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Arte&letras | Literatura

Autoras de América Latina

Lucía Guerra publica en KRK su sólido estudio Escritoras latinoamericanas:

De la mímica subversiva a los discursos contestatarios

Lucía Guerra. M. S. Suárez Lafuente

En Latinoamérica ha habido y hay muchas escritoras y muy buenas, incluyendo la época del boom literario, y un amplio número se estudian en este libro recientemente publicado por la editorial asturiana KRK. Es muy importante que sea una de ellas, la escritora chilena Lucía Guerra, quien de testimonio de la valía literaria de estas autoras y de su importancia en la literatura como arte de ámbito universal.

Autoras de América Latina

Lucía Guerra, quien también es crítica literaria y profesora de literatura en la Universidad de California en Irvine, es autora de muchos relatos, recogidos en colecciones como Frutos extraños (1991) o Las pistas de Lucifer (2014), y varias novelas, entre ellas Muñeca brava (1993) y Las noches de Carmen Miranda (2002). Su extensa obra como investigadora incluye La narrativa de María Luisa Bombal (1980), La mujer fragmentada (1994), que recibió el prestigioso Premio Casa de las Américas, y Ciudad, género e imaginarios urbanos en la narrativa latinoamericana (2013), por mencionar someramente las credenciales de la autora del libro.

El subtítulo ya apunta hacia el recorrido histórico que han de hacer las mujeres para acceder a la creación literaria, buscando estrategias que inscriban su identidad en las diferentes literaturas nacionales de América. Utilizan un lenguaje cargado con la cultura androcéntrica y lo subvierten introduciendo diferencias que provienen de un lugar de enunciación propio, la experiencia física e intelectual de mujeres que se sienten ajenas a la consideración que la sociedad tiene de ellas.

Lucía Guerra acierta al estudiar en paralelo el desarrollo literario de las mujeres y la moda que las define externamente. Así, desde el corsé decimonónico que constreñía el talle femenino y resaltaba sus pechos y caderas, el cuerpo femenino se libera en las primeras décadas del siglo XX, las faldas y las cabelleras se acortan sensiblemente y las mujeres adquieren libertad de movimiento, de manera progresiva, hasta el momento presente.

El libro se estructura en cuatro partes. Se inicia con Gertrudis Gómez de Avellaneda, para dar luego cabida a autoras menos canónicas, como Juana Manuela Gorriti o Mercedes Cabello de Carbonera. Ellas desestabilizan el ideal femenino del ‘ángel del hogar’ al conjugarlo con la realidad cotidiana del rigor patriarcal y la violencia masculina. La mímica realista que las autoras del XIX aplican a sus obras constituye en sí misma una denuncia de la imposición dulcificada y falsa del modelo de mujer.

Esto, unido a los conflictos bélicos y la industrialización del siglo XX, acabó definitivamente con el modelo ‘angelical’ de unas mujeres que reclamaron su derecho a acceder a la universidad, al voto, al trabajo, y que lucharon por dejar constancia de su contribución al modelo cultural occidental. Teresa de la Parra, María Luisa Bombal y Armonía Somers son algunas de las autoras que inscribieron en la literatura un cuerpo femenino activo y actante.

No es tarea sencilla rendir un orden patriarcal secular que sabe cómo utilizar todos los recursos para seguir imponiéndose, es un proceso lento y gradual. En la segunda mitad del siglo XX, independizadas las antiguas colonias, se denuncia la estructura colonial y se pone nombre a las interrelaciones de raza y género y a la ambivalencia de las relaciones interculturales. Rosario Castellanos, escritora mexicana, profesora de la Universidad Nacional Autónoma de México y diplomática, es una figura clave en la inscripción de los cambios efectuados en la escritura de las mujeres.

Feminismo al alza

El desarrollo de las teorías culturales y, fundamentalmente, el trabajo de autoras, artistas y activistas a partir de la década de 1970, concedió carta de naturaleza al feminismo y permitió hablar ya de un crecimiento exponencial en los estudios sobre las mujeres.

Autoras como Albalucía Ángel, Rosario Ferré o Mercedes Valdivieso cancelan los signos patriarcales de la identidad de sus personajes, y escriben libremente sobre el cuerpo femenino y lo que le concierne: la sexualidad, la maternidad o el lesbianismo.

Las escritoras latinoamericanas han sido y son activas en definirse en sus propios términos, en describirse y describir su entorno, en dar voz a los silencios y en denunciar los imaginarios nacionales de los que ellas también forman parte, con todo el derecho a discrepar. Son mujeres que se construyen desde muy diversas referencias geográficas, nacionales, regionales, raciales, étnicas, familiares, económicas, sociales y culturales. No basta con saber que son latinoamericanas, esto es sólo el principio. Pero necesitamos conocer el punto de partida para, desde ahí, empatizar con la singularidad literaria de todas las autoras que son y las que serán.

El magnífico estudio de Lucía Guerra nos ofrece una base sólida desde donde leer a la larga lista de obras literarias que, ya en el siglo XXI, nos llegan desde los países de Latinoamérica. Además de las muy conocidas Elena Poniatowska y Claudia Piñeiro se une ahora con fuerza Paulina Flores. Pero no olvidemos los nombres de Mariana Sández, Tamara Tenebaum, Mónica Ojeda Franco, Fernanda Melchor o Lisa Meruane, entre otras muchas jóvenes escritoras latinoamericanas que comienzan su andadura literaria y a las que ningún tema les es ajeno.

Como termina la propia Lucía Guerra, «fuera de la órbita oficial de la bien delineada identidad nacional, cultural y genérica, con sus profusos discursos, los [nombres] aquí comentados inscriben en los espacios en blanco los trazos de una identidad propia a partir de la experiencia […] que se legitima a través de la escritura».

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