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Arte&letras

Clarice Lispector. Todas las cartas

La publicación por Siruela de ‘Todas las cartas’, de Clarice Lispector, es todo un suceso literario que nos permite descubrir que la correspondencia que alimentó es tan magnética y grandiosa como las novelas y cuentos que hicieron de ella una escritora eterna

Clarice Lispector Todas las cartas

En enero de 1942, con 22 años, le escribe a su hermana Tania: «He llegado a la conclusión de que escribir es lo que mas deseo en el mundo». Su confesión venía alentada por el éxito de su primer libro ‘Cerca del corazón salvaje’ que acababa de publicar. Clarice Lispector iniciaba así un largo periodo de correspondencia con sus hermanas, escritores, editores y artistas, que se prolongó durante los veinte años que estuvo fuera de Brasil como esposa de un diplomático. Leer ahora esas cartas permite descubrir que la correspondencia que alimentó es tan interesante y grandiosa como las novelas, cuentos y crónicas que la hicieron eterna como escritora.

Junto a sus libros de novelas y cuentos, la correspondencia fue una de las pasiones de la escritora, con sus cartas tenemos la oportunidad de seguir cuatro décadas del itinerario vital de ella. Las angustias que acompañaron sus años de formación, los obstáculos sorteados para ejercer de ello; las dificultades de una mujer queriendo ser ella misma en un universo femenino muy limitado.

Todo el universo literario, personal, familiar y de toda índole puede seguirse leyendo el conjunto de esta correspondencia, un total de 284 cartas que Lispector envió a familiares, amigos y editores y que ahora publica en español la editorial Siruela bajo el título ‘Todas las cartas’. Contienen una gran cantidad de material inédito, gracias a una larga investigación realizada por la periodista Larissa Vaz, bajo la guía de biógrafos y familiares, para brindar una visión integral de la persona y de la escritora.

Leyendo esta correspondencia nos encontramos con una Clarice desmitificada de todas las etiquetas que le han colgado de mujer sofisticada y mundana: «nunca quise asumir una actitud superintelectual. Nunca tuve la intención de asumir ninguna actitud. Llevo una vida muy ordinaria. Yo crío a mis hijos. Yo cuido la casa. Me gusta ver a mis amigos, el resto es un mito. La crítica, casi siempre, confunde las cosas», señalaba en una carta a una de sus hermanas. Al contrario, encontraremos a una mujer plenamente consciente de sus obligaciones y que se esfuerza también por conseguir sus deseos. Veremos a una Clarice extremadamente insegura de si misma: «estoy hecha de tan poca cosa y mi equilibrio es tan frágil que necesito un exceso de seguridad para sentirme más o menos segura», le escribe a su hermana Tania; dubitativa e insatisfecha con su trabajo literario: «cómo he dudado, cómo me parece horrible lo que he escrito, cómo a veces me parece maravilloso y dos días después aquello no vale nada, cómo he aprendido a ser paciente», se confiesa con su amigo el escritor Lucio Cardoso, «la persona mas importante de mi vida durante mi adolescencia». También descubriremos a esa mujer necesitada que reclama con ansiedad a sus hermanas que le escriban; y al mismo tiempo, que preserva su intimidad y momentos de soledad; es también el momento de conocerla como una hermana-casi-madre con sus dos hermanas, Tania y Elisa, ambas mayores que ella y una madre sumamente cariñosa con sus hijos. Es casi como si se nos permitiera entrar en su vida cotidiana durante cuatro décadas: desde antes de su matrimonio hasta su residencia en los Estados Unidos y su regreso a Brasil.

El lector puede seguir la trayectoria de Clarice Lispector como mujer que se atreve a ser escritora en el siglo pasado, cuando la Academia Brasileña de las Letras ni siquiera había considerado cambiar los estatutos para permitir la entrada de mujeres. Mantuvo una dura pelea al respecto: meses antes de morir escribía a su amiga la escritora Lygia Fagundes Telles que «La Academia Brasileña de las Letras tiene una gran deuda con las mujeres»; aun así tenía claro que ella «jamás aceptaría entrar en ella».

En las cartas, como señala el profesor brasileño Pedro Karp en el epílogo de este volumen de recopilación, Clarice no perdía mucho tiempo en confidencias y escribía sobre sus propios sentimientos y los escritos en los que estaba trabajando, de ahí que las cartas sean un testimonio elocuente en lo referente a su proceso de escritura y a su producción literaria en curso.

Así sus cartas proporcionan múltiples claves para la comprensión de sus escrito, fundamental para entenderla trayectoria literaria de Lispector. Es una correspondencia muy rica en relación con el proceso de escritura y las motivaciones reales que guiaron la producción de su obra literaria. Una clase para aquellos que quieren escribir profesionalmente.

La colección pretende orientar sobre quién fue Clarice, una escritora a la que nunca le gustaba justificar su obra y que se caracterizaba por ser extremadamente reservada; de manera excepcional nos muestra cómo Clarice Lispector transformó su lucha personal como mujer en un conjunto de obras literarias de resonancia universal gracias a la fuerza magnética de su escritura y el carisma imperecedero de toda su obra escrita.

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