Antiguo jefe de producto y, después, también director de operaciones, Greg Peters se convirtió el pasado enero en co-CEO de Netflix tras el paso a un lado de Reed Hastings, ahora presidente ejecutivo de la empresa. En su famoso 'post' de despedida, Hastings habló de Peters como una "figura clave" a la hora de reforzar alianzas, elaborar y lanzar la modalidad con publicidad o apostar por los videojuegos. 

En su conferencia del martes en el Mobile World Congress, el ejecutivo tenía otra misión esencial: defender a Netflix frente al afán de las operadoras por obligar a los gigantes tecnológicos a financiar el mantenimiento y el despliegue de las infraestructuras de telecomunicaciones. Es decir, posicionarse en contra de las tasas por usar las redes que la Unión Europea ha abierto recientemente la puerta a imponer a los gigantes tecnológicos.

Siempre desde un espíritu constructivo, hablando en primer lugar de la existencia de "una relación simbiótica directa entre una industria creativa próspera y un ecosistema de internet próspero". Cerca del final se pudo leer en pantalla este eslogan: "El gran entretenimiento impulsa la demanda de gran conectividad".

El debate sigue servido 

Según Peters, desde la compañía han alimentado este círculo virtuoso invirtiendo 60.000 millones de dólares solo en contenido durante los últimos cinco años. El co-CEO recordó, además, la inversión en infraestructura de producción como los diez platós de su centro europeo de producción en Tres Cantos, en el que hace poco se incorporaron, además, instalaciones de posproducción con un pionero sistema de edición remoto. O la reciente adquisición de Scanline, compañía de efectos visuales que había trabajado en 'Stranger things' y 'Cowboy bebop', y que actualmente experimenta en profundidad con la captura volumétrica en 3D de alta resolución.

Otros más de mil millones de dólares de nada fueron destinados a Open Connect, red de distribución de contenidos que ofrecen gratuitamente a proveedores de servicios de internet. 18.000 servidores en 6.000 ubicaciones de 175 países permiten que la serie o película elegida por el cliente se reproduzcan en 'streaming' desde al lado de casa y no desde casi la otra punta del mundo, lo que resulta en "una experiencia de alta calidad y sin retrasos".

La marea que nos salvará

Frente al intento de que las grandes tecnológicas, sobre todo estadounidenses, paguen de algún modo las infraestructuras de telecomunicaciones, Peters ha querido hacer suyas las palabras del comisario europeo de Mercado Interior y Servicios, Thierry Breton, quien afirmó en el mismo MWC que este debate no debería basarse "en una elección binaria entre quienes proporcionan las redes y quienes las alimentan de tráfico".

Además, ha recordado a través de datos que Netflix representa, al menos en Estados Unidos y Reino Unido, menos de un 10% del consumo total de televisión. Más adelante, los nuevos impuestos deberían aplicarse también a los jugadores de la televisión tradicional que decidan pasarse al 'streaming'. "Los clientes de banda ancha, que impulsan este uso incrementado, ya pagan por el desarrollo de la red con sus cuotas mensuales", dijo Peters. "Exigir además a las empresas de entretenimiento que paguen más significaría que los proveedores de Internet estarían cobrando dos veces por la misma infraestructura".

Para Peters resulta más justo y saludable pensar en otro enfoque: compañías de entretenimiento y operadoras deben seguir haciendo lo que mejor saben hacer, lo que resultará en "una marea creciente que elevará a todos los barcos".

Quienes fueran a esta 'keynote' con hambre de noticias sobre contenidos, salieron algo consternados: ninguna novedad. Pero nada que objetar a ese clip inédito (electrizante, absolutamente) de la futura serie documental de Netflix sobre el Tour de Francia.