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Entrevista

Terence Davies: "El horror de la guerra no se arregla con poemas"

Después de abordar la vida de Emily Dickinson en el biopic 'Historia de una pasión', Terence Davis se aleja de convencionalismos para narrar en 'Benediction' el itinerario vital de Siegfriend Sassoon, uno de los mejores poetas británicos de la Primera Guerra Mundial, al que da vida Jack Lowden

Terence Davis. EFE

El veterano director británico Terence Davies (Kensington, 1945) continúa abordando las heridas de su país, en esta ocasión a través de 'Benediction', película sobre la vida de uno de los grandes poetas de la Primera Guerra Mundial, Siegfried Sassoon, que se atrevió a desafiar a los políticos de su país y a los altos mandatarios militares publicando una carta en la que les responsabilizaba de los millones de muertos en una contienda que se había extendido en el tiempo sin sentido. El protagonista, interpretado por Jack Lowden, nos sumerge en un relato sobre un doble trauma que lo marcará para siempre, el de la guerra y el de ser homosexual en los años 20. Un relato que aúna lo histórico con lo íntimo repleto de melancolía y de sensibilidad lírica. 

¿Qué es lo que más le interesó de la figura de Siegfried Sassoon? 

Que sobrevivió a la guerra y, precisamente por eso, no fue tan reconocido como otros coetáneos, entre los que se encontraban Wilfred Owen y Rupert Brooke. Ellos al morir en el frente, fueron ascendidos a los altares. Sin embargo, Sassoon nunca tuvo el reconocimiento en vida que hubiera merecido, y eso le causó mucho rencor. Por eso me resultaba una figura tan interesante, porque tenía muchas capas a través de las que abordarlo. 

En la película también se habla del poder del arte como mecanismo de denuncia y toma de conciencia.

La guerra nos muestra lo peor a lo que es capaz de llegar el ser humano, y el arte sería justamente lo contrario, cómo el hombre es capaz de crear cosas hermosas. Pero ¿cómo le das confort a una madre que acaba de enterrar a su hijo porque han sido bombardeados? El horror cotidiano que se vive en un conflicto bélico no se arregla con poemas. 

En este caso la poesía sí es fundamental en el filme, incluso la estructura narrativa, los diálogos, tienen una sensibilidad lírica, una candencia, una armonía interna.

La poesía es lo único que le queda al personaje después de sufrir la monstruosidad de la guerra. Para él es una especie de catarsis. La poesía tenía que estar ahí, en la película, impregnarlo todo de alguna manera. Sin embargo, los momentos que más me emocionan son aquellos en los que la poesía surge de la propia realidad. Por ejemplo, en 1916, en Navidad, los soldados alemanes y los británicos entonaron juntos Noche de paz. Qué instante tan hermoso. La poesía puede estar presente en nuestras vidas incluso en los peores momentos. 

El lenguaje, la dicción de los personajes se convierte así en una cuestión fundamental.

Es algo que me obsesiona especialmente, lo reconozco, porque me encanta la belleza de mi idioma. Escucharlo bien hablado me parece una delicia, por eso detesto los americanismos que lo ensucian y afean.

En la película aparecen imágenes de archivo de la Primera Guerra Mundial. ¿Por qué decidió introducirlas?

En primer lugar, por una cuestión de dinero (ríe). No podía recrear las trincheras y, además, una vez que ves esas imágenes, son tan poderosas e impactantes que no tiene sentido intentar imitarlas. Así que durante semanas estuve estudiando el material de archivo y, plano a plano, secuencia a secuencia fui encajando las imágenes, introduciéndolas en la narración a través de los altibajos de la vida de este hombre. 

Es cierto, integra las imágenes de una manera tan elegante... es precioso. También quería preguntarle hasta qué punto resulta importante a la hora de entender a Sassoon a través de su orientación sexual.

Él era gay, pero pertenecía a la élite intelectual que se protegía mucho entre ella. No estaba tan expuesto como cualquier otro hombre homosexual de cualquier otra clase social. Pero eso no quiere decir que se siguiera tratando como un tabú y que los homosexuales como Sassoon se vieran obligados a contraer matrimonio para guardar las apariencias, algo que en su caso fue sin duda una fuente de frustración. 

En la película se contrapone el espíritu juvenil de Sigfried con su imagen crepuscular. ¿Por qué decidió incluirla?

Era importante que lo viéramos de mayor, consumido por el peso de la culpa, para comprobar el efecto que había tenido la vida en él. Y de paso, me dio la oportunidad de trabajar con Peter Capaldi, que es un intérprete excepcional al que me apetecía filmar. 

¿Por qué cree que Sassoon quiso convertirse al final de su vida al catolicismo? 

Supongo que estaba buscando una especie de redención. Pero la redención no se consigue ni a través del arte y mucho menos a través de ninguna religión, especialmente la católica. Yo no sé cómo la gente puede ser católica, a mí me criaron así y me parece una educación moral desastrosa. 

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