Diario de Ibiza

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Robos a gran escala

Los 5 mayores expolios de arte de la historia

Del saqueo nazi al de objetos del Antiguo Egipto, pasando por la apropiación franquista

El busto de Nefertiti, en el Neues Museum de Berlín. MICHAEL SOHN

Los tesoros artísticos han sido codiciados desde su primigenia existencia y convertidos en botín de guerra sin el más mínimo escrúpulo ante el hecho de despojar a sus legítimos propietarios o a las culturas que los forjaron de su patrimonio. Repasamos 5 casos flagrantes, desde el expolio nazi, al saqueo de arte del Antiguo Egipto, pasando por la apropiación franquista.

Dos bronces de Benín en el Victoria and Albert Museum de Londres.

Los bronces de Benín 

Más de 5.000 magníficas piezas y esculturas talladas en bronce, latón, madera, cuero y marfil, creadas por los pueblos edos desde el siglo XIII, fueron expoliadas por el Ejército británico en 1897. Estaban en el palacio real de Benín, antiguo reino que a finales del siglo XIX, en la actual Nigeria, tenía el monopolio comercial del delta del Níger, y era codiciado por los ingleses. El asesinato de un oficial británico sirvió de excusa a Londres para enviar aquella expedición punitiva cuyo botín de guerra es hoy símbolo del arte africano saqueado. Un millar de las piezas se quedaron en el British Museum, el resto se desperdigó en museos de países occidentales o cayó en manos privadas. Repetidamente reclamadas por Nigeria, el pasado julio Alemania retornó dos de ellas iniciando así la devolución progresiva de 1.130 de las obras de arte expoliado que guardan una veintena de museos germanos. Este noviembre también el Museo Horniman de Londres ha empezado a devolver 72 piezas. 

'Monuments men' aliados, ante un cuadro expoliado por los nazis. DESTINO

El expolio nazi

Los nazis llevaron a cabo un expolio sistemático y organizado de obras de arte a gran escala -se calcula que pudieron ser 600.000-, robadas principalmente a los judíos huidos o deportados y asesinados en los campos, pero también sustraído de iglesias, museos y colecciones privadas de todos los países de Europa que invadieron, entre ellos el Louvre.

Hitler, que de joven no pasó de ser un pintor mediocre de postales rechazado en la academia de Bellas Artes, planeaba la construcción, en la ciudad austriaca de Linz, de un enorme museo que debía reunir la que sería la colección del Führer, con aquellas valiosas obras, entre ellas muchas de Picasso, Monet, Cézanne, Matisse, Rodin, Botticelli o Chagall.

Un buen número se lo apropiaron líderes nazis como Hermann Göring, Joseph Goebbels y Heinrich Himmler. Al final de la guerra, un grupo de expertos aliados, los ‘monuments men’, cuya labor reflejó el cine, intentó rescatar y evitar su destrucción, prevista por los nazis ante la inminente derrota. Hoy se estima que entre 10.000 y 110.000 aún no se han devuelto a sus legítimos propietarios, muchos ya muertos, ni a sus herederos.

Caso sonado fue el de la valiosa colección de más de 1.200 obras descubierta en 2012 en casa del anciano Cornelius Gurlitt, según él, heredadas de su padre, marchante autorizado por los nazis a vender los bienes expropiados.

El expolio del Antiguo Egipto

Egipto, cuna de tesoros de 3.000 años de dinastías faraónicas, ya saqueada a lo largo de los siglos por los ladrones de tumbas, vio cómo Napoleón y sus expediciones se llevaban sin escrúpulos momias, objetos y arte egipcio que luego nutrirían las salas del parisino Louvre y colecciones particulares. Muchas de aquellas piezas, entre ellas la emblemática piedra de Rosetta, hallada por un soldado de Bonaparte en 1799, se trasladarían al British Museum de Londres tras la derrota del francés a manos británicas.

El país del Nilo fue en el siglo XIX objeto de deseo de los imperios coloniales, al tiempo que arqueólogos, rigurosos y aficionados, se ponían a buscar tesoros bajo la arena que hoy siguen diseminados por los museos occidentales, en una práctica común y considerada normal por entonces. Otros fueron adquiridos legalmente en su día o incluso regalados, como ocurrió con el Templo de Debod, donado por el Estado egipcio al español y trasladado a Madrid.

La piedra de Rosetta y el busto de Nefertiti, conservado en el Neues Museum de Berlín (fue llevado a Alemania en 1912 por el arqueólogo Ludwig Borchardt), son las obras más emblemáticas cuya devolución viene reclamando en los últimos años Egipto, que considera que fueron expoliadas ilegalmente.  

El cuadro de Goya 'El infante Francisco de Paula Antonio de Borbón y Borbón-Parma', a su llegada a Madrid en 1939, junto a otras obras salvaguardadas por la República procedentes de Ginebra.

El expolio franquista

Franco creó, en plena Guerra Civil, la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico, bajo cuyo paraguas se blanqueó el expolio de bienes a represaliados republicanos, muertos o exiliados. En 1939, en la primera posguerra, fue el Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional (Sdpan) el que se encargó de gestionar las obras robadas pero también del arte protegido durante la guerra por el Gobierno de la República, que había realizado una auténtica labor de salvaguarda del patrimonio, ocultada y demonizada luego por la dictadura.

Como concluía el catedrático Arturo Colorado Castellary en su reciente ‘Arte, botín de guerra’ (Cátedra), muchos de los bienes robados acabaron en los fondos del Museo del Prado o la Biblioteca Nacional, decorando iglesias y parroquias, ministerios y otras instituciones públicas del franquismo, casas de familias de la nobleza afectas al bando nacional o en las de la propia familia del dictador.

Pocos han sido restituidos a sus legítimos dueños. Un ejemplo: solo se devolvió a la familia en 1969 una parte de la importante colección de cientos de obras incautadas al nacionalista vasco Ramón de la Sota, que Ramón Serrano Suñer, cuñado y ministro de Franco, tuvo en su despacho.

Parte de las piezas del Partenón expuestas en el Museo Británico que Grecia reclama.

Los mármoles del Partenón

Otra de las históricas reclamaciones artísticas, que parece empezar a desencallarse, es la de Atenas, que lleva años pidiendo al British Museum la devolución de los frisos del Partenón y las esculturas de la Acrópolis de Atenas. Fue a principios del siglo XIX, entre 1801 y 1805, cuando fueron adquiridos por el aristócrata escocés Thomas Bruce, séptimo conde de Elgin, cuando era embajador ante el Imperio Otomano de Estambul, que controlaba entonces Grecia. Después, fueron vendidos al Reino Unido.

A primeros de diciembre pasado el presidente del Museo Británico se reunía en secreto con el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, para tratar la repatriación de los mármoles. Días después, por decisión del Papa Francisco, el Vaticano anunciaba que devolvía a Grecia tres fragmentos del Partenón que los Museos Vaticanos custodiaban desde hace siglos.  

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