libros | 60 años de ‘Rayuela’, todas querían ser La Maga

Recuerdo que todas mis compañeras querían ser La Maga. A todas les dio por fumar ‘Celtas’, llevar medias negras y cultivar un desorden tan poco natural como divertido

60 años de ‘Rayuela’Todas querían ser La Maga

60 años de ‘Rayuela’Todas querían ser La Maga / Javier García Recio

Javier García Recio

El mundo estaba cambiando, era la década de los sesenta que iba a convulsionar a una sociedad mojigata y dormida. Entonces apareció él con su ‘Rayuela’ para convulsionar el estanque dorado de la literatura mundial. Cuando la década de los sesenta llegó y comenzó a agitar el mundo, a partir de entonces ya nada fue igual. Cuando Julio Cortázar publica ‘Rayuela’ y destroza los cánones literarios, ya nada fue igual en las letras mundiales.

60 años de ‘Rayuela’Todas querían ser La Maga

60 años de ‘Rayuela’Todas querían ser La Maga / Javier García Recio

‘Rayuela’ llega en 1963, cuando los Beatles han iniciado su revolución musical, cuando un Bob Dylan profético proclama que «los tiempos están cambiando», cuando la píldora abre la puerta a la revolución sexual de un mundo puritano y simplón y de la mano de la minifalda renueva el papel de la mujer; el movimiento hippy está llamando a la puerta para traer su cambio pacífico; y el Mayo Francés hará despertar a la vieja Europa, acogotada todavía por el fantasma de la guerra mundial. La guerra de Vietnam y la humillante derrota de las tropas ‘yankees’ traerán nuevos modos de ver las relaciones entre los pueblos.

En este enorme motín social, en este huracán que destrozó los viejos moldes de un mundo adocenado, surge –era su tiempo, era su momento– la enorme figura de Cortázar proponiendo el juego de su ‘Rayuela’ y destrozando la rutina que imperaba en las letras internacionales.

Esta novela no llegó a mis manos hasta diez o doce años después. En parte porque el mundo no era, como hoy, una gran aldea global donde se conoce al instante lo que pasa al otro lado del mundo; en parte porque la España franquista de entonces miraba con recelo y desprecio lo que venía de fuera. Y en aquellos tiempos la literatura era algo prohibido que venía de Francia (Ruedo Ibérico) o de Argentina (Losada).

Iniciaba mis estudios universitarios en una España triste y gris que ya empezaba a cambiar de color. ‘Rayuela’ contribuyó a ello, aunque la sociedad española, embarcada entonces en desembarazarse de una dictadura sangrienta, no pudo hacer de la novela de Cortázar el símbolo de transformación que suponía. Fue algo después.

Con todo, en los círculos literarios universitarios, recuerdo que todas mis compañeras querían ser La Maga. A todas les dio por fumar ‘Celtas’, llevar medias negras y cultivar un desorden tan poco natural como divertido. Era más difícil ser Oliveira, sobre todo porque Madrid en aquellos primeros años setenta estaba muy lejos del ensueño de París que el Mayo Francés había hecho mítico.

Revolución a la novela

No solo a las compañeras, a todos enamoraba el personaje de La Maga, su naturalidad, su inocencia, su ignorancia sin complejos y ese desorden espontáneo que a Oliveira sacaba de quicio. La Maga era así sin disimulos; hechizaba por su naturalidad. La Maga preguntaba continuamente, buscaba gatos por todo París y era capaz de tirarse horas observando un asunto trivial. Era el contrapunto de Oliveira, racional e intelectual, con sus amigos del Club de la Serpiente; por eso enamoraba, por eso él la buscaba por todo París y esperaba ver su «silueta delgada» en el Pont des Arts.

Con ‘Rayuela’ Cortázar trae la revolución a la novela. Desde James Joyce nadie había subvertido la narrativa mundial con una propuesta tan renovadora, tan radical. Como en el juego de la rayuela –que en Málaga llamamos ziriguizo– Cortázar nos propone un divertimiento literario sugerente donde al final, como en el juego, está el cielo. Como en el juego, hay varias alternativas, varios caminos para ir saltando por las casillas. Se puede leer seguido comenzando por ‘Del lado de allá’, las aventuras de Horacio Oliveira en su París adoptivo. A partir del capítulo 37, ‘Del lado de acá’ con Oliveira de nuevo en Buenos Aires. A partir de ahí empiezan los capítulos que Cortázar considera «prescindibles», donde el juego se hace más patente, donde los capítulos se leen de forma salteada siguiendo un orden que nos propone el propio autor. Con ‘Rayuela’, Cortázar nos trae el juego de la vida, un juego revolucionario y distinto al que hasta entonces conocíamos y nos trajo a La Maga a la que aún seguimos buscando. ¿Encontraremos a La Maga?

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