Arte&letras

Brindis eterno por Chéjov

Brindis eterno por Chéjov

Brindis eterno por Chéjov / Javier García Recio

Javier García Recio

Chéjov comentó una vez en una carta a su hermano que la brevedad es hermana del talento. Pero al decir esto, sabía y señaló repetidamente que no toda brevedad es talento. La brevedad en una obra de arte siempre va de la mano con el brillo, las imágenes y los detalles artísticos. Chéjov supo aunar todo eso y aún mas, porque en sus relatos, abarcando todo el contenido profundo de la vida, tejió almas humanas con los hilos más finos y las infundió un soplo casi imperceptible que las hace indelebles. Por eso volver a Chéjov, a sus relatos que retratan como en una instantánea fotográfica el día a día del ruso de a pie, del ciudadano medio universal, es un ejercicio vital para vernos y entendernos a nosotros mismos. Todos estamos retratados en los relatos de Chéjov. Adentrarnos en sus cuentos es un viaje crepuscular a nuestros instintos básicos, a nuestros sueños y nuestra propia manera de ser y comportarnos, a nuestra vida cotidiana.

Otros escritores han sabido describir con genio desigual la vida de ese ciudadano medio que somos la mayoría, pero solo Chéjov supo darle a sus relatos una complejidad conmovedora, una gran fuerza humanizadora y todo ello con un lenguaje totalmente contemporáneo.

Por eso, decíamos, es bueno regresar a los relatos de Chéjov. Darnos un festín literario sin complejos. Podemos hacerlo ahora de la mano de Alba Editorial que acaba de reeditar, con una excelente selección y traducción de Víctor Gallego Ballesteros, una selección de los mejores cuentos de Chéjov.

Panorámica de sus relatos

Son sesenta cuentos cuidadosamente seleccionados que suponen una antología amplia y representativa que recogen una panorámica de sus relatos cortos, desde los primeros de ellos escritos con seudónimo como ‘En la barbería’ hasta los más complejos de su última época, léase ‘El obispo’, si bien, como señalan los editores, la mayoría datan de su época mas fecunda, a partir de 1886. En ese tiempo Chéjov tiene 25 años y estaba en su madurez literaria; había publicado su primer cuento cuando tenía 20 años y desde entonces ya no dejó de hacerlo hasta su muerte temprana en 1904.

Leyendo o releyendo estos cuentos podremos entender por qué Chéjov es un escritor universal y comprender como un hombre, médico rural, que se dedicó a contar en pequeñas dosis y micro cuentos los avatares de la vida cotidiana en la inmensa Rusia, haya sido el maestro y el espejo donde han bebido insignes nombres de la literatura posterior como Hemingway, Scott Fitzgerald, James Joyce o Sherwood Anderson. Un don especial que le permitió dibujar la alquimia de sus congéneres, conocer el engranaje, el sofisticado mecanismo que conforma la naturaleza interior de cada ser humano, el ADN del alma y del espíritu humano, un mecanismo que compartimos todos, sea en la gran Rusia o en la pequeña aldea sin nombre. Supo desentrañarlo, desmontarlo y mostrarlo al mundo con la naturalidad con que un relojero desmonta el engranaje de un complicado reloj.

Le bastaba una miniatura, dos líneas esbozadas en un cuaderno, para que ya se abran ante nosotros perspectivas enteras de personajes y destinos. Personajes que combinaban la más profunda rectitud en sus vidas con una incapacidad casi ridícula para realizar sus ideales y principios; dotados de humanidad , pero incapaces de nada práctico en sus vidas privadas. Están rodeados de aburrimiento y estupidez, fracasan en el amor, en los negocios o en el trabajo, pero anhelan y sueñan con un momento en que la vida será fácil y hermosa. Pero eso nunca ocurre.

Es así en ‘Verochka’, uno de los cuentos más bellos de esta selección donde vemos la imposible disposición del protagonista, Ognev, a corresponder al amor de la bella y soñadora Vérochka, que se ha enamorado del joven, pues no cree estar a la altura. ‘Tristeza’, condensa en apenas ocho páginas esa otra imposibilidad, la de compartir el dolor, la pérdida. Chéjov nos lleva en el pestante del cochero Iona Potápov que acaba de perder a su hijo. Uno tras otros, los viajeros ignoran su dolor y rechazan oir su pena. ¿Quién será quien finalmente oiga su corazón desgarrado? Duro pero de un realismo cruel ‘El violín de Rothschild’ donde Yakov Ivanov, fabricante de ataúdes y violinista en una orquestina judía, tendrá que hacer el ataúd para su esposa enferma

Hay sesenta relatos en esta antología de Alba donde beber el fino licor literario que nos ofrece en pequeños tragos Antón Chéjov y brindar con él por la vigencia del cuento inmortal, de ese mecanismo secreto que hizo que convirtiera cada una de sus historias en un relato único.

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