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Fallece la gran escritora brasileña

Muere Nélida Piñón, una mujer para todas las estaciones

La escritora brasileña, premio Príncipe de Asturias y la mejor amiga de Carmen Balcells, ha fallecido en Lisboa

Muere la escritora brasileña Nélida Piñón, ganadora del Príncipe de Asturias.

Murió Nélida Piñónla más dulce, y la más atrevida, también la más amistosa, de las escritoras brasileñas o de cualquier parte. Había nacido en Río de Janeiro en 1938, era devota de un santo de origen canario, José de Anchieta, que hizo de Brasil un jardín cultural exigente, y fue, entre muchas otras cosas que le salieron del alma, la mejor amiga de Carmen Balcells. Falleció esta tarde en Lisboa, y fueron amigos españoles los que avisaron a este cronista de esta penosa noticia. Su último libro, publicado, como otros muchos suyos, por la editorial Alfaguara, fue una recreación de Sherezade, la mujer que tejía y destejía historias para huir de la muerte. Y hoy podría decirse que ella misma fue, a lo largo de su espléndida vida (era una mujer que regalaba fantasía, y también alegría), alguien que contaba y contaba para que no se durmieran ni la vida ni la amistad, sus mayores atributos. Por su obra ganó el premio Príncipe de Asturias y por su bondad ganó, como diría la canción de un paisano suyo, un millón de amigos.

La principal persona de su vida, intelectual y amistosa, fue la que sería su agente, Carmen Balcells. Fueron tan buenas amigas, desde que se conocieron, que una vez la audaz agente literaria barcelonesa, cruzó el océano para llevarle, intacto, un regalo hecho del material más frágil (que en este caso no era la amistad) sino una figura de cerámica. Durante años esa relación se hizo de conversaciones y de regalos, y de algunas anécdotas que las dos se contaban como hazañas bélicas de una vida pacífica y feliz. Una de esas anécdotas la provocó la propia Carmen durante uno de estos viajes de navidad que hacía Nélida para verla en Barcelona.

Como estaban inundados de nieve los caminos hasta Madrid, de donde debía regresar a Río la amiga brasileña, Carmen llamó a este cronista con un encargo perentorio: que le buscara, para trasladar a Nélida, que estaba anclada en la nieve de Soria, un helicóptero de los que cubrían la vuelta ciclista. No importa que sea fuera de temporada, tú búscalo, le dijo la agente a este periodista. Cuando ya apareció el helicóptero este no hizo falta, pues la novelista de tantas ficciones se hallaba cómodamente alojada, en espera de salida, en un hotelito soriano. Entre risas y fiestas confesó, además, que ese nido provisional era una casa de citas.

Esas amigas hicieron mejor la vida de los otros, e hicieron de su amistad una irradiación feliz que ahora tiene su desenlace simbólico: hace unas semanas había estado en Barcelona, visitando a los sucesores de Carmen, como si estuviera también despidiéndose de esa geografía que fue parte de su naturaleza.

En Lisboa las consecuencias de una ictericia acabaron luego con la vida de un ser que, además de esos destellos que regalaba su sonrisa, era una mujer comprometida, con la literatura y con su país, al que dedicó preocupaciones de las que habló más de una vez a periodistas como el que suscribe esta crónica. La égida de Bolsonaro la llenó de preocupación civil y humana, y se aprestaba ahora a seguir la segunda vuelta política de Lula, al que acompañó en España cuando en el primer mandato el otra vez presidente de Brasil se significaba como la esperanza de una regeneración del gran país que ahora la va a despedir.

La entrevisté muchas veces, y muchas veces la escuché hablar con enorme afecto de otros, por ejemplo de Mario Vargas Llosa o de Gabriel García Márquez o de Carlos Fuentes, que formaron parte de un círculo que en ella (y en Carmen Balcells) convirtieron el boom también en un fenómeno brasileño.

No me resisto a rescatar opiniones suyas habidas en una de esas últimas entrevistas que le hice, y que ahora cito como homenaje a la dulzura con que contó incluso sus sufrimientos.

-¿Qué es tu vida creativa ahora?

-La vida creativa es la capacidad que tengo de agregar a mi vida todo lo que está fuera. El creador crea a partir de lo que existe hoy y de lo que existió en el pasado. Soy una mujer que cree que sólo se puede ser contemporáneo si se es arcaico, yo navego en las aguas de los griegos, de los persas, de las Américas y del mundo, no hago una distinción profunda de dónde estoy, quién soy ni en qué época.

-Este periodo que vivimos se parece en cierto modo a la secuencia vital de Sherezade hablando para que no se cumpliera la condena. Ahora vivimos como una condena en la que conversamos para que nunca se haga de noche.

-Es verdad, pero hay que saber que la humanidad siempre padeció tremendas dificultades, siempre, nunca tuvimos una época fructífera, solo instantes de celebración, pero cada vez que la humanidad fracasa seguimos adelante. Ahora se habla mucho de la globalización, pero ya los vikingos empezaron ese proceso, los griegos con Alejandro, los persas, los bucaneros ingleses del Caribe (risas) y los extraordinarios globalizantes portugueses. Siempre fue así, todos abrieron espacios para la globalización, sólo que una de las características de la globalización de hoy es comprar objetos por un dólar, vendemos nuestra conciencia y nuestra libertad de individuos patrios por un dólar, por objetos perecederos sin ningún valor. No tengo miedo de lo que pueda pasar porque lo peor ya está pasando.

