Quemar después de leer

En la mente de H. P. Lovecraft, por Laura Fernández

Acaba de publicarse el 'Cuaderno de ideas' del autor de 'La llamada de Cthulhu', un pequeño tesoro que permite al iniciado en la terrorífica obra del de Providence asomarse a la forma en que se le aparecían las historias, ¿y completan, esta clase de libros, los llamados 'commonplace books', la obra de un escritor?

En la mente de H. P. Lovecraft, por Laura Fernández.

En la mente de H. P. Lovecraft, por Laura Fernández.

Laura Fernández

Existe una tradición no del todo extendida, y ni siquiera del todo conocida, que tiene como objeto la publicación de cuadernos. Cuadernos entendidos como colección de notas, apuntes de ideas, que escritores, filósofos, y hasta ciudadanos de a pie cuya experiencia puede haber tenido algo de excepcional —porque vivieran un momento histórico concreto, porque sobrevivieran a, pongamos, una tragedia—, han llevado a lo largo de su vida, o en los que se han apoyado en un momento concreto. No son diarios, y tampoco obra propiamente dicha. No son más que destellos de lo que quizá acabó siendo una novela, o nunca lo fue, en el caso de un escritor. O pensamientos que nunca tomaron otra forma que la de la anotación. Son, en realidad, pequeñas visitas al cerebro del creador. Arthur Conan Doyle habló de este tipo de publicaciones en las aventuras de Sherlock Holmes. Porque a menudo, Holmes, ávido lector y curioso coleccionista de tesoros anotados, buscaba explicación a lo que había ocurrido --el crimen-- en los cuadernos que habían pertenecido a la víctima, o alguien relacionado con el caso. En concreto, en 'La aventura del inquilino velado' —las aventuras de Holmes tienen siempre títulos de lo más ocurrentes: está 'La aventura del pulgar del ingeniero', y la de 'La ciclista solitaria', y la de 'El hombre que caminaba a cuatro patas'—, Holmes encuentra en uno de esos cuadernos, llamados 'commonplace books' --literalmente, libro de lugares comunes-- noticias de periódicos relacionadas con un viejo asesinato que le ayudan a resolver el caso.

La novela más aterradora

Mark Z. Danielewski edifica parte de su terrorífica 'La casa de hojas' (Alpha Decay/Pálido Fuego) -sin lugar a dudas, la novela más aterradora que se ha escrito jamás: no puede leerse sin mirar por encima del hombro todo el rato- a través de algo parecido a un 'commonplace book', porque la conciencia del protagonista está dividida entre la lectura de un viejo manuscrito y su inexplicable casa --inacabable por dentro, corriente por fuera--. Virginia Woolf habla de estos cuadernos de notas en uno de los ensayos incluidos en 'Horas en una biblioteca' (Seix Barral), algo así como sus confesiones de lectora incontenible. Dice de ellos que "todos tenemos por ahí cuadernos que sobre todo tienen páginas en blanco" en los que anotamos todo tipo de cosas.

La intención, por parte de Lovecraft, de que ese libro existiera, es evidente. Él mismo firma el exiguo prólogo

Anotamos, dice por ejemplo, "los nombres de grandes escritores ordenados por sus méritos; o copiamos párrafos buenísimos de clásicos; o hacemos una lista de los libros que queremos leer; o, más interesante, una de los que ya hemos leído". ¿Contenían esos cuadernos, también en su caso, sus ideas para cuentos, y novelas? Por supuesto. Tanto como lo hacían sus cartas y sus diarios, solo que en una versión definitivamente más escueta. No se ha publicado ninguno de ellos, y quizá no se publique nunca --tal vez ni siquiera se conserven--. No hay demasiados publicados, en realidad. El más famoso de todos ellos es el de H. P. Lovecraft. Llamado simplemente 'Commonplace Book', y traducido como 'Cuaderno de ideas', acaba de ser editado en España por Periférica.

"Le arrebatan algo a alguien en la oscuridad en un sitio viejo, solitario y evitado por la mayoría", dice una de las anotaciones. "Se siente la presencia de una criatura invisible o se observan sus huellas en la cima de una montaña o en otro tipo de elevación inalcanzable", dice otra. En algunas, cita aquello que las inspira. Un texto de Hawthorne, la Enciclopedia Británica. En el caso de algo llamado "la cueva de Trofonio", el Diccionario Clásico y un artículo, quién sabe de qué momento, del Atlantic. Es decir, es asomarse, un rato, a la mente en marcha del autor de 'La llamada de Cthulhu'. Porque lo curioso de estas anotaciones es que, en muchos casos, no pasaron de ser lo que son, posibles salidas. Y así es como se han mantenido, intactas, en el tiempo.

Anotaciones a vuelapluma

Tan peculiar artefacto literario fue publicado a la muerte de Lovecraft. Lo publicó su mejor amigo, y albacea, Robert H. Barlow. De hecho, creó una pequeña editorial, The Futile Press, para hacerlo. La intención, por parte de Lovecraft, de que ese libro existiera, es evidente. Él mismo firma el exiguo prólogo. Lo presenta como un compendio de "ideas, imágenes y citas anotadas a vuelapluma para su posible uso futuro en ficciones de misterio". El iniciado en la terrorífica obra del de Providence, lo reconocerá enseguida. Reconocerá incluso su íntima e intimidante voz. Y buceará entre las ideas preguntándose, quizá, el aspecto que habrían tenido de acabar convertidas en historias. La forma en que algo así completa su obra es la siguiente: trae de vuelta a la mente en marcha.