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Arte&letras

Lea a Flaubert, el mejor elixir frente a la estupidez

Este 12 de diciembre hará 200 años del nacimiento de Flaubert. Mas allá de Madame Bovary están también sus cuentos, que ahora edita Páginas de Espuma. Su lectura permite apreciar cómo su talento fue una lenta conquista hasta lograr la genialidad

Gustave Flaubert. Javier García Recio

Mañana domingo 12 de diciembre el mundo conmemorará los doscientos años del nacimiento de Gustave Flaubert, el precursor, junto a Balzac, de la novela moderna con su monumental Madame Bovary. Flaubert se ejercitó esencialmente en la novela, ahí están además deMadame Bovary, La educación sentimental, Salambo o Las tentaciones de san Antonio; pero tanto al inicio de su quehacer literario -escribió su primer cuento con quince años- como al final, dedicó al cuento su mejor talento narrativo.

En conmemoración de esos doscientos años de su nacimiento la editorial Páginas de espuma ha publicado una colosal edición con sus Cuentos Completos con una gran introducción a cargo del prestigioso escritor y traductor Mauro Armiño.

Leeremos así al Flaubert juvenil, sus textos iniciales, como ‘Bibliomanía, pero donde ya figuran algunas de las obsesiones literarias que le convertirán en el gran escritor ;y también al Flaubert de plena madurez, que pensaba haberlo dicho todo pero que se revitaliza en esos cuentos últimos.

Flaubert escribe y publica su primer cuento en 1836, con quince años. Es ‘Bibliomanía’, donde Giacomo, un librero de Barcelona, está dispuesto a matar por conseguir un libro debido a su pasión desorbitada por ellos. Es, como los otros de esos años, un texto inicial pero donde ya figuran los temas que serán una constante en su narrativa posterior. Son cuentos, como explica Mauro Armiño, que tienen reminiscencias de lo sobrenatural y fantástico, pero de corte eminentemente romántico. Todos tienen ya una gran profundidad vital donde Flaubert se plantea problemas filosóficos y religiosos y otros como la miserable existencia el aburrimiento de la vida, la falta de libertad del hombre movido siempre por su orgullo y vanidad, la hipocresía la falsedad que es todo, incluso el amor.

De estos cuentos de juventud hay que destacar dos: ‘Las memorias de un loco’ y ‘Noviembre’. Las memorias de un loco’. supone un cambio radical en la escritura de Flaubert que por primera vez relata asuntos autobiográficos y sobre todo porque leemos al Flaubert obsesionado ya por su gran idea: la primacía del estilo. Escrito a raíz de una decepción amorosa, con 17 años, evoca recuerdos infantiles y sobre todo sus dos primeros encuentros amorosos, uno de ellos con María que no es sino Elisa Schlesinger, once años mayor que él y cuyo amor idealizado será una constante en su vida. El otro es con la joven inglesa Caroline.

En ‘Noviembre’. Aquí un Flaubert ya con veinte años, continúa con su autobiografía de ‘Las memorias de un loco’. Comienza por evocar su juventud. Narra su encuentro con la prostituta Marie que le introduce en los placeres de la carne. Aquí ya no hay misticismo o amores platónicos, sino el frenesí del deseo y el disfrute carnal. Vemos aquí ya a un Flaubert camino de la madurez estilística.

También de sus cuentos de juventud destaca ‘Los funerales del doctor Mathurin’, cuento «báquico y chusco», lo define Flaubert, que cuenta el festejo que, viendo llegar su muerte, organiza el médico como despedida con dos de sus discípulos que dirigen el cortejo deteniéndose en todos los cafés y tabernas para terminar enterrándolo al pie de una viña y derramar sobre la tumba dos botellas de vino.

Al hablar ahora de sus cuentos de madurez nos situamos en 1875. Flaubert tiene 54 años y ya ha iniciado su deterioro físico que le llevará a la muerte cinco años después, en 1880. Es un Flaubert desalentado del mundo a pesar de haber dado al mundo obras como Madame Bovary o La educación sentimental. Como ya ocurrió con estas novelas, la redacción de estos cuentos se hace difícil por su preocupación por el rigor estilístico: «he escrito en tres días media página del plan de ‘La leyenda de san Julián el Hospitalario», le escribe a su sobrina Caroline. El ritmo de escritura es lento. Son las mismas dificultades y ritmo de trabajo que cuando escribía Madame Bovary, tal como le contaba en sus cartas a Louise Colet. Estos relatos de madurez descubren la humanidad de su genio, como su talento fue una lenta conquista en la que la constancia y la convicción juegan un papel fundamental. Aquí se reúnen las señas de identidad de su escritura: conciencia artística, obsesión descriptiva, autonomía del texto. Lo esencial es la descripción, porque se trata de describir, no de relatar. Luego estaba lo más excitante: trabajar el estilo, elegir la palabra justa, los adjetivos, la frase.

Son tres estos cuentos finales: ‘Un corazón simple’, ‘La leyenda de san Julián el Hospitalario’ y ‘Herodías’. Tres piezas maestras. En ellas está el Flaubert mas puro y genial que brilla por el primor del apunte, aquí está la limpieza de su prosa y la síntesis de sus formas narrativas.

‘Un corazón simple’ es la crónica de una realidad anodina, el retrato de un ser sin relevancia, la criada Felicité, que vuelca su vida en servir con amor a sus semejantes más cercanos y finalmente en un loro, al que en sus experiencias religiosas confunde con el Espíritu Santo. Para su escritura Flaubert se apoya en, en su memoria afectiva. Vuelve al escenario de su infancia y adolescencia: Pont-l’Évêque y su entorno. También en sus recuerdos familiares y amigos. Incluso se introduce en la trama ya que los hermanos Paul y Virginie, semejan ser él y su hermana Caroline.

En ‘La leyenda de san Julián el Hospitalario’ utiliza varios de los ingredientes más característicos de la novela de caballerías, el más destacado es el elemento fantástico. Julián, el que al nacer le anuncian a su madre que «será un santo», y a su padre que el hijo traerá «mucha sangre, mucha gloria», se convierte en su juventud en un ser despiadado y de gran crueldad a la que da rienda a través de la caza y la cetrería. Huye de ese ambiente, se convierte en un gran guerrero, salva la vida del emperador de Occitania que lo desposa con su hija, pero da muerte accidentalmente a sus padres y vuelve a huir, ahora en busca de la redención. La huida se vuelve una constante, así como el intento de aniquilación personal, que Julián sublima olvidándose de sí mismo y dedicándose plenamente a los demás.

En ‘Herodías’, la imaginación se adueña del relato para reforzar la verosimilitud de la ficción sin menoscabo de la verdad histórica para narrar la decapitación de San Juan Bautista. En el ambiente pútrido de la corte de Herodes Antipas, Salomé la hija de Herodías, la esposa adultera de Herodes, seduce con su baile a su padrastro y e y a cambio le pide la cabeza de Iaokanán, llamado por los latinos San Juan Bautista. La muerte es un capricho mas, que se concede sin resistencia a la bella Salomé.

En los cuentos de Flaubert está el goce de la orgía perpetua que sedujo a Vargas Llosa y ademas un buen antídoto contra la estupidez, una enfermedad muy común en nuestros días.

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