"Soy un humorista gallego, peludo y suave, tan blando que se diría de algodón", así se define Luis Piedrahita, quien considera que es "muy triste" que el cómico tenga que explicar que lo que hizo fue un chiste o disculparse por ello. Con cada disculpa, dice, "Satanás brinda con un chupito".

Una vez más, Piedrahita (A Coruña, 1977) olisquea la realidad "con afán de cerdo trufero" y saca a relucir los aspectos más absurdos de nuestro día a día en "Es mi palabra contra la mía", un monólogo que habla de ese conflicto que todos llevamos dentro: "el desajuste entre nuestros deseos y la realidad", ha dicho este jueves en una entrevista con Efe.

Lleno de ingenio y ternura, el espectáculo tremendamente optimista "habla del descontento, de la insatisfacción y saca a relucir los aspectos más absurdos del día a día", dice Piedrahita, quien este viernes llega al Teatro Reina Victoria con este monólogo que estará hasta el 30 de octubre.

"Profundas reflexiones de vuelo gallináceo e improvisaciones meticulosamente ensayadas", dice el humorista, quien asegura que "solo el humor hace la vida soportable. Ahora reír es mas necesario que nunca".

Es humorista, ilusionista, escritor, guionista y director de cine, pero él prefiere presentarse como "un creador de contenidos de momentos que aspiran a ser memorables".

La especialidad del humor de Piedrahita está en las cosas pequeñas y cotidianas que esconden grandes temas y preocupaciones sociales. "Es mi manera de acercarme a grandes temas con sigilo", añade este cómico para quien "el humor vive en lo inesperado".

En este nuevo monólogo no hay trucos de magia, "el humor es sorpresa intelectual", añade Piedrahita, un hombre multidisciplinar capaz de hacer muchas cosas a la vez.

"Ya se sabe: 'Sabio en muchas artes, necio en todas partes'", dice entre risas el cómico al tiempo que reconoce que le encantaría saber "cantar y bailar bien".

Este refrán tiene algo de verdad, -añade- porque "hoy saber mucho de matemática cuántica implica no saber nada de cocina", argumenta el humorista al tiempo que recuerda que en el Renacimiento, el conocimiento era limitado y una persona como Miguel Angel podía saber de todo".

En su caso no se trata de grandes conocimientos, "trabajo como un contrabandista", dice entre risas Piedrahita, quien lo que aprende en la magia lo lleva al humor, y eso completa su faceta como humorista y "hace que el humor sea más mágico".

Su pasión por las palabras y su gusto por los juegos le ha llevado a ser un habitual en el "El club de la comedia" o colaborador del programa de televisión en "El hormiguero", además de guionista. Le gusta dar vueltas a las palabras para demostrar su autoridad y su poder. Los diccionarios de la RAE, de Sebastián de Covarrubias y el de Joan Coromines se encuentran entre sus libros más consultados."Son mis libros de cabecera, de despacho, de salpicadero de coche y manillar de bicicletas, digamos que los tengo siempre a mano, para abrevar en ellos, además de echar mano de la Fundéu".

Suele inventar términos lingüísticos, pero ahora ha decidido no inventar más sino conocer a fondo los que existen. "Me parecía poco ecológico seguir fabricando cuando todavía no conocemos lo que tenemos".

Es consciente de que la sociedad tiene ahora la piel más fina y se ofende con algunos chistes. "No sé por qué ocurre, pero es un hecho", dice con determinación este cómico que recuerda que España hubo una época hace 40 años en la que "no se podía hablar de nada".

Luego, "se pudo hablar de todo, y ahora estamos en un momento en el que parece que se puede hablar de todo, pero que en realidad no se puede hablar de nada".

"No es bueno que un humorista tenga que salir a disculparse", añade este gallego que considera que es aún mas triste que el humorista tenga que explicar que lo que hizo fue un chiste. "Cada vez que un humorista se disculpa Satanás brinda con un chupito", añade.

La gente tiene la piel muy fina y lo que hay debajo no es divertido, dice Piedrahita, quien asegura que "los límites del humor están siempre en el talento del humorista".

Es partidario de hacer humor de todo, pero sabe que "no todos los temas son fáciles de tratar", de ahí que recurra a las cosas cotidianas y también a la ironía, "una figura retórica nos permite mirar la realidad con un ojo guiñado".