“El 20 de diciembre de 2015 me convertí en madre y enloquecí”. Ese es el contundente y, a su manera, hermoso inicio de 'La historia de los vertebrados' (Literatura Random House), libro en el que Mar García Puig (Barcelona, 1977) parte de su propia y dolorosa experiencia para dar voz a todas las mujeres que vieron y ven cómo la maternidad les arrebató y les arrebata la cordura. Filóloga, editora y diputada de En Comú Podem, García Puig cruza en su primer libro la narración personal y el ensayo histórico para recordar que “hay una larga estirpe de vinculación entre la maternidad y la locura”.

¿Por qué escribir este libro tan íntimo y, a la vez, universal?

Cuando me pasó el episodio de ansiedad desbocada, me puse a bucear en los libros y en la historia para encontrar compañía y comunidad y quitarme la culpa. Encontré una foto de una mujer victoriana, ingresada en un psiquiátrico, en la que ponía puerperal madness (locura posparto). En esa época se tomaban fotos de las locas. A partir de ahí empecé a investigar y, cuando tenía mucha documentación y había establecido vínculos con algunas de esas mujeres, me sentí en la obligación de darles voz. En el libro hablo de mujeres que escribieron sobre su experiencia, pero también de mujeres anónimas perdidas en un archivo de la historia.

La escritora y diputada Mar García Puig. Ricard Cugat

¿Desde el principio sabía que iba a formar parte del relato?

No, la idea era hacer un ensayo. Hice el clic cuando fui al hospital Vall d’Hebron a hablar con la psiquiatra que me atendió en el primer momento, y me dio mi historial. Al leerlo, me pareció pura literatura. Me emocioné, y sentí que entre el historial de todas esas mujeres tenía que poner el mío. Ahí empiezo a contar mi historia.

¿Le costó encontrar el equilibrio entre el ensayo histórico y el relato personal?

Una vez entró mi historial todo fue muy orgánico. A su manera, la historia que cuento es de terror, de fantasmas. Y la literatura gótica, de la que soy muy lectora, me dio una percha en el estilo que me permitía hilvanar todas esas historias de locura, que son muy literarias y muy góticas, sin que quedara un trozo más psicológico personal y otro más ensayo histórico. El miedo materno ha dado forma a la historia y a la posición que tenemos las mujeres en la sociedad, y la literatura gótica me permitía hacer este recorrido histórico.

¿Dudó mucho sobre hasta qué punto quería exponerse?

Al principio me planteé dejar fuera o enmascarar algunas cosas, como el episodio de la tricofagia [la ingesta del propio cabello]. Y hubo un punto en el que pensé en cuando mis hijos fueran mayores y lo leyeran. Pero intenté marcarme algunos límites y no me salía porque el planteamiento era ir con todas las consecuencias. Como en mi proceso me ayudó leer a mujeres que fueron capaces de verbalizar todo eso, desde la mayor humildad sentía una especie de deuda.

La escritora y diputada Mar García Puig. Ricard Cugat

Su libro llega en un momento en el que la salud mental está encima de la mesa.

Una cosa que quería hacer en este libro era quitar la salud mental del ámbito estrictamente médico. A veces pensamos que con la terapia, que a mí me ayudó mucho, vamos a resolver cosas que son más que algo médico. También hay un componente cultural, material, histórico, filosófico, una parte humana y ciertos límites. La salud mental, la locura, no se puede atajar y resolver totalmente, también tenemos que aprender a convivir con ella y aceptar que está ahí. A veces se simplifica desde demasiados lados y no se asume su complejidad y su condición inabarcable. No hay que glamurizar la locura porque implica mucho sufrimiento, pero hay que reivindicarla como parte de la vida. Y creo que llamarla locura le devuelve un poco esa cantidad de dimensiones.

¿Siempre supo que incluiría en el libro su experiencia en política?

No soy nada espiritual, no tengo pensamiento mágico y siempre he querido dejar lo irracional fuera de mi vida. Pero me convertí en diputada y di a luz el mismo día. Aunque crea que es casualidad, estaba obligada a hablar de lo intrincadas que están las dos cosas, y no deja de ser un símbolo que en mi caso se dieran el mismo día. Hay una parte pública en la maternidad y en la locura, otra de esas cosas silenciadas entre cuatro paredes, y hay una parte irracional íntima en la política. No podía dejar de vincularlas.

Cuenta su historia de una forma muy física, con el cuerpo siempre en primer plano, como si quisiera dejar claro que las cosas de las que habla son reales.

Para muchas mujeres, el cuerpo ha sido un espacio de dolor. En mi caso, la corporalidad a la que había dado la espalda toda la vida me explotó en la cara con la maternidad.