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Música

Carlos Sanmartín: "Las compañías de discos saben que hay que empezar a virar"

Fue alto directivo de varias multinacionales discográficas, en Madrid, Buenos Aires y Miami, y en la actualidad sigue emprendiendo nuevos proyectos, como la publicación de ‘Canciones. El Álbum’, un frondoso libro de cromos y enlaces a Spotify con el que rinde homenaje a 100 años de música española, de Raquel Meller a Rosalía

Carlos Sanmartín. Jordi Cotrina

Cerca de 60 años de carrera lo contemplan. ¿Cómo empieza su historia?

Con 14 años era botones en la editorial Vergara y cuando la empresa montó una discográfica intenté meterme. Tenía 17 años. “Demasiado joven”. A los 20 ya me cogieron. Tenían a Los Sírex, José Guardiola, Lita Torelló… Así empecé, llevando discos a las radios. El primer disco que me compré fue un epé de Los Teen Tops. Hoy tengo unos 40.000 discos en casa.

Hay que atribuirle a usted muchos fenómenos musicales de las últimas décadas.

En CBS siempre me decían que yo iba a mi bola y que no seguía los objetivos de la compañía. El éxito de Roberto Carlos comenzó en Barcelona, porque me gustó ‘El gato que está triste y azul’. Cambié a EMI, donde fui director general en España, para conocer maneras distintas de trabajar, no por dinero. Les dije que había que sacar a los Eagles. Al principio no funcionó, y luego ‘Hotel California’ fue un gran éxito. Lo mismo con Queen. Pero mi ‘highlight’ en la industria discográfica no fue ese.

¿Cuál fue?

Los Monjes del Monasterio de Santo Domingo de Silos. Vendimos cuatro millones de ejemplares.

Allá por 1993. ¿Cómo imaginó que podría funcionar el canto gregoriano?

No lo creía, sinceramente, y en la compañía me dijeron que estaba zumbado, pero hicimos un anuncio para televisión muy bonito: música espiritual, para relajarte… Siempre he pensado que, en general, nadie pasaba del segundo tema. Era un disco duro, ¿eh? ¡Y doble!

Las discográficas de antes, ¿tenían más paciencia para elaborar una carrera?

Sin duda. Los artistas hacían un álbum y el primer ‘single’ no era de la mejor canción, que se reservaba para el segundo o tercero. Ahora prima el usar y tirar. De los años 60 y 70 podríamos hacer unos compilados de éxitos espectaculares, ¿pero, qué vas a poner, dentro de 20 años, en un recopilatorio de los éxitos actuales?

¿No perdurarán?

Algunos sí, un ‘Malamente’, de Rosalía, pero en general, no, porque los artistas se ven obligados a lanzar una canción cada mes o mes y medio.

¿No era así en los 60 con los ‘singles’?

Pero entonces comprabas en ‘single’, lo tenías en casa y lo ibas escuchando. Ahora no se sacan canciones para crear carreras, sino para ciclos más cortos. Y si un artista no funciona… ¡siguiente! Pink Floyd ahora sería inviable. TikTok marca la pauta.

Entonces, ¿tenemos que ser pesimistas?

No, no. Las compañías ya están dándole vueltas y saben que hay que empezar a virar. Con la música urbana ya está pasando: C. Tangana ha trabajado con otros ingredientes, del flamenco y otras músicas, y es muy interesante. Las compañías se han dado cuenta de que ese tipo de éxitos con bases que son siempre las mismas, con esas letras, tiene que cambiar. Habrá canciones con más contenido.

El directo de C. Tangana, con mucha gente en escena, ha sido muy elogiado. ¿Le salen los números?

No, no, te lo puedo garantizar. Es una inversión de futuro.

Las compañías necesitan artistas que duren.

Es fundamental, y por eso están comenzando a buscar figuras que hagan ese giro.

Visto con la distancia, ¿qué hicieron mal las discográficas, 20 años atrás?

La industria siempre ha ido tarde. La piratería la pilló en calzoncillos, y el nuevo paradigma tecnológico, también. Siempre cuesta ponerse al día. Ahora tenemos la vuelta del vinilo, y están todos locos reeditando, pero yo les digo que esto es un regalo, que ellos no han hecho nada.

Usted es barcelonés, pero ha hecho su carrera en Madrid, Buenos Aires y Miami. ¿Qué pasó para que Barcelona dejara perder a la gran industria discográfica?

Es verdad, cuando yo empecé la central de EMI en España estaba en Barcelona. Luego, cuando llegó CBS, eligió Madrid. La concentración de los medios, públicos y privados, audiovisuales y escritos, hizo que las compañías pensaran que si había que negociar con ellos era más fácil estar en Madrid. Y la movida madrileña influyó, fue un toque de atención para Cataluña.

¿Se consideró también que Madrid podía ser un lugar más idóneo para leer el gusto medio de los españoles?

Se percibió que para triunfar en España había que estar en Madrid. En Barcelona hay festivales muy importantes, y la música internacional siempre ha tenido más peso en Catalunya. En otros tiempos, con los lanzamientos internacionales, siempre me decían: “este disco es para Cataluña”.

Ha ideado, con el productor y compositor Pablo Pinilla, este libro titulado ‘Canciones. El álbum’, que recoge 100 años de música española, con cromos y enlaces a Spotify. ¿Una reivindicación de las figuras duraderas?

Un día, mi socio, Pablo, me contó que le había dicho a un chico de la última ‘O.T.’ que cantaba parecido a Camilo Sesto, y que este le respondió: “¿Camilo qué?”. No sabía quién era. Ni Miguel Ríos. Me dijo que debíamos hacer algo y salió esta colección de cromos con códigos QR. Solo se puede comprar en la web cancioneselalbum.com Es una enciclopedia sonora, casi 1.000 artistas, del pasodoble al indie rock, con enlaces a unas 10.000 canciones.

El álbum concluye con una reflexión sobre el futuro de la música. ¿Se atreve a hacer algún pronóstico?

Yo creo que volverán los cantautores. Con otro estilo, evolucionando, como se está viendo con Andrés Suárez o Marwan. El reguetón, el trap o el drill son una moda, y pasará. También creo que volverán las guitarras, y el rock, aunque ese es también mi deseo.

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