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Arte&letras

CormacMcCarthy - Dos relatos crepusculares

A sus casi 90 años Cormac McCarthy aún tiene cosas que decir. Lo hace ahora, tras quince años de silencio, con dos novelas interconectadas, ‘El pasajero’ y ‘Stella Maris’. Dos ejemplos de esa narrativa reflexiva e inquietante que le ha convertido en uno de los grandes escritores de Estados Unidos

Cormac McCarthy. pilar cortés Francisco Millet Alcoba

En un escritor que se prodiga poco en sus relatos como el estadounidense Cormac McCarthy, podríamos decir que la aparición de un nuevo libro es un acontecimiento, pero si son dos, como en este caso, el acontecimiento deviene en extraordinario, tras 16 años de silencio y nos permite recuperar a un autor excepcional que hoy día, junto a Thomas Pynchon y Don DeLillo, forma el triunvirato de los grandes escritores americanos.

CormacMcCarthyDos relatos crepusculares

De la mano de la editorial de Randon House nos llegan en un solo volumen ‘El Pasajero’ y ‘Stella Maris’, dos obras aparentemente independientes pero que al leerlas se observa que están profundamente interconectadas, tal como propone el autor y que tienen como escenario de fondo el papel relevante que la ciencia y la tecnología están jugando en el ser humano y en el propio McCarthy que ha pasado los últimos años trabajando en el Santa Fe Institute, un centro de alta investigación .

‘El Pasajero’ y ‘Stella Maris’, son un díptico del sufrimiento existencial. Aquí, McCarthy enfoca su inclinación apocalíptica hacia adentro, hacia el alma humana, escudriñando profundamente los corazones rotos y las mentes brillantes pero enloquecidas de un hermano y una hermana -los hermanos Western-. Ellos forman el lazo de interconexión entre los dos relatos, unidos por un amor que rompe la barrera de lo fraternal y se adentra en lo incestuoso, sin concretarlo, como es propio de McCarthy.

Bobby Western en ‘El pasajero’ y Alice, su hermana, en ‘Stella Maris’, van desgranando a través de las transcripciones psiquiátricas de ella y de los encuentros de él con sus excéntricos conocidos, todo el legado de pecado y locura que les acecha. Ambos son hijos de un físico que trabajó en el Proyecto Manhattan para la fabricación de la bomba atómica y que nunca tuvo problemas de conciencia por ello. En cambio, sus hijos viven atormentados por esa culpa apocalíptica y también por ese amor incestuoso de ambos, que no llega a consumarse.

‘El pasajero’ se abre con un misterio. Bobby Western, que antes fue piloto de Fórmula 2 y estudiante de física, es ahora un buceador de salvamento de 37 años, que encuentra los restos de un avión en el Golfo de México, con siete pasajeros y dos tripulantes aún atrapados en sus asientos. Eso es bastante extraño, pero además falta la caja negra, y uno de los pasajeros del avión ha desaparecido. No hay ninguna mención del accidente en los periódicos, y poco después su compañero de rescate aparece muerto. A partir de ahí, pronto hombres trajeados llaman a la puerta de Bobby, haciendo preguntas para las que él no tiene respuestas y se ve envuelto en una misteriosa conspiración cuyo autor y fines escapan a su comprensión.

Mientras, en el segundo relato ‘Stella Maris’, conocemos a Alice, hermana de Bobby, con una mente privilegiada para las matemáticas, pero que a sus 20 años decide internarse en un hospital psiquiátrico, aquejada de esquizofrenia paranoide. A través de las charlas de terapia con su médico, McCarthy nos presenta el cuadro mental de Alice y sus brillantes diálogos sobre física, filosofía, locura, o religión, a la vez que repasa su vida, atormentada por los mismos miedos y culpas que su hermano. Son dos almas gemelas

Siguiendo el curso de ambos relatos iremos encontrando discusiones profundas sobre la mecánica cuántica, la existencia de Dios, la bomba atómica, quién mató a JFK, la verdad, la locura y, por supuesto, el amor.

Muchos de estos temas son tratados también por los otros dos los grandes novelistas estadounidenses contemporáneos, Thomas Pynchon y Don DeLillo. Pero si Pynchon trata estos asuntos en la forma de un discurso enloquecido e histriónico, DeLillo como una forma de evadirse, McCarthy lo hace con un acento mas pesimista.

En todo caso, con una visión desesperanzada del mundo, McCarthy a sus 89 años, todavía tiene mucho que decir. Ambos libros reflexionan sobre la conciencia, lo que realmente significa estar vivo y si hay verdades universales que gobiernan el mundo. Y aunque es justo no esperar respuestas a preguntas tan grandes, algunos lectores se preguntarán por qué las historias tienen que ser tan crípticas. Y es que McCarthy no encuentra semillas para la esperanza.

Pero en todo caso, ya mire hacia la esperanza o al desconsuelo, Cormac McCarthy es el poseedor de una obra fantástica y personalísima que jamás ha sacrificado su originalidad y que nunca ha hecho concesiones a la galería, una obra que también, por desgracia, ha permanecido demasiado tiempo escondida al gran público. La prosa de Cormac McCarthy, es intensa y seca, cargada de cuadros de acción henchidos de nervio; su estilo es barroco en unas ocasiones y directo en otras, pero siempre muy expresivo y preciso.

Quizá ‘El pasajero’ y ‘Stella Maris’ no alcancen el alto nivel narrativo logrado en ‘La carretera’, pero ambos relatos mantienen el pulso y hay tal belleza en ellos que logran que sean buenos representantes de McCarthy.

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