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Arte & Letras
Entrevista Joseph O’Connor Escritor

Joseph O’Connor (escritor y hermano de Sinéad O'Connor): «Un grupo de pop es como una familia disfuncional»

En Reyes vagabundos (Impedimenta), el laureado escritor irlandés Joseph O’Connor relata cómo nace y muere un grupo de rock en el marco de la vibrante escena pop británica de los años 80; un conmovedor retrato del poder de los sueños juveniles y la destrucción que a menudo traen consigo.

Joseph O’Connor.

Las novelas sobre grupos o artistas de rock and roll no ocupan un lugar muy destacado en el canon literario...

[Ríe] Es cierto. Yo mismo no recuerdo haber leído ningún libro sobre un grupo de pop de ficción que me gustara especialmente, aunque seguro que los hay buenos. Admiro las novelas de Nick Hornby, pero él escribe sobre la experiencia del fan de la música. Y, por supuesto, he leído muchos libros de memorias de músicos, que es un género que me encanta.

¿Por qué entonces decidió inventarse un grupo [Ships in the Night] y escribir una novela sobre él?

Yo soy un escritor de ficción. Y a veces no eliges tú el tema de tus libros, sino que el tema te elige a ti. En determinado momento, se te instala una idea en la cabeza y no te suelta y no te permite escribir sobre nada más. A mí me ocurrió algo así. Y todo por culpa de un libro de John Lennon que guardo desde que tenía unos 10 años.

¿Me explica la historia?

Cuando tenía esa edad, iba algunos fines de semana a mercadillos de Dublín donde vendían ropa, discos y libros de segunda mano. Un día compré allí el libro Lennon recuerda, que contenía la transcripción de dos largas entrevistas que John Lennon concedió a Rolling Stone poco después de la ruptura de los Beatles. Y leerlo fue una gran conmoción, porque en la voz de Lennon había una mezcla de ternura, culpa, ira, amargura e incluso odio hacia sus antiguos compañeros de grupo. Cuando yo era un niño, pensaba que estar en los Beatles era la mejor cosa que te podía pasar. Y, de repente, alguien que estaba allí me decía que no era así. Que un grupo es un lugar en el que se dan cita la ambición, la diversión y los sueños juveniles, pero donde también se desarrollan grandes dramas y terribles decepciones. Es como una familia disfuncional. Y esa idea me estuvo obsesionando durante años hasta que no tuve más remedio que dedicarle una novela.

El motor de muchos de los mejores grupos de la historia es el amor entre sus miembros. Los Beatles son un ejemplo. Los Ships in the Night, también, ¿no?

Claro. El protagonista, Robbie Goulding, está convencido de que en la banda hay tres grandes músicos, uno de los cuales [Fran Mulvey] es un genio, y luego está él, algo así como un impostor. Y lo que descubre a lo largo del libro es que los otros no lo ven así. Fran le dice: «Los Ships eran Robbie Goulding y tres admiradores suyos». Aunque a Rob le haya pasado inadvertido, esa admiración, ese amor, es lo que ha hecho funcionar al grupo. El amor, la amistad y los sueños juveniles son las razones por las que la gente monta bandas de rock and roll.

Y luego la vida real se impone.

Sí, así es. Pero a mi juicio la mejor frase de siempre es ese verso de los Undertones que [el disc jockey y radiofonista] John Peel hizo grabar en su lápida: «Los sueños juveniles son difíciles de batir». Esa hermosa inocencia y rebeldía de la juventud es lo que el libro pretende celebrar.

«El amor, la amistad y los sueños juveniles son las razones por las que la gente monta bandas de rock and roll»

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El libro también enseña que el precio de esos sueños es casi siempre la decepción.

La gran tragedia que les ocurre a los Ships es que sus sueños se convierten en realidad. Tal vez habrían sido más felices si no hubieran triunfado. Hay una entrevista muy bonita en YouTube con el gran Wilko Johnson, guitarrista de Dr. Feelgood, que explica mejor lo que intento decir. Dr. Feelgood procedían de una pequeña ciudad de Essex llamada Canvey Island, un lugar bastante duro. Así que cuando se juntaron, se propusieron llegar a ser el mejor grupo de Canvey Island. Una ambición modesta, como ves. Un día hicieron una actuación en Londres; no fue demasiado bien, pero, en fin, habían conseguido actuar en Londres. Condujeron toda la noche de vuelta a Essex y, cuando cruzaron el puente hacia Canvey Island, pararon para fumar un pitillo y Wilko le dijo al cantante Lee Brilleux: «¿No es cojonudo? El año que viene quizá ya seremos la mejor banda de Essex». La belleza de ese momento me parece bastante insuperable. Supongo que mi novela trata de explicar cómo casi siempre el momento de anhelar algo es más placentero y satisfactorio que la realidad de conseguirlo.

En los 80, muchas estrellas del pop tenían una posición política clara. A juzgar por las pullas que dirige a Billy Bragg en un pasaje del libro, no parece usted muy partidario de mezclar pop y política.

¡Adoro a Billy Bragg! Cuando yo tenía la edad de los personajes de la novela, él era como un santo para mí. Lo admiro y me siento muy cercano a él, y tal vez por eso me he permitido un poco de inocente diversión a su costa. Dicho esto, creo que la música pop de los 80 propició grandes conquistas políticas y sociales. El movimiento político más exitoso que yo he conocido fue la campaña antirracista que promovieron las bandas de Two Tone: The Selecter, The Specials, The Beat... Ellos consiguieron que ser racista dejara de parecer guay. En mis años de universidad era algo habitual soltar comentarios racistas para hacer reír. Y esas bandas tuvieron el coraje de salir y decir que ese comportamiento era una basura.

La última actuación de los Ships in the Night tiene lugar en Barcelona. ¿Por alguna razón?

Me encanta Barcelona. Pasé un verano en la ciudad, hará unos 30 años, y, aunque hacía un calor infernal, me impresionó mucho. La vida nocturna, el legado cultural, la lengua, el sentimiento identitario..., todo eso hace de Barcelona un lugar fascinante. Así que supongo que había una cuestión de afecto personal. Además, la borrachera más grande que he pillado en toda mi vida fue en Barcelona. Una noche, [el novelista irlandés] Colm Tóibín y yo salimos a tomar algo con un grupo de gente y nos despertamos a las once de la mañana en la playa en Sitges. ¡Aún hoy no tengo ni idea de cómo llegamos allí!

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