-¿Qué ha sido lo peor de lo peor?

-Si no nos damos cuenta de la fuerza de esta advertencia histórica que amenaza a la civilización es que no estamos preparados para sobrevivir, hay que estar preparados para salir de esto e intentar ver qué impide nuestra supervivencia. Dónde estamos, quiénes somos, qué podemos hacer, hay que tener en cuenta la verdad, por detrás de todo esto estamos viviendo una explosión demográfica, la tierra tiene dificultades para abrazar ocho billones de personas, además personas que hoy tienen conciencia de la posibilidad de sobrevivir, nadie quiere quedarse en África, en Europa, nadie quiere quedarse donde está, siempre están buscando un lugar que les pueda asegurar la fortuna. Más que desplazándonos geográficamente lo estamos haciendo en espíritu y en esto veo insatisfacción, necesidad, infortunio extraordinario. Hoy somos seres desplazados, como si no tuviéramos futuro, nos empeñamos en borrar los hechos del pasado. El pasado no se destruye, pero sí hay que corregir los desvaríos del presente”.

-Es la primera vez que en el tiempo de la globalización hay una pandemia, se podía haber pensando que el mundo entero podría haber luchado a la vez en contra del virus pero hemos visto una desunión impresionante, en los propios países y entre ellos. ¿Cómo calificarías este momento moral de la humanidad?

-La humanidad nunca tuvo código moral (risa) que nos sirviera a todos, los códigos morales que tuvimos servían a algunos, a los dueños del código, a los que los escribieron y no a los que padecían los horrores de ese código. Desde la Biblia, los códigos de los etruscos, de quienes sean, todos beneficiaban sólo a una parcela de población, los demás eran esclavos de la voluntad ajena. Lo que veo hoy es una desunión en favor de sus intereses. La Unión Europea tardó mucho en ayudar, tuvo y tiene miedo de la segregación, de que puedan surgir otros Brexit. Igual que en América, nosotros no estamos unidos, hay intereses. No creo que podamos tener un código moral que sea justo y se aplique a los intereses humanitarios”.

-Has vivido la pandemia en tu país, en España se ha vivido dramáticamente también. Antes de hablar de Brasil, ¿cómo has vividos nuestros propios problemas?

-Personalmente ha sido un gran dolor pero de alguna manera los dolores que salían de Italia tuvieron un efecto pedagógico, nos prepararon para las futuras tragedias, Italia nos advirtió: prepárense porque el mundo está inmerso en la tragedia. Cuando llegó a España, imagina lo que he sentido. ¿Cómo podía pasar eso en Europa? Se suponía preparada para entrar en el edén, en el paraíso económico y de la justicia. Yo no lo creí pero la gente se creía bajo las bendiciones de Dios, un dios económico, poderoso. Ha sido un gran dolor. Yo me di cuenta de que esto se arrastraría por todo el mundo pero que sembraría menos pánico, el pánico ha tenido una fuerza poderosa, más que la pandemia, quizá, no sé, veremos porque hay muchos ministerios, mucho que no sabemos y muchas verdades que saldrán de los laboratorios químicos y farmacéuticos porque no nos dicen lo que está pasando. Hay contradicciones profundas entre las fórmulas químicas y las sanitarias. Ha sido un gran dolor para mí, lo mismo que con los brasileños, muy golpeados por la pandemia, el mundo entero lo está, y además asusta mucho la palabra española “brote”, es impresionante el sentido, más que etimológico, el simbólico. Cuando hablan e insisten en el brote nos están estableciendo nuestros límites, a partir de ahora no tenemos ninguna libertad porque somos víctimas del próximo brote, de la próxima pandemia. Terminó el sentimiento de la felicidad, no puede haberla o gozo fructífero bajo la tutela del brote. ¿Qué es el brote?

-Brasil está en el foco internacional porque no solo tiene una herida profunda sino también porque su presidente se ha convertido en un gobernante que ha salido en los medios por su lucha y sus exabruptos, ¿cómo lo has vivido?

-Como todos, lo he visto con visión crítica y muy dolorida, tener un gobernante que no se da cuenta del peso de la pandemia y de lo que está pasando en el mundo es una profunda lástima y tristeza. Los fracasos que llegan de Brasilia desde hace mucho nos educaron para el sufrimiento, es como si pudiera esperar lo peor de Brasilia, es un cáncer que empezó hace mucho. Llego a la conclusión de que las administraciones se imponen a favor de sus intereses, del poder y no de los del pueblo, tengo una profunda descreencia del poder, como el que ahora vive Brasil”.

-Tu padre te enseñó a regalar flores y libros. A estas alturas de la vida, ¿qué regalo esperarías?

-Las flores y los libros de mi padre, por tanto la memoria de mi padre, la memoria de mis ancestros. Lo que realmente considero un regalo, más que estar viva, ha sido el esfuerzo de entender por qué estoy en la tierra y el esfuerzo de la tolerancia. Eso es lo que más quiero. Y evidentemente otro regalo que quiero es seguir escribiendo”.

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