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ÓBITO

Muere Pablo Milanés, la voz amorosa e idealista de la Nueva Trova Cubana

El autor de ‘Yolanda’, uno de los grandes de la canción de autor hispana, fallece a los 79 años en Madrid, víctima de un cáncer en la sangre que padecía desde hacía algunos años

Fallece el cantante cubano Pablo Milanés a los 79 años

Fallece el cantante cubano Pablo Milanés a los 79 años Agencia ATLAS / Foto: EFE

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Fallece el cantante cubano Pablo Milanés a los 79 años Jordi Bianciotto

El suyo fue un canto comprometido con un idealismo político, pero también proclive a la reflexión filosófica y al apasionamiento romántico. Obra troncal en la canción hispana, con sentimiento, refinamiento y hondura poética, la de Pablo Milanés, cantautor fundacional de la Nueva Trova Cubana, que nos dejó este lunes, a los 79 años, en Madrid, tras arrastrar desde hacía algunos años un cáncer en la sangre.

La debilidad de su salud le forzó a suspender, el 12 de noviembre, diversos conciertos en España, México y la República Dominicana. Tiempo atrás, a finales de 2017, se había instalado en Madrid “para recibir un tratamiento inexistente en su país”, precisaba la nota de su oficina artística. Andaba recorriendo los escenarios con su gira ‘Días de luz’, compendio de cinco décadas de carrera, con la que el pasado enero actuó por última vez en Barcelona, en su sala habitual, el Palau de la Música; recital conmovedor en un exquisito formato de trío, con piano y violoncelo.

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La vida del cantautor cubano Pablo Milanés, en imágenes Agencias

El hijo de la modista

Esa noche, Milanés recordó cómo el son cubano representaba “la máxima expresión” de la música de su país, y ciertamente ahí está el origen de su obra, de ese canto con poso revolucionario que, en los años 60 y 70, creció en paralelo a las expectativas creadas por la revolución cubana. De familia humilde, nacido en el oriente cubano, en Bayamo (24 de febrero de 1943), se trasladó a los seis años a La Habana con su madre, Cachita, modista que, ahorrando abnegadamente, le compró su primera guitarra al tiempo que lo mostraba en las radios de la capital. Era visible su don para el canto, que él pronto quiso enraizar en la tradición cubana, hasta el punto de que dejó los estudios en el conservatorio, molesto porque sus profesores no tenían en cuenta el son y la música popular.

Pasó por diversas agrupaciones (Los Armónicos, Sensación, Cuarteto del Rey) y compuso sus primeras canciones, una de las cuales, ‘Mis veintidós años’ (1965), es considerada la semilla de la Nueva Trova, y que grabó Elena Burke. Ahí estaba la síntesis entre la raíz campesina y el influjo urbano del ‘filin’ (revisión del bolero y la canción romántica) con un texto trascendente, de reafirmación individual y esperanza en el ser humano. Aquel era un Milanés veinteañero que se abrió paso atraído por el Centro de la Canción, en la Casa de las Américas, al calor del primer Encuentro Internacional de la Canción Protesta, de Varadero.

El laboratorio de Leo Brouwer

El 18 de febrero de 1968, la Casa invitaba a cantar a los tiernos Milanés, Silvio Rodríguez y Noel Nicola, y ese día quedaría consignado como el del nacimiento de la Nueva Trova. De ahí, al Centro de Experimentación Sonora, de Leo Brouwer, donde Milanés perfeccionó sus técnicas en un contexto innovador y pluridisciplinar, estableciendo complicidades con otras latitudes: los conciertos Brasil-Cuba (1973), que trajeron a La Habana a Chico Buarque, Caetano Veloso y Gilberto Gil.

En sus dos primeros álbumes musicó textos de José Martí y Nicolás Guillén, y fue el tercero, homónimo (publicado en España por Movieplay, emblemática casa de cantautores, como ‘La vida no vale nada’, 1976), el que destapó su sensibilidad lírica. Declaración de principios: “La vida no vale nada / si no es para perecer / porque otros puedan tener / lo que uno disfruta y ama”. En ese disco estaban sus líneas troncales: versos en sintonía con las convulsiones latinoamericanas (‘A Salvador Allende, en su combate por la vida’, ‘Yo pisaré las calles nuevamente’) y otra parte del cancionero que se debatía entre la exaltación del amor y la reflexión sobre la existencia (de ‘Llegaste a mi cuerpo abierto’ a ‘Para vivir’).

Debut en España

Goteo de obras históricas: ‘No me pidas’ (1978), ‘Aniversario’ (1979), donde abrió el atril a piezas de sus colegas de generación Silvio, Sara González y Vicente Feliú, o el explícito ‘Pablo Milanés canta a la resistencia popular chilena’ (1980). El trovador se presentó 1976 por primera vez en España, como integrante de la Nueva Trova Cubana (del concierto en el Teatro Monumental de Madrid salió un álbum) y sus visitas se convertirían en habituales mientras su cancionero incorporaba la popular ‘Yolanda’, dedicada a quien había sido su pareja, y madre de Lynn, su primera hija.

De sus crecientes complicidades en España dejó constancia su aparición en el álbum ‘Entre amigos’, de Aute (1983, con Silvio, Serrat y Teddy Bautista), y la celebración de ‘Querido Pablo’ (1985), doble disco también, de nuevo con Serrat, Aute y Silvio, y Ana Belén, Víctor Manuel, Amaya Uranga (Mocedades) y Miguel Ríos. Sus citas con los estudios de grabación siguieron siendo siempre puntuales, mimando su lenguaje musical, experimentando con los formatos instrumentales (orgánicos o con asentándose en los sintetizadores) y, poco a poco, dejando atrás las pulsiones más revolucionarias para centrar el foco en los sentimientos y la observación vital. Otro festín entre amistades, ‘Pablo Querido’ (2001), celebró su arte para todos los públicos: duetos con figuras como Sabina, Charly García o Fito Páez.

Crítica política

El escepticismo político se iba manifestando entre líneas, y se hizo evidente en gestos como su negativa a firmar el manifiesto de 29 intelectuales que avalaban el fusilamiento, en 2003, de los tres secuestradores de un trasbordador en La Habana, que pretendían alcanzar la costa de Florida. En 2007, su canción ‘Dos preguntas de un día’, apuntaba a las familias cubanas rotas por las diásporas y los cierres fronterizos. “¿Ha valido la pena? -pregunto- No sé… / ¿Ha valido la pena? -respondo- No sé…”

En el verano de 2021, en plena pandemia, Milanés apoyó las protestas que arreciaban en Cuba y tachó, en las redes sociales, de “irresponsable y absurdo" la acción gubernamental de "culpar y reprimir a un pueblo que se ha sacrificado y lo ha dado todo durante décadas para sostener un régimen que al final lo que hace es encarcelarlo”. Alejado de las ortodoxias ideológicas, también de viejos amigos como Silvio Rodríguez, en estos últimos compases de su vida se había afincado en España, con su primer epicentro en Vigo, a raíz de su unión con la gallega Nancy Pérez, su última esposa, con quien tuvo dos hijos mellizos, que le donó un riñón para poder agilizar un trasplante imperioso y que se convirtió en su mánager.

Sus canciones más agitadoras ya no sonaban en sus recitales otoñales: primaba el sentimiento de sus piezas más tiernas: ‘Años’, ‘Amor’ o la más universal, esa ‘Yolanda’ presta a ser “eternamente” amada.

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