí ronda lo que quiero hacer, pero no termino de encontrarlo. Y bueno, como era una cosa de la que habíamos hablado muchas veces, me pasó lo que él había escrito, yo quedé con Ahmed varias veces, me contó su vida entera y con eso construimos lo que ha terminado siendo la función. Es una estructura sencilla, pero con la intención de que sorprenda un poquito al espectador, que no sea exactamente lo que él se imagina que va a ver, que tenga un poco de sentido del humor y también la voluntad de contextualizar un poco la historia. Qué es África, qué es el norte de África, qué pasa en el norte de África, qué son los movimientos migratorios, cuál es la actitud de Europa al respecto. Bueno, pues dar un poquito, un mínimo contexto también para que se entienda, a veces lo general ayuda un poquito a entender lo particular.
¿Y cómo se hace que el actor Ahmed se desprenda de la persona de Ahmed en el escenario?
Bueno, pues eso es para mí quizá lo más singular y bonito de este proyecto. Estamos acostumbrados a ir al teatro a que un actor, una actriz nos cuente, encarne a otro ser humano y a través de esa encarnación nos cuente una historia. En este caso, el espectador sabe desde el principio que no hay encarnación alguna, que la persona que nos está contando la historia es la persona que vivió esa historia.
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