Diario de Ibiza

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Arte&letras

¡Pasen, pasen y lean!

Una novela de

Fernando Delgado

sobre el oscuro

mundo de la codicia

y la corrupción,

con personajes

fácilmente

reconocibles

¡Pasen, pasen y lean!

Hacía tiempo que no tenía en mis manos una novela de este escritor, el primer libro suyo que leí fue la obra galardonada con el Premio Planeta del año 1995, La mirada del otro, una novela que en su momento me gustó mucho y me dio buenos ratos de lectura. En esta ocasión se presentó la oportunidad de leer su última novela, Todos al infierno, un título muy significativo que me llenó de curiosidad y que, ciertamente, es una bajada a las profundidades del averno...

¡Pasen, pasen y lean! Begoña Vidal

Fernando Delgado, autor del libro, invita al lector a acompañarle sin miedo, hacia la oscuridad que envuelve la ambición y la avaricia del ser humano.

De la mano del protagonista y narrador en primera persona, monseñor Serafín del Río, conoceremos a través de las conversaciones que mantiene con su amante Neus, los entresijos políticos de un país llamado Vallina. Un país donde las tramas de corrupción, engaños y delitos están a la orden del día; monseñor del Río escribe a su vez un libro en el que desvela secretos de confesión que podrían hacer tambalear los cimientos del poder de ese país imaginario y, sin embargo, tan real.

Con un tono irónico e incisivo, el autor pasea al lector por las páginas de la novela con gran oficio literario, dotando a algunos personajes, de nombres, características físicas y cargos públicos fácilmente reconocibles. El descaro con el que se retratan y describen dichos personajes es un aliciente para la lectura del libro, he aquí una muestra de ellos: Patricia Corona, la directora del periódico local La Región; Borja Plá, político que ha pasado por casi todas las consejerías terminando en presidente del Gobierno; Neus, la amante de Serafín del Río y ex amante de Zamorano; el arzobispo Agustín Calvo Cienfuegos; Eduardo Zamorano de la Torre, alcalde de la capital; y la ex alcaldesa Bárbara Ratú, entre otros.

Pero no solo son reconocibles los personajes de la trama, también lo son el entorno, las ciudades, las fiestas populares, los actos religiosos, las situaciones políticas, los fraudes urbanísticos, la compra de voluntades y un sinfín de delitos que ocurrieron en la historia local reciente, que unido a las irregularidades de las campañas electorales, continúas elecciones y desmanes de partidos políticos, hará que sintamos algo de bochorno si lo extrapolamos a la cruda realidad.

Todos al infierno es una novela que posee un claro aroma berlanguiano que se visualiza y se siente, que está plagada de guiños e importantes reflexiones sobre la vida; reflexiones y citas de Ramón y Cajal, Cervantes, Bukowski... frases que se agradecen como nota de cordura ante tanto esperpento. Es también una denuncia en un texto satírico donde el autor hace gala de su excelente prosa con diálogos ocurrentes y frases lapidarias.

Recuerda este libro a la tan aplaudida serie de novelas del autor británico Tom Sharpe, que con su personaje Wilt, se ganó a los lectores allá por los años noventa; ambas narraciones se asemejan por el humor ácido y las situaciones rocambolescas de los protagonistas, pero también, por el sabor agridulce que deja siempre este tipo de lecturas al constatar que la realidad supera siempre a la ficción.

En resumen, Todos al infierno es un libro atrevido con muy buenas escenas y momentos delirantes, es además, un libro que no pasará desapercibido por ese aire reivindicativo que ilustra al lector a la vez que le entretiene, le muestra, a la vez que le hace recordar.

Una novela al fin, que propone un ejercicio literario con retrospecciones en la estructura que obligarán a efectuar la lectura con suma atención.

Y como si se tratara de un espectáculo -en cierto modo toda novela lo es- cabe aquí la antigua invitación de los artistas a su público:

-¡Queridos lectores: pasen, pasen y lean!

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