Entrevista

C. Tangana: "No tengo ningún proyecto musical en mente, y me encanta"

El artista madrileño presenta su primera película, el documental 'La guitarra de Yerai Cortés', en el Festival de San Sebastián

El músico Antón Álvarez, conocido como C Tangana, a su llegada el pasado jueves al hotel que aloja a los invitados de la 72 edición del Festival de Cine de San Sebastián.

El músico Antón Álvarez, conocido como C Tangana, a su llegada el pasado jueves al hotel que aloja a los invitados de la 72 edición del Festival de Cine de San Sebastián. / EFE

Nando Salvà

San Sebastián

"Tengo que conseguir cerrar el episodio de la música", afirmaba C. Tangana en un momento de ‘Esta ambición desmedida’ (2023), documental dedicado a su figura estrenado en el Festival de Cine de San Sebastián hace ahora justo un año. No está claro si ha logrado su objetivo pero, en cualquier caso, Antón Álvarez -ese es el nombre que le dieron sus padres- ha vuelto hoy al certamen para presentar su primer trabajo como director, el emotivo documental ‘La guitarra flamenca de Yerai Cortés’, acercamiento a la convulsa vida y la gloriosa música del guitarrista que le da título. 

En ‘Esta ambición desmedida’ usted aparece diciendo que ya no se siente representado por el seudónimo C. Tangana, y ha firmado ‘La guitarra flamenca de Yerai Cortés’ con su nombre real, Antón Álvarez. ¿Significa eso que C. Tangana es cosa exclusivamente del pasado?

No lo sé. Yo llevo usando distintos seudónimos desde que tenía 14 o 15 años, y lo seguiré haciendo. Me siento mejor en la novedad, porque me inspira, y también me gusta ir borrando las huellas. Es cierto, C. Tangana dejó de representarme, porque no me representa nada que no esté conectado con mi momento presente. Voy a poner un símil sobre zapatos, porque me encantan: pocas veces te haces unos zapatos a medida que te duren 15 años. Soy consciente de que buena parte de lo que soy se lo debo a C. Tangana, pero para mí es importante mantenerme original.

¿Por qué una película ambientada en el mundo del flamenco?

Yo estoy enamorado del flamenco, creo que es la expresión más elevada de ser humano. Siento una conexión con esa música que me resulta indescriptible, porque el flamenco son muchas cosas. Es García Lorca pero también una artista tan avanzada como Rocío Molina, cuya música cabe en un museo; es asunto de estudios antropológicos pero también es un día de fiesta y coplillas en una plaza de barrio. No somos conscientes de la magnitud y la profundidad que tiene el flamenco, y de la suerte que tenemos nosotros que lo podemos entender de cerca. Y le estoy increíblemente agradecido a Yerai por haberme cogido de la manita y haberme adentrado de lleno en él.

¿De dónde proviene su interés en el cine?

Mi generación es la primera que ha crecido rodeada de pantallas, hemos tenido una educación audiovisual espectacular, así que me siento muy familiarizado con ese lenguaje. Lo cierto es que yo siempre me he creído un artista, desde que tenía 6 años, y al no haber estudiado ninguna técnica en particular me siento muy libre para ir saltando de una disciplina a otra; supongo que mi intrusión en el cine es un intento de convencerme de que esa versatilidad es algo real y no una mera ilusión por mi parte. Me gustaría estudiar cine, pero esta película, como casi todo lo que he hecho en mi vida, es producto de la intuición. 

¿Se ha sentido cómodo detrás de la cámara?

A decir verdad, me he sentido un poco intruso haciéndome pasar por cineasta. Y estoy muy agradecido a la gente del cine por cómo me han tratado. Se nota que cuesta mucho hacer películas porque la gente es muy cooperativa, y todo el mundo sabe por lo que estás pasando. Me han recibido con los brazos abiertos a pesar de qué tenían razones para pensar: “¿Y qué puta idea de cine tendrá este tío?”. En la música somos mucho más juzgones. Si un actor saca una canción, todos los músicos le miramos por encima del hombro. 

¿Durante algún momento del proceso de producción de la película se sintió sobrepasado?

Constantemente, y en muchos aspectos. Ha sido una lucha contra los elementos y contra mí mismo. Lo primero que tuve que asumir son mis limitaciones por lo que respecta a la estructura y el lenguaje cinematográficos, o sea, entender cómo se cuentan las cosas. Esta película no es mera información, no es un reportaje. Es una historia emocional, y podría haberla contado a través de la ficción. He intentado construirla como construyo las canciones, o como se hace una novela. Y aprender a narrar me ha llevado horas y horas de montaje salvaje y obsesivo. Pero es que también he tenido que comprender que no sé nada sobre cómo colocar y mover una cámara, sobre iluminación y otros aspectos técnicos. Todo el proceso ha sido como golpearme una y otra vez contra un muro. Y sí, he estado a punto de abandonar la película muchas veces.

¿Se ve usted haciendo una segunda película antes que sacando un nuevo disco?

Quiero hacer una película de ficción, y quiero aprender a escribir guiones. Yo creo que nunca dejaré de hacer música, pero no tengo ningún proyecto musical en mente, y me encanta. Es un privilegio gigante poder tener esa libertad. Es cierto que me doy cuenta de que estoy renunciando a algo, porque durante estos cuatro años que llevo sin hacer música me han pasado muchas cosas, y si en el futuro quiero escribir canciones sobre ellas ya no las sentiré igual. Pero, por otra parte, me siento liberado. 

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