Arte&letras - Los imprescindibles de 2022

Selección Juan Cruz

La selección de Juan Cruz

La selección de Juan Cruz / di

Juan Cruz

Desde abril a diciembre, este suplemento, me dejó escoger entrevistados cuyos libros eran recientes o para siempre valederos. Aquí van las reseñas de esos autores (incluido Jordi Herralde, que es muchos libros en uno) y de esos libros, que recomiendo para ahora y para siempre.

Orhan Pamuk con Las noches de la peste (Alfaguara). Cuando aun la peor enfermedad de esta época no se había manifestado, Pamuk estaba escribiendo una historia novelada de un suceso igual en otra época.

La señora Potter no es exactamente Santa Claus de Laura Fernández (Random House). ¿De dónde le viene esa cantidad de imaginación, cómo es capaz de contar tantas vidas ajenas haciéndolas propias? Es la consecuencia de una pasión que ahora mismo no veo en nadie más.

José Álvarez Junco y su Qué hacer con un pasado sucio (Galaxia Gutenberg). El autor ha escrito libros de historia para explicar (y explicarse) este país raro. Aunque es dolor lo que cuenta, su escritura es ágil; sus referencias son minuciosas como las explicaciones que da cuándo le preguntas qué demonios es España.

Identidad y amistad (Taurus) de Emilio Lledó. Es un libro abierto, no tan solo un tratado de las materias que enuncia el subtítulo. (Palabras para un mundo posible). Como él mismo, en su conversación, en sus clases, es un desafío contra el olvido de la materia de vivir, el amor, la amistad, la alegría. Una clase magistral.

Luis García Montero con Un año y tres meses (Tusquets). El libro es no solo poesía, es historia de cómo la propia vida del autor, su semblante, su corazón, fueron variando, a partir del dolor de la pérdida que venía. Como si la ausencia final de su amada fuera parte ya de las palabras que le quedan.

Mis días con los Kopp (Anagrama) de Xita Rubert. Escritura de una muchacha que no sólo cuenta, sino que va por dentro del viaje que emprende. Poco a poco, en la novela, se le añade a la prosa que juega una especie de rotura interior, una melancolía.

Jorge Herralde con Un día en la vida de un editor (Anagrama). Palabra mayor de la literatura, escritor también, memorialista. Esos dominios incluyen denominaciones, títulos, autobiografía.

Javier Marías / Imperecedero. Se hace un nudo en la garganta hablar de su tránsito, como pasó, tan recientemente también, con la ausencia de Almudena Grandes. En este caso y en el de Marías, las librerías son testimonio de que sus libros están presentes.

Laura Restrepo con Canción de antiguos amantes (Alfaguara). Dejó Colombia, se vino a vivir a Girona. De allí hizo un viaje a Yemen, con Médicos sin Fronteras. Tras la ruta de Sherezade, de tantas canciones de imposible olvido. El resultado son ritmos, almas y paisajes.

Lluvia roja de Cees Nooteboom (Siruela). La escribió hace años y es como si no hubiera pasado el tiempo ni por él ni por el libro. Pues todo lo que cuenta (la historia de Menorca, de sus viajes, de sus regresos) resulta una prosa inmortal, mítica.

J. M. Coetzee con El polaco (Kolapse). El libro de amor más extraordinario que he leído en mucho tiempo.

El fuego de la imaginación (Alfaguara) de Mario Vargas Llosa. El mejor libro de muchos años. Nació a principios de los sesenta, lo fue escribiendo y no dejó su empeñó de seguir escribiéndolo hasta este mismo instante, en que va a cumplir (en marzo) los 87 años. Comprende todo lo ha escrito sobre otros autores y la compilación se debe a Carlos Granés. No conozco mejor regalo que este libro.

Jonathan Coe con El señor Wilder y yo (Anagrama). Regala carcajadas en este libro en el que el protagonista es Billy Wilder. Un abrazo a la risa.

Salvo mi corazón todo está bien (Alfaguara) de Héctor Abad Faciolince. Vida pura. El autor visita con su memoria la habitación doliente (y también risueña) de un amigo cura que convivía con dos mujeres y con los niños que una de ellas aporta a la casa.

Rodrigo Rey Rosa con Carta de un ateo guatemalteco al Santo Padre (Alfaguara). Desde su Guatemala natal, y sus abundantes viajes, ha contado historias de amor, desolación y muerte con la impronta de una síntesis que combina magisterios como el de Rulfo u Onetti. Sus últimos libros son de literatura sin fronteras.

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