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Entrevista

Aitana Sánchez-Gijón: "El teatro es mi medio natural"

La actriz se sube a las tablas del Teatro Principal junto a Marta Poveda para interpretar 'Malvivir', una obra que muestra la cara más oscura del Siglo de Oro

La actriz Aitana Sánchez-Gijón, este miércoles en el Teatro Principal. / ANDREEA VORNICU

El Teatro Principal de Zaragoza ofrece desde este jueves y hasta el domingo la oportunidad de disfrutar del talento de dos de las mejores actrices españolas de la escena actual: Aitana Sánchez-Gijón y Marta Poveda. Ambas, con el contrapunto musical en directo de Bruno Tambascio, subirán a las tablas del Principal con 'Malvivir', una obra basada en las novelas de pícaras del Siglo de Oro y que muestra la cara más oscura de ese periodo. La propuesta de la compañía Ay Teatro, dirigida por Yayo Cáceres, recorre las distintas capas sociales, escenarios y personajes de esa época de la mano de Elena de Paz, un personaje ficticio creado por el dramaturgo Álvaro Tato. Este diario ha aprovechado la ocasión para charlar con Aitana Sánchez-Gijón. 

‘Malvivir’ reivindica las novelas de pícaras del Siglo de Oro, pero en el fondo es una reflexión sobre la libertad. 

Totalmente. Como dice Elena de Paz en la obra, ‘prefiero un año de libre albedrío que diez años esclava del vuestro’. Es un personaje muy potente que reivindica su propio espacio de libertad frente a todos los palos de la vida que va sufriendo por el mero hecho de ser pobre de origen, algo que sigue ocurriendo actualmente. Si a esto le sumas el hecho de ser mujer en esa época, las adversidades eran muchas, pero ella se sigue levantando. 

¿Aún queda mucho camino por recorrer en materia de igualdad?

Muchísimo. Pero hay que pensar que la historia del feminismo tiene apenas 130 años, por lo que aún hay mucho margen de mejora. Siempre estamos en peligro de perder derechos, como está ocurriendo ahora en Estados Unidos con el aborto. Por eso debemos estar siempre vigilantes para no perder esos derechos conseguidos con tanto esfuerzo. 

En el mundo del cine también hay desigualdades. Muchas actrices lamentan que a partir de cierta edad sus propuestas de trabajo bajan en picado.

A mí me ocurrió. Hubo una frontera muy clara a partir de los 35 años, aunque por suerte he seguido haciendo televisión y teatro. Pero sí, en los últimos 15 años solo he hecho tres películas. De todas formas, creo que afortunadamente las cosas están cambiando gracias, en parte, a la proliferación de las plataformas de 'streaming'. Además, también se ha tomado nota de las series que vienen de fuera, en las que hay personajes femeninos muy ricos, interesantes y complejos. La ficción española ya está empezando a reflejar todo eso, no solo entre los intérpretes, también en quién cuenta las historias y quién está en los puestos de poder. El número se está incrementando, pero aún no es suficiente.

Su presencia en la gran pantalla se ha intensificado en los últimos años con ‘Madres paralelas’ y más recientemente con la película ‘La jefa’.

Sí, parece que se ha reactivado, aunque nunca tienes la certeza de que vaya a durar... Lo de 'Madres paralelas' fue un auténtico regalo de Pedro Almodóvar, que, por cierto, me eligió gracias al teatro porque me vió haciendo 'Medea'. Fue muy halagador que me eligiera.

¿Qué director de cine le ha sorprendido más a la hora de trabajar?

Pues te diré el último con el que he trabajado: Antonio Méndez Esparza. 'Que nadie duerma' va a ser su cuarta película, que es una adaptación de una novela de Juan José Millás y está protagonizada por Malena Alterio. Es un director que viene del mundo de la ficción con actores no profesionales y ha sido un rodaje muy sorprendente porque hemos trabajado prácticamente desde la improvisación. Desde el punto de vista interpretativo ha sido muy estimulante y me he sentido cómoda porque no soy de esas actrices o actores que necesitan la seguridad del texto. 

"Nunca me pondré detrás de la cámara, me gusta estar al servicio de las historias"

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Todo el teatro que ha hecho en los últimos años le habrá dado aún más tablas. ¿Es su hábitat profesional preferido?

El teatro es mi medio natural. Es el lugar donde me siento en peligro y a salvo al mismo tiempo, aunque resulte paradójico. Me siento con un vértigo sideral cada vez que salgo al escenario pero al mismo tiempo se produce una sensación de navegación en la que siento que llevo el timón junto a mis compañeros. Es como un viaje completo que además sucede aquí y ahora. Y todo con la presencia del espectador, que lo está viviendo en ese mismo instante. Además, todo parte de un acuerdo tácito con el público, que es un personaje más y se cree lo que le estás contando. Ese acuerdo es algo mágico que sucede solo en los espectáculos en vivo.

Sintió la vocación de ser actriz desde muy pequeña. ¿Qué le atraía entonces de todo ese mundo?

Lo que me atraía sobre todo era la fascinación de ser otras personas, pero también contar historias, ponerme al servicio de la mirada y los textos de otros y ser instrumento de conexión entre los grandes textos que amé desde pequeña y el público. 

Nunca ha trabajado detrás de la cámara. ¿Se lo ha planteado alguna vez?

No y nunca estaré ahí detrás. No tengo esa vocación, ni historias propias que contar. Me gusta estar al servicio de las historias que me eligen o que yo elijo, pero no tengo necesidad de hacer ese recorrido. 

Vivió su propia aventura en Hollywood cuando rodó ‘Un paseo por las nubes’ con Keanu Reeves. ¿No le interesó ese mundo?

Yo no lo busqué, me eligieron. Y luego me resultó demasiado solitario. Me sentía desarraigada y ajena a toda esa cultura y ese país, y quise volver a casa. Ahora es cierto que todo está más globalizado, pero en ese momento había que estar ahí para currarse la carrera, y yo no tuve ganas. Para mantenerse ahí hay que tener una voluntad férrea y un objetivo muy claro porque es duro hay que sacrificar muchas cosas. Por eso admiro tanto a compañeros como Penélope o Javier. 

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