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Viaje en el tiempo al balneario nazi de Prora con la obra de la artista de Ibiza Irene de Andrés

Irene de Andrés expone dos obras en la galería Juan Silió de Madrid en las que profundiza en su estudio sobre cómo las dictaduras fascistas y nazi del siglo XX usaron el ocio y las vacaciones para adoctrinar a las clases trabajadoras y ganar su adhesión

Irene de Andrés ante el retablo ‘Tres parejas mirando al horizonte’, en la galería Juan Silió María de Lama

El viaje en el tiempo que propone la artista ibicenca Irene de Andrés en la galería Juan Silió de Madrid bucea en cómo las dictaduras fascistas y nazi del siglo XX usaron el ocio como arma de adoctrinamiento y adhesión de las clases trabajadoras, un tema que lleva más de cinco años investigando. Las dos obras que forman parte de la exposición colectiva ‘Aguasvivas. Impulsos eléctricos’ son ‘Turismo per cura’ y ‘Tres parejas mirando al horizonte’, piezas que comparten ese mensaje inquietante y perturbador característico de la producción de esta artista. Otra constante de De Andrés es la exhaustiva investigación y documentación sobre los temas que protagonizan su obra.

Es inquietante contemplar el retablo ‘Tres parejas mirando al horizonte’ y sumergirse en ese recorrido por tres momentos de la historia de Prora, el primer resort de vacaciones construido por los nazis, en la isla de Rügen, dentro de su programa Fuerza a través de la alegría (Kdf, siglas alemanas de Kraft durch Freude). Este plan tenía como objetivo proporcionar vacaciones -en una época en la que estaban vetadas para las clases no pudientes-, actividades deportivas y recreativas de todo tipo a los «buenos trabajadores» con el fin de ganar adeptos y no dejar fuera del control extremo ni los momentos de ocio.

El díptico ‘Turismo per cura’ expuesto en la sala madrileña. Cristina Martín. Ibiza

Prora se empezó a edificar en 1936 y el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939 interrumpió su construcción. Tres placas de pladur encuadran las tres miradas al Báltico en distintos tiempos y contextos ideológicos e históricos: el romanticismo, el régimen nazi y el neoliberalismo. Este complejo turístico no llegó a funcionar durante el régimen nazi y, después de medio siglo de abandono, algunos edificios se han recuperado como destino turístico de lujo.

Tres paneles de pladur

Los tres paneles de pladur que enmarcan los tres momentos de Prora también mantienen el paralelismo con el viaje temporal: el papel pintado de una antigua habitación del balneario, que De Andrés ha reconstruido mediante un fragmento que encontró en uno de los bloques abandonados de Prora, es la pared de la que cuelga la portada y la contraportada de una revista en la que una pareja ‘aria’ con Prora al fondo anuncian las bondades del programa de vacaciones nazi. La pareja del cuadro ‘Acantilados blancos en Rügen’, de Caspar David Friedrich (1818), está sobre una superficie de pladur pintada de blanco España o creta (carbonato de cal terroso), que se extrae de las rocas que aparecen en la obra y suele usarse como base de pinturas al óleo. Otro giro más que liga el pasado con el presente: la reproducción de un cuadro parecido está en una habitación de uno de los nuevos hoteles de Prora. Nuestra mirada acaba en la pareja que observa el mar en un render (imagen digital) en un marco digital, una escena publicitaria de los nuevos hoteles que la artista sitúa sobre un tabique de cemento en crudo que «hace alusión tanto a las paredes abandonadas como a las que están en construcción; a ese momento en que todo parece ruina y no se sabe si se rebobina hacia delante o hacia atrás», explica.

Este complejo turístico no llegó a funcionar durante el régimen nazi y, después de medio siglo de abandono, algunos edificios se han recuperado como destino turístico de lujo

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De Andrés comenzó el proyecto de Prora en 2017 y en 2022 presentó el documental dedicado a este complejo, su primer largometraje. Las obras que expone en la galería Juan Silió hasta el 28 de mayo forman parte de este proyecto, en el que también trabajó durante su residencia en la Academia de España en Roma en 2021.

Perturbador es también el díptico ‘Turismo per cura’, en el que la artista establece paralelismos entre dos collages con piscinas de distintas épocas. Uno tiene de fondo la piscina de un crucero actual y dentro, la del crucero nazi ‘Wilhelm Gustloff’, construido dentro del programa de vacaciones para las clases trabajadoras y que los torpedos de un submarino soviético hundieron al final de la Segunda Guerra Mundial con casi 10.000 personas a bordo, refugiados y militares. «Lo llamaban el crucero sin clases», explica De Andrés. El fondo del otro collage es la piscina en ruinas de un complejo termal de Pompeya, parada obligada de los viajes turísticos desde el siglo XVIII, y en el centro, el vaso construido en el Foro Itálico de Mussolini: «Inspiración ambos para las políticas y estéticas del KdF: la equiparación de la grandeza imperialista de la Antigua Roma les sirve para construir un relato histórico que justifique un presente y un intento de crear la narración para el control del futuro», explican las comisarias.

El díptico es un juego de encuadres, de referencias entre momentos históricos separados en el tiempo pero que guardan una estrecha relación; un juego «de matrioskas», en palabras de la creadora, que está preparando una publicación con la comisaria Marta Ramos-Yzquierdo sobre la historia del ‘Wilhelm Gustloff’, que presentarán a final de mes en la galería madrileña. Otra vez los contrastes de la obra de la ibicenca: un crucero ideado para el ocio y el placer de la clase trabajadora que se puso al servicio de la guerra y que repatrió a la Legión Cóndor, entre otras misiones alejadas de su naturaleza original. «Sonó por megafonía el último discurso de Hitler y una hora después torpedearon el barco, como vaticinando el fin de la guerra», relata De Andrés.

La exposición está comisariada por Cristina Ojea y Marta Ramos-Yzquierdo, y también incluye obras de Nora Aurrekoetxea, Eli Cortiñas, Mar Guerrero, Fermín Jiménez Landa y Letícia Ramos.

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