Arte&letras - 8M

Olga Tokarczuk, la gran clásica de hoy

‘Los libros de Jacob’ justifica la concesión del Nobel a Olga Tokarczuk. Una novela total, monumental que narra una historia emocionante y mítica. Todo un desafío intelectual

Olga Tokarczuk,la gran clásica de hoy

Olga Tokarczuk,la gran clásica de hoy / Javier García Recio

Javier García Recio

Llega uno de los libros que será referencia del año, ‘Los libros de Jacob’, de la Premio Nobel polaca Olga Tokarczuk, una historia mítica en lo narrativo y revolucionaria en su concepción estilística, que confirma la justeza de la concesión del Nobel. Una obra maestra, monumental, con una narrativa, original, mágica, esplendorosa, que acoge un territorio muy amplio, con ambición de totalidad, con un dominio de los géneros y una maravillosa ductilidad para mezclarlos, sin contaminar la historia, algo que le entronca con los grandes escritores, desde Cervantes a García Márquez o Kafka. ‘Los libros de Jacob’ es todo un desafío intelectual. Lo es también en su concepción gráfica, pues el libro, de más de mil páginas, tiene sus páginas numeradas de mayor a menor, tal como lo harían los judíos, comenzando en la página 1.064.

En lo meritorio de la concesión del Nobel a Olga Tokarczuk está esta gran novela, aunque también esos más de treinta años de ejercicio literario, con veinte libros publicados que le han convertido en una escritora de referencia, y también de culto en Polonia y en los países de la Europa del Este y ahora en el resto del mundo.

En ‘Los libros de Jacob’, OlgaTokarczuk nos lleva a un mundo que ya no existe, pero que cobra vida de una manera extraordinaria con su narración llena de detalles de la vida cotidiana de personas con diferentes estados sociales o económicos, diferentes creencias, diferentes caminos de la vida.

En la segunda mitad del siglo XVIII, en Polonia, en medio de guerras, saqueos, pogromos y particiones, apareció un hombre, un personaje real e histórico, que sacó a los judíos de su situación de postergamiento. Le secundaron unos pocos, unos cientos, tal vez unos miles, pero hizo algo extraordinario con ellos y para ellos: garantizó su seguridad y respeto. La Polonia que describe Tokarczuk es un país multicultural, colorido, nada parecido a una nación homogénea, un territorio con fronteras arbitrarias, habitado por una sociedad de oración llena de prejuicios y supersticiones. Una sociedad dolorosamente dividida entre tres religiones y varios idiomas diferentes, completamente privada de su propia identidad nacional. En ‘Los libros de Jacob’, este peso histórico específico y el significado histórico de la historia narrada son excepcionalmente intensos.

El héroe es Jankel Lejbowicz, llamado Jacob Frank, que significa «extraño», que equivale a ser libre. Ha sido el gran discípulo de Shabtai Tzvi, proclamado profeta mesiánico. Su doctrina es transgredir y quebrantar la Ley de Moisés, observarla al revés. Cuando los judíos ortodoxos ayunan, hay que comer; cuando la ley dice que tocar estar triste, estos nuevos judíos hablan de alegrarse.

Jacob es hermoso. Acude a las casas de las bellas esposas de sus clientes cuando los maridos están de viaje y se encierra con ellas y les satisface. Pero también invita a su cama a su joven ayudante Hershele, que se entrega con placer.

Recibió las enseñanzas de sus maestros Nachman Samuel Ben Levi y de Reb Mordke, de la escuela de Isochar.

La narración recrea todas las imágenes que proyecta Jacob: un hereje, un místico, un cabalista, un rabino, profeta y mesías según sus seguidores, el tercer y último mensajero divino. También, un reformador religioso que se fijó el objetivo de unir las tres religiones más grandes del mundo. Encarnaba el arquetipo transcultural del hombre santo, que está en contacto directo con lo divino y que no está sujeto a las leyes sociales. Que no está sujeto a la ley, ni siquiera a la de Moisés. Un hábil impostor, pero también un político talentoso, un hombre que llevó a un gran grupo de judíos polacos a ser bautizados en 1759, así fue Jacob Frank, el héroe de la novela de Olga Tokarczuk. Después llegó el momento, tras haber sido encarcelado en Czestochowa, donde pasó 13 años en prisión, que se sintió derrotado e introdujo en su doctrina la figura de una deidad femenina, el Mesías femenino. En Nuestra Señora de Czestochowa vio la encarnación de la Shejiná judía.

‘Los libros de Jacob’ es todo un festín literario para saborear en muchas voces y registros narrativos, para verse uno mismo en muchas miradas, observar muchas almas esperando la salvación o la resurrección de los olvidados y también un fabuloso viaje a un lugar donde las palabras -las palabras de Olga Tokarzuck- crean nuevos mundos, crean las personas mismas, y la historia abre nuevos mundos. Y todo esto siguiendo los pasos de Jacob Frank, un visionario, un rebelde, el tercer y último Mesías.

‘Los libros de Jacob’ es algo increíblemente original, pero también una novela que exige mucho del lector, que también debe asumir, a su nivel, ese desafío intelectual al que le invita Tokarczuk. Una historia insólita, difícil, exigente y emocionante.