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Arte&letras

Rajoy y su destino metamórfico

El libro de José Ignacio Wert sobre los seis años y medio en los que el expresidente lideró el gobierno de España

Política para adultos

Mariano Rajoy no ha sido un presidente de gobierno con un liderazgo indiscutido. Hay militantes del PP que no lo soportaban, periodistas que le achacaban ser vacilante, poco trabajador porque le achacaban que tendía a que los asuntos se fueran solucionando por sí mismo, ya que pasaba por encima de las cuestiones de Estado con cierto distanciamiento, dando la impresión de falta de decisión. Además, algunas de sus declaraciones tenían un aire de dislexia, lo que ha dado juego a los monólogos de humoristas. En su época abundaban las noticias y procesamientos judiciales de corrupción de su propio partido, combinada, además, con asuntos turbios de miembros de la Casa Real, y entre ellos el del propio rey Juan Carlos I de España, pero nada de Alemania. Sin embargo, su capacidad parlamentaria tenía más altura que la mayoría de los diputados con los que tuvo que convivir y confrontar, como reconoció el mismo Rubalcaba, su alter ego en el Congreso.

Como gobernante consiguió que España no fuera intervenida por la UE, como le ocurrió a Grecia, en medio de una crisis que arramblaba con el empleo y las empresas. Y lo hizo sin darse pote, actuando como hombre de Estado, sin hablar mucho, pero sacando del estancamiento a España. No se le ocurrió justificar nada, como Zapatero escribiendo un libro para dar explicaciones y justificaciones sobre cuales habían sido sus decisiones cuando se desató la caída del Lehmann Brothers, que arrastró a la economía mundial, y que no creo que haya tenido muchos lectores (J.L. Rodríguez Zapatero: El destino, Planeta, Barcelona, 2013). En él alude a la responsabilidad weberiana, pero con ello descubre sus deficiencias intelectuales. No fue capaz de expresar simplemente que se equivocó con el análisis y las consecuencias de la crisis y utiliza una impostura intelectual. Rajoy (o Rajua en francés) tuvo, además, que abordar el tema del soberanismo catalanista y contó con el apoyo del PSOE y CS para desbaratar el ‘procés’ independentista. Su vicepresidenta, Soraya Saénz de Santamaría, reconoció que la recogida de firmas contra el Estatut y su impugnación ante el Tribunal Constitucional, que al final aprobaron las Cortes después de muchas idas y venidas, no fue una operación política adecuada. Tuvo, en cambio, la indelicadeza de no estar presente en el Congreso, sentado en su escaño, mientras se debatía una moción de censura contra él y su gobierno, marchándose a un restaurante.

Con sus aciertos y fallos, no fue un político de la derecha pura. Trató, a su manera, y a pesar de las inquinas entre Mª Dolores de Cospedal y Soraya Saénz de Santamaría, de encauzar el PP por un camino de centroderecha que modulara conductas políticas más cercanas a la derecha de los países europeos, como Francia, Gran Bretaña, Italia, Alemania, Suecia, Finlandia, Holanda y Bélgica. Es verdad que eso desató la escisión de Vox, que le acusaba de liderar a una «derechita cobarde», con una mayoría de militantes provenientes del PP y un líder, Abascal, que había vivido y comido de las subvenciones que recibía de los tinglados que el PP, le había proporcionado.

Un ministro de Educación del gobierno de Rajoy, José Ignacio Wert, ha publicado un libro: Los años de Rajoy. La política de la crisis y la crisis de la política (Almuzara, 2020), algo infrecuente entre los miembros de los ejecutivos. Wert es sociólogo y fue director del gabinete técnico del CIS. Su política educativa fue muy criticada por la oposición y él no despertaba demasiadas simpatías en la ciudadanía. Como él mismo señala «Las sociedades en las que las personas confían unas en otras son también sociedades en las que se da un alto grado de conformidad institucional» (p. 184). Nombró en 2012 a Monserrat Gomendio Kindelan secretaria de Estado de Educación y Universidades, cesando, a los pocos meses de haberla nombrado (enero-octubre de 2012), a Mariam Camarero -catedrática de Económica Internacional de la Universidad de Jaume I de Castelló- de la secretaría general de Universidades, porque no congeniaron entre ellas. Gomendio era una investigadora bióloga, reconocida internacionalmente en su campo, miembro del CSIC, (colaboró en la recuperación de una gacela del Sahara en peligro de extinción). Su abuelo fue el general Kindelan, monárquico, fundador del Ejército de Aviación con Franco, quien lo apartó a Las Canarias por sus conspiraciones monárquicas. Wert y ella se enamoraron y se casaron.

El trabajo del exministro es amplio (409 páginas) y aborda desde la Transición hasta el final del gobierno de Rajoy los distintos aspectos por los que trascurrió la sociedad, la economía, las tendencias sociales de esa época, centrándose en la etapa que él vivió desde el Consejo de ministros. Analiza el populismo de Podemos y el de Europa, citando a una serie de autores especialistas del tema (principalmente a Hans-Werner Müller quien publicó en 2016 What is populismo?, o la aportación de José Luis Villacañas) pero olvidando a una pionera: Margaret Canovan, Populism (Juction Books, 1981) o a Francisco Panizza, entre otros, que recientemente han compilado estudios del tema de Universidades europeas y americanas. Resulta interesante la reflexión de Wert sobre como las tendencias políticas se asemejan a la caducidad de los yogures, por lo que resulta difícil interpretar hacia donde conduce la volatilidad de los partidos, y a lo que él denomina el cierre autista después de la repetición de las elecciones en 2016, en que los intentos de formar coaliciones fracasaron. Y no conviene olvidar que, con el resultado de 2015, Rajoy fue el primer político de la derecha española en proponer un gobierno de coalición con el PSOE para intentar llegar a acuerdos que estabilizaran la estructura del Estado español, azuzado por elementos centrífugos que tienden a imitar el modelo que instituyó en Cataluña Jordi Pujol, creando un movimiento de masas reclamando el soberanismo de Cataluña. Ahí está la consolidación del bable en Asturias, con el proyecto de una lengua propia que le da fuerza identitaria.

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